domingo, 17 de noviembre de 2013

"EL PREMIO"... QUE NUNCA OBTUVE

Convocaron, por esos ciber-mundos de Dios, un concurso literario de relato breve que consistía en escribir algo conectado con un hotel, en sus posibles diversas variantes.
"El premio" es el relato que tuve a bien presentar... Aunque no obtuve nada, creo que es un relato muy digno.
Lo cuelgo esta mañana, martirizado por el teclado que no me deja poner acentos (me siento como si estuviera teniendo que huir de la censura, al evitar las palabras acentuadas...).
Feliz lunes. Ya queda menos para el martes.
 
 
EL PREMIO
 
Tocan a la puerta. “Profesor, en treinta minutos tendremos a la comitiva en el hotel”. Mi fiel Inma: mis manos y mis piernas. “Conforme, Inma, ven a buscarme dentro de veinticinco minutos”, contesto desde dentro de mi habitación, sin abrir la puerta. “Perfecto, profesor”. Se va: escucho el taconeo que se aleja por el pasillo del hotel. Es única: un lujo.
Sigo vistiéndome ante el espejo: he engordado algo y, físicamente, tampoco soy ya el de antes. En fin, la vida, que hace con nosotros lo que quiere.
No me disgusta esta corbata: ya tengo corbata para el evento.
 
Siempre me gustaron las habitaciones de los hoteles. Me atrae ese clima de provisionalidad que lo embarga todo, de comodidad aséptica y ajena, que te impide reconocer ese territorio como propio. La levedad del huésped, que no tiene domesticado el espacio (como en casa) y está como de paso por allí. Me encanta sentir lo que siempre denominé la envidiable levedad del huésped. A Sartre le sucedía, pero me resulta extraño pensar en Sartre estando en calzoncillos y con calcetines negros, ante un espejo de cuerpo entero de una habitación de hotel. Si me vieran mis alumnos…
 
El premio. Muy bien, hombre: pues muchas gracias. A mi edad uno relativiza mucho estas cosas, y yo ya lo tengo todo hecho. Además, este tipo de reconocimientos siempre llega cuando uno está a punto de morir. Fue lo primero que pensé cuando me anunciaron la concesión: “¿me estaré muriendo?”. Pero hay que ser agradecido, y aquí estoy, con mi mejor sonrisa y mi mejor disponibilidad.
 
Me encanta desayunar en el hotel. Todo tan extraño, tan lejano de tu entorno, pero tan preparado para agasajar al leve huésped... Me agrada este ambiente. Prensa, saludos de cortesía con amables desconocidos, tostadas, café rellenado hasta en tres ocasiones, esa pastillita de chocolate que jamás osarías tomar en casa, por lo del colesterol o por evitar la subida de algo… Soy un extraño: alguien de paso a quien la vida colocó aquí y está dispuesto a disfrutar plenamente de este paréntesis sugerente.
 
El éxito social provoca cambios, obviamente...

miércoles, 13 de noviembre de 2013

"SIAMESES SENTIMENTALES", VERSOS DE UN JOVEN POETA COMUNISTA


 Una vez obtuve un premio poético que, pese a ser pequeñito, me proporcionó una experiencia humana divertidísima e inolvidable. Me permitió ostentar, durante un fin de semana, tres condiciones que, posiblemente, ni me acompañan ni me han acompañado nunca en la vida: ser joven, poeta y comunista. Estuve en el pódium en el Premio de Poesía Joven de la Fiesta del PCE, y recuerdo todo aquello con bastante cariño: ese fin de semana especial, ese premio, ese romper con la cotidianeidad... En fin, recuerdos "de cuando fui joven poeta comunista" (precioso título para un relato).
Viví experiencias como corretear por Madrid en busca de libros (como siempre que me escapo a "Madriz"), ir a la Fiesta del PCE a recibir el premio (por cierto, llevaba en la mochila un libro de Álvaro Vargas Llosa recién comprado; me gusta la anécdota, pese al craso error de haber comprado ese libro, no por ir hacia donde iba, sino por algo todavía peor: era un libro tan malo...), o dormir en una estación de autobuses (la que fuera...). Todo eso a dos meses de doctorarme en Derecho, que suena así como más serio. Mucho contraste, tú. Por tanto, me gusta.
En el acto de entrega del Premio leí el poema ganador, y un segundo poema, como de postre.
Ese postre es el que incluyo en comentario a esta entrada.
 

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¡SEGUNDOS FUERA! BOXEO, VIDA Y ALGUNA OTRA METAFORA RAZONABLEMENTE ACERTADA

Dicen las mentes preclaras que el Mal atrae. Alguna vez he escrito, por ejemplo, que hay que tener un fascista de cabecera, para sentir la llamada de la selva de vez en cuando. En mi caso, Ernesto Giménez Caballero (y alguno que otro, como Foxá o Rafael García Serrano).
Viene esto a cuento de que...

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA TARDE EN QUE ME CONVERTÍ EN JEAN PAUL SARTRE

Inserto hoy aquí una columna que he mandado a un par de medios y... como no dicen nada y creo que tiene interés, pues... me concedo la exclusiva.
Es un homenaje a Paris, a Sartre y a mi pesebre cultural. Un paseo por mis santos lugares...
Bonjour!



LA TARDE EN QUE ME CONVERTÍ EN JEAN PAUL SARTRE


 
Así como todo fiel musulmán debe peregrinar a La Meca al menos una vez en la vida, soy de la opinión de que toda persona mínimamente sensible debe pasear por París al menos una vez en su vida. En el primer caso la intención es poner las cosas en orden con una divinidad: en el segundo, algo parecido. Y me atrevo a asegurar, sin miedo al error, que si esa persona posee esa sensibilidad que presumo, paseará por París más de una vez. Y más de dos.
Yo, que eché los dientes filosóficos con Sartre, con Beauvoir, con Malraux, con Camus, incluso con La Rochelle y con algún otro, tenía que respirar ese aire parisino antes o después. Y lo hice, claro está. Y como cada día soy más esteta, me puse a ello con interés, gozando de París...