lunes, 31 de octubre de 2016

FILOSOFÍA, ESPEJOS Y PERSONAS DESDE LEJOS

No soy un gran consumidor de filosofía, las cosas como son. Pero a veces intenta uno llenar la alfoirja conceptual, al menos para lograr llegar a la noche como una persona medianamente inteligente.
Y, en ocasiones, incluso escribe textillos con pretensiones estéticas, pero que ayuden a pensar, casi nada... (a lo mejor porque piensa con los dedos). Hoy encontré uno curioso, publicado en Sur, Revista de Literatura, hace ya tiempo (de casi todo hace ya tiempo).
Lo comparto, por si a alguien le ayuda a llegar a la noche en mejores condiciones. No lo tengo claro...

 http://www.sur-revista-de-literatura.com/Creaciones07/05Quesada.pdf

sábado, 29 de octubre de 2016

LEOPOLDO PANERO EN EL INFIERNO SARTREANO


LEOPOLDO PANERO EN EL INFIERNO SARTREANO

 

 

 

Antonio J. Quesada

 

 

La primera impresión que tengo, cada vez que me acerco a la figura de Leopoldo Panero, introduciéndome por algún recoveco de su vida o de su obra, es la de que estamos ante un creador que ha sido juzgado por medio de tópicos con una intensidad desmesurada. En España eso no es difícil, en general, pero este caso supera a todos (o a bastantes) de los ejemplos conocidos. Seguramente no es malo para un creador envolverse en un halo más o menos real y/o inventado, pero que ese halo caiga a plomo y destroce al personaje tampoco parece positivo. Algo de eso ha sucedido a Leopoldo Panero. Mucho de eso ha sucedido a Leopoldo Panero.

Cuando se piensa en él se comienza recordando que era Poeta Oficial del franquismo, se incide en su polémica con Pablo Neruda (y en su Canto Personal) y se vuelve a su conflictividad y a sus andanzas etílicas (¡ay, su mítico mal vino!) y prostibularias. Generalmente, para desacreditarlo como creador. Sin dejar de ser cierto todo eso a lo que se alude, pues no cabe duda de que todo ello es parte esencial de su imagen (bastante divulgada por él o sus próximos, como veremos), quedarnos ahí es injustamente unilateral. La realidad es bastante más compleja, y para matizar esa imagen podríamos comenzar recordando la carta que Vicente Aleixandre le dirige el miércoles 15 de abril de 1931, fecha señalada en la Historia de España, y cuyo contenido íntegro es el que sigue: “Leopoldo amigo: Esta tarde, si puedes, te esperamos Cernuda y yo en Miami a las 8. Si tienes que ir a la Pta. del Sol o adyacentes a vitorear a la tierna República, iremos los tres. No faltes. Ya nos contarás. En honor tuyo daré en este continental mi primer viva a la República. ¡Viva la República! Sí, chico, por mí que viva la joven doncella. ¿Te atreves a violarla? Hasta luego. Tu amigo y casi correligionario, Vicente Aleixandre”. Esta carta no se manda a un enemigo de la República. Y podríamos seguir apuntando anécdotas que ponen en duda esa imagen unilateral tan extendida: recién proclamada la República da a conocer en El Faro Astorgano un romance en honor de Galán y García Hernández; además, publicará en Caballo Verde para la poesía, la revista de Neruda; se relaciona con César Vallejo (quien será hospedado en Astorga, incluso) o se le recuerda luciendo la insignia de la hoz y el martillo en la chaqueta o colaborando con el Socorro Rojo. No parece, todo ello, un pasado especialmente reaccionario. Al estallar la guerra civil será denunciado y detenido, junto a un allegado que será ejecutado, y él logrará salvarse casi de milagro, como todos conocemos.

A partir de entonces, ahora sí, será un creador vinculado con el franquismo y el nuevo Régimen (aunque esté en contacto con personas del exilio como Luis Cernuda). Primero será una especie de “poeta bajo palabra de honor”, y pronto llegarán tareas creativas conectadas con el Régimen (la misión en Londres, giras por Iberoamérica, etc.), así como libros de la talla de “La estancia vacía” (1945) o su gran trabajo, “Escrito a cada instante” (1949, Premio Nacional de Literatura), junto a otros (sí, también “Canto Personal” en 1953, sí). Fallece en 1962 y, como creador, comenzará a dejar de ser excesivamente leído. En 1973 se publicaron sus Obras Completas, al cuidado de su hijo Juan Luis, en Editora Nacional, y en 2007 se publicará otra edición a cargo de Huerta Calvo.

¿Qué sucederá cuando llegue El desencanto, en 1976? El desencanto provoca que Leopoldo Panero vuelva a estar de actualidad, pero aunque es recuperado para el imaginario colectivo, su obra queda en un segundo plano y su imagen no sale muy favorecida de la película. ¿A qué se debe esa mala imagen? A varios factores, aunque podemos resumirlos, básicamente, en dos:

  1. En primer lugar, el Leopoldo Panero de El desencanto es, no cabe duda, el “Leopoldo-Panero-Poeta-Oficial-del-Franquismo”, conforme a esa imagen inexacta ya relativizada. Pero era bastante más, en esta película (basta repasar las inquietudes de Chávarri y Querejeta): Panero es también la imagen de la familia tradicional, que debe ser puesta en tela de juicio, así como es una metáfora del propio franquismo en sí, inevitablemente cuestionado, en todas sus facetas, al comienzo de la transición. Es el enemigo a batir por partida triple: ¿se puede salir bien parado de una batalla así? Es complicado.
     
  2. No bastando lo anteriormente expuesto, debemos destacar que Leopoldo no puede defenderse de los severos ataques que se realizan en la película, pues había fallecido bastante antes. Viene a la mente, inevitablemente, Huis Clos, del genial Sartre. Cuando contemplamos el mundo somos el centro de todo: todo se organiza a nuestro alrededor. Todo está dispuesto para que yo organice el universo, que gira en torno a mí. Pero esta situación cambia cuando entra alguien más en juego: entra en juego el otro. Parecía una cosa más, para mí, pero, ¡ay!, era otro demiurgo, como lo soy yo. Y dos demiurgos son multitud: ahora quiere ordenar mi espacio, me juzga, me ordena y, por tanto, me cosifica. El infierno, por tanto, son los otros. Leopoldo Panero es cosificado en la película, acribillado no por los besos de sus hijos, sino por cuatro atractivos demiurgos que cargan las tintas en los aspectos más negativos de su personalidad. Leopoldo, es evidente, es una estatua embalada, sin voz ni voto: Chávarri lo refleja magistralmente.

Por tanto, tras El desencanto Leopoldo Panero vuelve a estar de actualidad como personaje, pero sufre cómo su figura es simplificada y tratada de modo injusto, con bastante responsabilidad por parte de su propio círculo. Y no solamente podemos encontrar esa simplificación en El desencanto, como hemos visto, sino también en textos de sus hijos, como el mítico poema de Juan Luis “Frente a la estatua del poeta Leopoldo Panero” (“Desapariciones y fracasos”), que ahora veremos, en las memorias de Felicidad Blanc (“Espejo de sombras”), o incluso en algún texto propio (como su no menos mítico poema Epitafio, donde juega con la idea de su gusto por el alcohol).

Soy de la opinión de que los miembros de la Familia Panero fueron muy inteligentes a la hora de influir en el canon de interpretación de sus propias obras, pues lo reconducen constante y exitosamente, tanto en las películas (en El desencanto de modo espectacular, y en Después de tantos años se profundiza y refuerza en dichos imaginarios) como en sus mismas obras y declaraciones. En lo que afecta a Leopoldo, nos parece que Juan Luis, en su poema “Frente a la estatua del poeta Leopoldo Panero”, hace un exhaustivo repaso por los tópicos que se pueden asociar a su padre, solidificando más ese imaginario: incide en su faceta alcohólica (“Poeta húmedo como Darío”, “el asunto de tu bebida ha dado ya mucho que hablar”), sus hazañas prostibularias (“También se han comentado tus proezas en los burdeles”), su mal genio (“En cuanto a los arranques violentos de tu genio / para qué mencionar lo que todos sabemos”), incluso en cómo era considerado rojo por unos (“amigo de Vallejo, condenado en San Marcos”) y azul por otros (“amigo de Foxá, poeta del franquismo”), aunque esto último calara menos en el imaginario colectivo.

Leopoldo Panero: un excelente poeta que tiene que abrirse paso, después de muerto, ante esa imagen unilateral e inexacta que se divulga de él. Considero, además, y no es poco importante, que la vida no le permitió realizar personalmente ese “descargo de conciencia” político que tantos de sus amigos y allegados sí hicieron, con mayor o menos profundidad y credibilidad, con el tiempo. Amigos y allegados que se aprovecharon de que sus imágenes públicas acabaran siendo muy diferentes al sambenito eterno que arrastra Leopoldo Panero.

martes, 25 de octubre de 2016

EL (NADA) DISCRETO ENCANTO DE LA FAMILIA PANERO


EL (NADA) DISCRETO ENCANTO DE LA FAMILIA PANERO

 

 

Antonio J. Quesada

 

Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es a su manera. Con esta o parecida frase (¡ay, las traducciones!) comenzaba Tolstoi su magistral “Ana Karenina”, y con su genial texto hemos disfrutado y, posiblemente, aprendido (además de nutrirnos de citas para parecer así como más cultos, en nuestras charlas) generaciones de lletraferits.

No conozco familias felices, en el sentido más literal de la expresión, como no conozco personas felices, salvo que liguemos esa pretendida felicidad con hipocresía, cacharrería trascendente o sometimientos o conformismos diversos. Y si alguien me demostrara alguna vez lo contrario plegaré las velas, por supuesto, pues solamente me pliego ante lo que es más correcto que lo que defiendo (ante la vida y sus hechos consumados no me pliego: me obligan a plegarme).

La familia Panero, ejemplo canónico en España de familia más o menos desestructurada (con esto hay bastante mito, como con casi todo lo relacionado con tan creativa familia), merece atención. Aquellos que hemos convertido la actividad creativa en un fin, en una religión, en una ética, en una estética o en una tabla de salvación personal, estamos en deuda con los Panero. Creadores tan entregados y sugerentes seguirán atrayendo nuestra atención siempre, no puede ser de otro modo. Me gusta repetir que en el interés por los creadores de la familia Panero, “en los Panero”, “se entra, pero no se sale”, ya que uno queda atrapado en las fronteras del abismo que diseñan.

Las vidas y obras de tantos sugerentes y poliédricos creadores merecen repaso y meditación, e incluso es posible que uno vaya cambiando de opiniones conforme pasa el tiempo (al autor de estas líneas le ha sucedido, y ha dejado por escrito ideas que ya no sostiene). Chávarri, con su genial película, puso en pie un arma de doble filo que, si bien ejecutaba nuevamente, de modo inmisericorde, al ya fallecido Leopoldo Panero, levantaba sobre su cadáver exquisito (y en contra del mismo) un posible mito de la familia. Jugar con realidades y ficciones puede llevar a confusiones, y puede que bastante de eso sucediera con “El desencanto”, de ahí tanta polémica: los protagonistas eran tan seductores que, a lo mejor, creímos que esas sugerentes máscaras (sospechosamente parecidas a las caras, todo sea dicho) eran las verdaderas caras, y consideramos verdad lo que, a lo mejor, era verdad maquillada por literatura y ficción. Nos enseñó Jaime Gil de Biedma que donde no se habla bien es difícil que se escriba bien, y “El desencanto”, obviamente, nos encantó: esos personajes atractivos, que hablaban tan bien, escribían no menos bien y maltrataban de modo freudiano a un padre ausente y a ellos mismos, de paso, enganchaban.

Con “El desencanto” puede que sucediera algo parecido a lo que, a lo mejor, sucedió con el 23-F (tema obsesivo para Leopoldo María durante un tiempo, por cierto): que cada uno hacía su propia guerra por su cuenta. A lo mejor no existe “El desencanto”, sino “Los desencantos”, y Chávarri ajustaba sus cuentas por un lado, Querejeta las suyas por otro y Felicidad y los chicos, cada uno, daba su propio golpe de estado aprovechando que el Pisuerga, durante el rodaje, pasaba por Astorga. Y, todo eso ensamblado, tanta lucha contra tanto demonio familiar y obsesión, conformaba lo que hoy conocemos como “El desencanto”. Contribuyendo al nada discreto encanto de “El desencanto”.

Ha determinado tanto las interpretaciones, esta película, y en tantos sentidos, que vamos a dedicar atención, en esta serie de trabajos, a los diversos miembros de la familia, y ceñiremos esa Familia al padre, la madre y los tres hijos, que son los que aparecen-no aparecen en la película: obviamos a Juan, prematuramente fallecido, y a otros familiares que no aparecen ante la cámara ni se les espera.

Hay que detenerse en cada uno de ellos y extraer el jugo creativo que proporciona, que no es escaso: cada uno tiene una película, como hubiese asegurado un cineasta. Es lo que pretendemos con estos trabajos: detenernos en cada uno de ellos y filmar una especie de “trailer” de cada una de esas películas.

Es justo y necesario, que dicen en las misas.

Es justo y necesario detenerse y admirar el (nada) discreto encanto de la familia Panero. El apabullante encanto de la familia Panero. Y concluir si el innegable encanto de “El desencanto” nos distorsiona, a la hora de razonar.

Encantado de afrontar esta tarea.

sábado, 22 de octubre de 2016

DECLARACIÓN DE INTENCIONES SOBRE UN PROYECTO PERIODÍSTICO NONATO





DECLARACIÓN DE INTENCIONES SOBRE UN PROYECTO PERIODÍSTICO NONATO


  


Antonio J. Quesada


 
Las personas que me conocen (¿alguien me conoce? ¿Me conozco yo mismo?) y/o me leen saben que este verano pasado ha sido muy paneriano para mí. Preparé una conferencia en Astorga con la Cátedra Leopoldo Panero que, a lo mejor no está bien que lo diga yo, fue una experiencia inolvidable, así como un capítulo para un libro científico que actualmente está en prensa, del que estoy bastante satisfecho. Quizás estaba especialmente entusiasmado (de un tiempo a esta parte el entusiasmo vital lo reservo casi exclusivamente para temas creativos), tanto que me vine arriba y se me ocurrió una luminosa idea que, consideré, podía interesar a un lector de periódicos: escribir una serie de breves trabajitos, dirigidos a aparecer en prensa escrita, sobre cada uno de los miembros de la Familia Panero. A modo de texto divulgativo sobre cada uno. Pensé que, tras trabajar el tema con cierto detenimiento y rigor, podría ser curioso jugar con sus imaginarios en textos con pretensiones de divulgación: más libres, sin notas al pie, más ligeros. Qué apañado soy, oye, valgo más que las pesetas.


Ofrecí el proyecto a la prensa escrita de Málaga (dejando bien clara la filosofía, pues no pretendo meter cabeza en ningún sitio ni pisarle los pies a nadie: mi reino no es de ese mundo y esto era una cosa puntual): a los tres diarios canónicos y a “Viva Málaga”. Fui demasiado optimista, según veo: tendría que haber asumido hace tiempo que, si uno no está metido en ciertas pomadas de la ciudad (por razones familiares, religiosas, asociativas, meritocráticas, eróticas, sociales, ¡qué sé yo!), ciertas puertas están cerradas. Málaga Hoy y La Opinión de Málaga ni contestaron a mi mensaje, algo que me parece lo más legítimo: las tontadas de este pelado no nos interesan. Ni caso. Bravo: es (lo) coherente. Desde la parte más alta de “Sur” se me comentó que podía haber interés, hablé telefónicamente con quien correspondía y se me dijo que ya me llamaría la autoridad competente, que supongo que es el equivalente del “a ver si nos vemos otro día” que le decimos a alguien a quien no tenemos interés en volver a ver, cuando nos lo encontramos en la calle. Desde “Viva Málaga”, por su parte, me contestaron, así como corriendo, que sí, que interesaba. Que lo veríamos. Que muy bien. Que ya hablábamos.


Hice lo que creí que tenía que hacer: ofrecer a la prensa escrita de mi ciudad (todavía soy malagueño, creo, aunque a veces no esté seguro del todo) una idea que no era mala y que pensé que podía interesar. Y ahí quedó todo. Tengo claro que no me atrae pertenecer a un club que no me quiere como socio, así que el proyecto ha quedado nonato y no tengo interés en que nazca del modo en que lo diseñé. Pero como a ratos tengo el cuerpo de jota, tras hablar de esta anécdota con dos amigos poetas una noche de alcohol y versos (dos amigos y poetas: la cuadratura del círculo) decidí que voy a escribir esos textos sobre los Panero. Sí. Los voy a escribir para alguien sin el cual no podría vivir, pues soy un sentimental: yo mismo. Y para mis amigos, aquellos cómplices a los que les agrada compartir conmigo estas cosillas. Voy a escribirlos en mi blog y porque sí. Para mí y para quien quiera compartirlo, si a alguien le interesa los alaridos de este servidor. Poco a poco lo iré haciendo, pues esto lo iré redactando en las cunetas de mis días: entre clases y tutorías, entre exámenes parciales y reuniones de trabajo estériles, entre trampantojos académicos variados, diseñando esto o aquello en el autobús o en mis paseos mañaneros, qué sé yo. Al alba, a lo mejor, incluso.


Ellos a lo suyo (sus Cofradías, sus Peñas, sus Clubs, sus Asociaciones de no sé qué, sus personajes del día, sus caridades, sus políticos, sus agendas, sus mirillas), y yo a lo mío. Es legítimo. Es (lo) legítimo. Cada uno en su casa.


Ya irán saliendo estos trabajos. Poco a poco.



martes, 18 de octubre de 2016

MARIETA

Hoy volví a encontrarme con Marieta, la musa de Krahe y mía.
Hacía tiempo que no escuchaba el taconeo de Marieta y... la echaba mucho de menos. Si Cortázar nos confesó que "Queremos tanto a Glenda", no me cabe duda: el Maestro Krahe y yo... queremos tanto a Marieta.
Bentornata, que dicen en Italia.
Bentornata, Marieta.

lunes, 17 de octubre de 2016

TRECE AÑOS SIN MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Tal día como hoy, hace trece años, fallecía en el aeropuerto de Bangkok, Manuel Vázquez Montalbán (nadie debería fallecer en sitios tan asépticos, pero bueno, a lo mejor es signo de los tiempos).
Sus lectores nos quedamos huérfanos: aunque ante todo era un poeta (quizá una faceta no suficientemente reconocida por el gran público), nos dejó escritas grandes novelas (sobre lo que somos y la memoria, espectaculares) y novelas negras que eran, en el fondo, un ejercicio bastante galdosiano conectado con la transición española. También me interesaron siempre sus columnas, ensayos y crónicas políticas, escrito todo con la mano de un buen poeta. La clave de que era un referente está en que, tras su muerte, muchos nos hemos preguntado aquí o allí: "¿Qué pensaría de esto MVM?". Maruja Torres nos lo trajo, junto al gran Terenci, en aquel bello texto al que vuelvo periódicamente, "Esperadme en el cielo".
En estos días ando en mil cosas, pero también quise revisitar a MVM de la mano de José V. Saval. Para revisitar mis santos lugares, igual que hacen los católicos con las peregrinaciones a Tierra Santa o los musulmanes con La Meca. Mis santos lugares, obviamente, solamente pueden ser creativos, no me atraen otros.
MVM: trece años ya sin ti. Pero siempre presente. Igual de fresca y atractiva tu obra.

pd: hace unos años (ya hará tiempo, pues salió en "Diario Sur", imaginen...) publiqué un texto que sirvió para vertebrar una conferencia sobre MVM (abrazos, queridas Lola y Brénea). Por aquí lo dejo, que estará en mejor compañía que en "Sur": tenía yo tanto caché en la prensa escrita malagueña (estas cosas hay que trabajarlas...) que mis textos quitaban hueco a las esquelas. En aquella época me consolaba pensando que mis escritos tenían una misión social: a más texto, menos fallecidos en Málaga, claro...

 



miércoles, 12 de octubre de 2016

CÁDIZ-LA HABANA

Alguna vez escribí un relato titulado "Cádi es La Habana con más salero". Sucedía en él algo que intento que suceda en mis relatos: que nos encontremos con una historia aparentemente cotidiana que sufra cómo los grandes temas de la vida se cruzan por ella. Como creo que puede ser la vida, más o menos: una sucesión de banalidades por la que aparecen las grandes cuestiones, aquí, allá o más allá.
Quebrando mi arraigada tradición de derrotas, este relato fue elegido Finalista en el II Certamen de Relatos Fantásticos Fancine-UMA en 2010, y se publicó, incluso, en una obra colectiva.
Hoy lo releía y, a ratos, era capaz de arrancarme una sonrisa: la historia de un cubano que viene a España a buscarse la vida y, durante la calurosa noche, recibe la visita del fantasma de su abuelo Liberto. No es poca cosa. Recuperan el tiempo perdido y hablan de lo divino y lo humano. Más de lo humano que de lo divino, claro: cultura, literatura, política, el Más Allá,...
Comienza así:


"Pese a que Eddy llevara ya cierto tiempo en Cádiz no había terminado de acostumbrarse a un clima tan diferente del clima de su isla. Era frecuente que algunas noches no pudiera dormir bien y se despertase en mitad de la madrugada. Lo peor venía a la mañana siguiente, porque no había quien le levantase de la cama. Y talar árboles por las mañanas no es precisamente un trabajo donde conviniese estar medio dormido".




sábado, 8 de octubre de 2016

NUEVAMENTE, SOBRE JORGE SEMPRÚN

Nuevamente, estoy de enhorabuena. Se publica una biografía de Jorge Semprún, un creador (y personaje) fundamental para mí.
No hace mucho leíamos con gran interés "Ejercicios de supervivencia", en bellísima edición de Tusquets y con palabras iniciales de Mario Vargas Llosa (en las que citaba cómo Debray, en la edición francesa, recordaba bastante a Malraux: esto me encantó, pues no soy capaz de separar del todo a Semprún de Malraux), y ahora llega esta biografía que pronto caerá en mis redes.
Recuerdo cuando fue nombrado Ministro de Cultura, tiempos en que yo era un crío (después de que González confirmara que seguía manteniendo pasaporte español; me encanta): me pareció un señor excesivamente civilizado y europeo en este país de asilvestrados curasmerinos, ese señor que va a comprar el pan en París por las mañanas, y además se hace con el Diario (diario progresista, por supuesto, pero no L'Humanité, bien sûr) y algún periódico alemán, italiano o inglés (puede que también español, tiene su corazoncito: El País) en ese quiosco con prensa internacional que hay dos calles más allá (vete a saber si no muy lejos de la Rue de Rivoli).
Un escritor francés de origen extranjero, un español afrancesado (¡qué elogio!), alguien capaz de razonar también en alemán, hombre de acción y creador muy sugerente, con excelentes guiones cinematográficos a sus espaldas. Mi admirado Umbral le describió alguna vez como "ese mal guionista francés", con esa genialidad que tenía incluso para los errores garrafales o injusticias, como en este caso.
Admiro mucho a Semprún, y pronto gozaré de otro texto que me permitirá revisitar los santos lugares del personaje.

pd: la noticia es de mayo, pero el libro lo encontré por casualidad en una librería la semana pasada.


martes, 4 de octubre de 2016

UNA ENTRADA DE "DIARIO DE HAITÍ"

Cuando anduve por Haití llevé una especie de diario. Un texto que titulé "Diario de Haití", en el que apuntaba ideas, sensaciones, pensamientos, idioteces, comentarios... Diario que está inédito y, como dicen los catalanes, per molts anys, por muy diversas razones que no vienen al caso.

Hoy recuerdo un texto de dicho diario que se refiere a los tap-tap, esa metáfora plástica del país, y en el que se palpa tanto mi diletantismo como mi discreta lucidez, al no estar dispuesto a emborronar mucho papel (ni con esto ni con nada) y no calentar la cabeza al personal.


El lunes escribí sobre los "tap-tap", y sobre cómo debía ilustrarme acerca de ellos. He tenido tiempo y tengo ya opiniones. Pero... me da tanta pereza, escribir ahora sobre esto. Casi a punto de volver al Aeropuerto de Port-au-Prince...


Pues eso: que me dio pereza. Como tantas otras cuestiones de la vida. Estaba a punto de volver para Europa, y eso redobló la pereza.
Pero, no se engañen, lo llevo todo dentro. En el sucedáneo de cerebro.
 

domingo, 2 de octubre de 2016

SOBRE EL PROCESO CREATIVO

Siempre me ha interesado, cuando me disfrazo de creador (creador chiquito, creador desconocido, creador del montón o como se quiera, pero creador), el vínculo entre realidad y ficción en un texto creativo. Aquella situación en la que el creador se nutre de realidad, en el sentido más estricto de la palabra, para vertebrar el texto narrativo. Algunos llamaron a algo parecido a esto "autoficción", y no me disgusta el término (incluso he jugado y juego a ello, en mi modesto espacio; con los inevitables problemas, claro). Me preocupa y me apasiona la cuestión (y cada vez me apasionan menos cuestiones, lo confieso). Y no es fácil de gestionar, es un interesante reto para el creador.
Incluso una vez pregunté, en un programa de televisión, a un escritor sobre el tema (pues había escrito una novela con personajes reales, e íbamos a hablar de ella): hasta qué punto le condicionó, como creador, tener que ser fiel a un imaginario real y no poder ser Dios Padre en el sentido más estricto de la palabra. No se enteró de la cosa y salió por peteneras, y como era en Canal Sur, pues quedó como folklórico, además. Una pena: le hice la pregunta para que, como creador, se luciera. Allá él.
Pero yo sigo dando vueltas al tema. Hoy encontré un sugerente artículo de Víctor Erice, vinculado a una reciente novela, que me hizo volver a la cuestión. Se publicó ayer, y me hace revisar esa clásica convicción de que nada hay más antiguo que el periódico de ayer.

sábado, 1 de octubre de 2016

LA NOCHE EN QUE ESTUVIMOS DE PUENTE CON JUAN ANTONIO BARDEM

Anoche se celebró LA NOCHE EUROPEA DE LOS INVESTIGADORES, y mi querida amiga y cómplice de tantas batallas Ana Sedeño y yo participamos con la charla titulada "Torremolinos como metáfora en la película “El puente”, de Juan Antonio Bardem".
Quiero agradecer a los amigos que nos acompañaron ayer el buen ratito compartido. Por orden de aparición (ya que de cine hablamos, metámonos en el papel...), quiero agradecer su presencia... y complicidad a Miguel Asensio (que venía de fábrica, pues llevábamos recorrido conjunto ayer),Tíscar Latorre, José Infante, Pedro Ruiz Morate, Jorge Villalobos, Álvaro Galán, Juan Manuel Garrido y a una señora cuyo nombre no supe. Y a Eva Fanjul y a la otra compañera (cuyo nombre no recuerdo), que nos cuidaron con el mimo y cariño habitual, ¡son un sol!
Juntos charlamos sobre Bardem, sobre Torremolinos, sobre el cine y sobre la condición humana, seguramente. Pasamos un rato muy agradable, sin duda. Y sobre todo quiero agradecerle a mi querida amiga Ana que se embarque con este semi-inimputable que soy yo a ratos en estos divertimentos culturales, pues sin su presencia todo sería otra cosa. Mucho menos bella, además.
GRACIAS, amigos, por hacer posible estos momentos. Abrazos,