domingo, 29 de junio de 2014

SOBRE ABORTO(S). ABORTOS DE DIVERSOS TIPOS...

Anda el Gobierno a vueltas con la reforma de la legislación sobre aborto. Según parece, la norma que hay es como muy avanzada (las cosas de Zapatero...), y hay que dar marcha atrás inmediatamente, que esto no es libertad: es libertinaje.
Veo imágenes que me retrotraen a mi tierna infancia. Imágenes en blanco y negro de mujeres que salían a la calle a reivindicar cosas (acompañadas por algunos hombres, también, por la cosa esa de las ideas...). Y empiezan a resonar ecos de charlas que uno cazaba en las conversaciones entre padres y amigos de padres, en aquellas tardes en que los niños jugábamos con camiones y clicks de Famobil por los suelos: viajes a Londres de niñas con posibles (que iban a hacer un curso exprés de lengua inglesa, of course), aborteras para niñas de pueblo o sin un duro, Conferencia Episcopal con el mazo dando, curas explayándose desde el altar (encontraban al demonio detrás de casi cada película, casi cada canción o casi cada político de centro-izquierda para allá), conventos donde habían descubierto mil y un fetos enterrados...
En fin, que alguna vez escribí este poema por alguna parte (que no se me subleve nadie, cito la fuente para evitar problemas: "Poesía a instancia de parte", colección Ancha del Carmen; excelentes recuerdos de aquellos tiempos, por cierto) : "Aborto(s)".
 
 
Aborto(s)
No es ético
matar
fetos.
Sí es ético
(o es, cuando menos, más ético)
esperar
a que nazcan
para dejarlos morir poco a poco por hambre, Sida o algo así.
Consecuencia:
abortar poquito a poco sí lo permiten las reglas éticas.

lunes, 23 de junio de 2014

¡VIVA LA "TERNURA"!: PORQUE SIEMPRE ES BUENO ESTAR BIEN ACOMPAÑADO

Tengo una serie de poemas titulada "Poemas de la amargura", en la que incluyo piezas con el hilo conductor de ese bajón anímico que todos tenemos en ocasiones (incluso en los "días rojos" de Tiffany).
En el que aquí inserto, "Ternura", hago una declaración de amor a esa amiga tan especial que tanto me ha ayudado en momentos duros de trabajo en soledad.
Feliz comienzo de semana,
 
 
Ternura
Qué bien estoy contigo,
querida mía.
Mi cielo, mi amor, mi vida.
Sí: tú sí que me entiendes, no como el resto del mundo.
Sí: tú no me afeas conductas de aquí y de allá.
Sí: tú sabes que te trataré siempre con ternura
y me tratas siempre con ternura.
Sí: cómo me agrada tu compañía.
Sí: cuando alguna vez me fallas
(fallos mínimos, reparables: todo es solucionable entre tú y yo)
llamo a nuestro teléfono y se arregla todo.
Mi vida, mi amor, mi cielo.
El afecto que me das no se paga.
Nuestros ratos pertenecen a esos pequeños momentos inolvidables
que siempre merece la pena vivir
(¿recuerdas en Roma, en la Biblioteca della Camera dei Diputati, por ejemplo?).
Y el café tan bueno que me ofreces por sesenta céntimos…
 

jueves, 19 de junio de 2014

SOBRE TERROR PÁNICO, PERE GIMFERRER Y LA CULTURA SIN DISCIPLINA MA NON TROPPO

Queridos amigos, hoy el Diario Sur tiene la gentileza de publicar mi último trabajito literario, una reflexión sobre la actividad creativa... en clave creativa. Agradezco a "Sur" dicha cortesía.
Hoy merece la pena, especialmente, comprar el ejemplar de Sur, edición histórica: viene no sé qué cambio en la jefatura del Estado y este trabajito que ahora incluyo en esta entrada.
Gracias por estar cerca,



Sobre terror pánico, Pere Gimferrer y la cultura sin disciplina ma non troppo


Antonio J. Quesada

Escribió Nietzsche por alguna parte que sin música la vida sería un error. Suscribo la frase, aunque podríamos añadir, con Michi Panero, que “lo que es un error es vivir” (“Después de tantos años”) y, a lo mejor no estamos, tampoco, excesivamente equivocados. Pero voy más allá de Nietzsche: en lo que a mí respecta, sin actividad creativa la vida sería esa cosa excesivamente gris, insípida, como torpe, que debes protagonizar porque casi no te queda otra. Dar trabajo al Registro civil para que certifiquen tu nacimiento y tu defunción y, ad interim, hacer lo que hace el común de los mortales: comer, dormir, defecar, casarse, parir, hacerle la vida imposible a alguien, trabajar y mirar de reojo al de la mesa de al lado para comprobar que estamos por delante de él (“mirarle por el retrovisor”, dicen ahora los comentaristas deportivos). Más o menos. Si prescindimos de la actividad creativa, para mí esto de vivir pierde casi todo el encanto. A usted, amable lector cuya intimidad invado, le gustará más o menos lo que escribo, pero... yo hoy me ahorro el psicólogo y, por otra parte, no suelo martirizar a nadie con mis cosas (puedo estar loco pero no embarco a nadie en mis locuras, y en tiempos de mesianismos de todo tipo eso es, cuando menos, elegante).
Mas a pesar de que tomo muy en serio lo que escribo pero no a mí mismo (esta actitud es sanísima), debo confesar un terror pánico que me embarga en las noches de invierno, un terror que tiene nombre de poeta: Pere Gimferrer. ¡Ay, Pere Gimferrer! Un sabio tan químicamente puro, con un cerebro sin pecado concebido, me inspira un horrible temor: cuando quiero torturarme me imagino, creador tan chiquitito e imperfecto como soy, siendo recibido por Gimferrer, que me escruta serio y me dice, mirando unos papeles, “siéntese, Quesada, he leído sus versos y quiero comentarle algunas cosas sobre ellos”. Ufffffffff, sólo de recrear la escena, tiemblo: Gimferrer no sólo es un creador de primer orden, sino un crítico de una lucidez tan apabullante que da miedo (la lucidez es excesivamente peligrosa). Gimferrer es el más riguroso forense literario a este lado del Ebro, y viene derechito a hacerme la autopsia, cuando todavía muevo los brazos y siento el bisturí a cada pinchazo. Malo. Reinaldo Arenas sentía algo parecido con Carlos Fuentes y, en otro ámbito, yo de niño disfrutaba del ciclismo con el imperfectísimo Perico Delgado antes que con esa máquina llamada Miguel Indurain.

(Sigue en comentario...)

domingo, 15 de junio de 2014

"ACTITUD EXISTENCIAL", UNO DE LOS "POEMES DE VIC"

La revista "Alga", de Castelldefels, va  a publicar varios poemas míos  bajo el nombre colectivo de "Poemes de Vic", con el subtitulo "Una mica d'existencialisme vigatà". Poemas conectados con mi queridísima ciutat de Vic. Una breve selección, a modo de cariñoso recuerdo a Vic, de entre todos los que he escrito en Vic o sobre Vic (algunos más).
Aprovecho para agradecer esta publicación als amics catalans. Això es un gran honor per mi.
Comienza esta serie con el que ahora incluyo aquí, "Actitud existencial".
Bon dia a tothom!



Actitud existencial
Contemplo
el techo
de la habitación humilde del humilde hotel,
meditabundo.
Ya
no recuerdo la razón
pero
todavía
sigo profundamente triste.
Así
debe ser
la tristeza más honda y metafísica.

 

 

martes, 10 de junio de 2014

TIREMOS SOBRE "EL PIANISTA"... DE MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Buenos días, amigos. El Diario Sur tiene hoy, miércoles 11 de junio, la gentileza de publicar un trabajito mío sobre "El pianista", de MVM.
Agradecido por su cortesía, lo cuelgo por aquí. Y si animo a alguien a leer este libro... habré triunfado.
Feliz miércoles.



Tiremos sobre “El pianista”… de Manuel Vázquez Montalbán


Antonio J. Quesada


“Tirad sobre el pianista” (Tirez sur le pianiste) es el título de una bella película del gran François Truffaut, del año 1960. Tras el éxito del año anterior con “Los cuatrocientos golpes”, Truffaut retorna con lo que los italianos llamarían un capolavoro, una obra maestra. Al menos, para mí. Personalmente sintonizo con el personaje memorable que interpreta el memorable Charles Aznavour (quizá porque Aznavour me agrada bastante): con su timidez y su soledad abrumadoras, con su capacidad de supervivencia frente a la derrota y frente a la victoria (¿habrá leído, aunque sea de reojo, “If”, de Kipling?), con su pretensión de huida hacia ninguna parte y con esa caracterización de antihéroe tímido con cierto poso hierático “bogartiano” que me encanta (cada día ligo más estética y ética en casi todo en la vida, ante la falta de ética y de estética que aprecio en general). Además, me obsesiona la intervención musical de Bobby Lapointe y su “Framboise”, que escucho hasta lo obsesivo. Debo hacérmelo mirar: esa música me tiene embrujado (menos mal que nunca acierto con la letra más allá del estribillo, de lo contrario sería difícil compartir espacio conmigo).
Tiremos sobre el pianista, no tengamos compasión. “El pianista” es una novela del genial Manuel Vázquez Montalbán, publicada en 1985 y que obtuvo, si la memoria no me falla, el Premio Recalmere. Gracias a los buenos oficios de mi cómplice y amigo Miguel Ángel (profesional excepcional con su “Libro errante”, allá por la calle Júcar, en la barriada de La Paz), tengo el libro en edición antigua de Seix Barral (me siguen dislocando estas ediciones de Seix Barral, tan diferentes de los insípidos formatos actuales): no es una primera edición, de marzo de 1985, pero sí una tercera, de abril (abril, aquel mes tan cruel que apuntara T. S. Eliot en “La tierra baldía”). “El pianista” refleja diversos momentos de la vida de Alberto Rosell, un gran artista que termina sus días tocando en un club de medio pelo, pues perdió una guerra, perdió la batalla del éxito y asumió la ética y la estética del derrotado (todo lo contrario que Luis Doria, el artista triunfador y con modos de triunfador, que decidiera sobrevivir y arrojara por el retrete los cincuenta gramos de posibles ideales con los que llenaba su cerebro). Rosell es fiel a sí mismo, y eso provoca que el mundo gire a otro ritmo para él. Doria hará una subasta con sus principios (“si no les gustan, tengo otros”) y se dedicará a eso tan humano de amoldarse a nuevos órdenes y salir a flote, siendo catalán universal y joseantoniano, seguramente no por ese orden. Luis Doria siempre ganará sus batallas, aunque no sepa en ocasiones en qué bando combate (como Pío Cabanillas), pero sabe vender su producto, es decir, él mismo, y acaparará éxitos y menciones oficiales mande quien mande; Alberto Rosell, por aquello de los principios, perderá sus guerras y defenderá su independencia en una pequeña reserva india que irá desde el bar oscuro en que toca hasta el oscuro domicilio en que vegeta. Cherchez la femme: Teresa también flota por estos mares. Pero la novela puede leerse casi como un western europeo de entreguerras entre dos pistoleros que saben lo que quieren y son fieles a ello. Pero no quieren lo mismo, claro.
“El pianista”. Una novela sobre el papel del artista en una sociedad. No sé la relación que pueda tener “El hombre del piano” que cantaba Ana Belén con la novela, pero cierto lazo de parentesco parece existir. Una novela sobre el papel de las convicciones, esos fardos del alma que a veces tanto pesan y te impiden salir volando. Sublime recreación de la Barcelona de la postguerra, derrotada por partida doble, triple o cuádruple (es cuento largo). Una novela sobre el papel del travestismo político necesario para sobrevivir y flotar en todas las aguas, como los buenos corchos. Una novela con demasiados papeles, por lo que veo, pero ninguno papel mojado. Una novela para leer, para gozar y para extraer alguna enseñanza.
Como me cae excesivamente bien, no incitaré a tirar sobre el pianista. Ya se encargó el resto del mundo de hacerlo. “El contexto”, que hubiese dicho Sciascia.

lunes, 9 de junio de 2014

DESPUÉS DE TANTOS AÑOS... POR FIN LA PELICULA DE RICARDO FRANCO

En 1976 "El desencanto" nos conmovió, incluso a los que estábamos gateando por aquellas fechas. Casi veinte años después, muy dumasiano todo, Ricardo Franco volvió a la carga con tres Panero por banda, hermanos que siguieron estirando y estirando todo aquello en lo que ya en 1976 habían hurgado. A los Panero les sucede lo que a los Goytisolo: que son casi tantos como los hermanos Karamazov. Eso puede confundir, claro. Y sin son belicosos, ya, ni cuento...
"Después de tantos años". Casi veinte. Pero con el paso del tiempo todo se vuelve como más  cruel, incluso para los Panero, y Ricardo Franco levanta acta de ello: Felicidad Blanc había muerto (la felicidad había muerto hace mucho en aquella casa, si es que alguna vez estuvo cerca) y los tres hermanos soportaban mejor o peor a sus respectivos personajes, ya sin esa madre a la que adorar-odiar y, olvidado ese padre al que se mató hacía ya demasiados años (excesivamente freudiano iba todo desde los años sesenta...).
Reconozco que el interés de la película me parece mayor que la de 1976, al menos para los lletraferits (y los ávidos de filosofía), pero la lucidez es horriblemente cruel. Cuando termina la película se te queda el alma agridulce, casi como esas salsas que en los restaurantes chinos sirven para enmascarar sabores (¡la de salsas agridulces que utilizamos en la vida, aunque no tengamos ni idea de cocina!).
Cada uno se disfrazó del Panero que le tocó en suerte, el que mejor conocían, y se interpretó con mejor o peor arte ("Juan Luis parece un extra", se quejaba Michi). El crepuscular Michi, por cierto, me resulta espectacular en la cinta, con el encanto de lo moribundo que todavía no ha terminado de derrumbarse, pero que conoce perfectamente el funcionamiento de la vida. Y ve venir lo único que puede venir a estas alturas, claro. Nada bueno.
Seguramente, esto de lavar los trapillos en público me sigue pareciendo impúdico, pero... trapillos tan literarios suelen interesarme. Y en este país de cotillas y viejasdelvisillo, creo que lo mío es perdonable.
Al menos hasta cierto punto, como hubiese dicho Gutiérrez Alea.


http://elpais.com/diario/1994/09/21/cultura/780098413_850215.HTML

http://tembladeraldesilabas.blogspot.com.es/2008/12/los-panero-revisitados-resea-de-despus.HTML

martes, 3 de junio de 2014

ASQUEROSOS TROZOS DE CARNE O LA LABOR DEL CREADOR EN LA SOCIEDAD

Dicen que la opinión de Margaret Thatcher sobre la obra del pintor
Francis Bacon era más o menos algo así como que era un montón 
de "asquerosos trozos de carne".
Valorando la trayectoria del uno y de la otra, proponen un 
perfecto ejemplo para reflexionar sobre la tarea del creador 
en la sociedad, 
el creador frente a los poderes públicos y las autoridades. 
Otro ejemplo más. 
Por cierto, Vázquez Montalbán nos lo planteaba también en 
"El pianista", pero la dama de hierro nos pone un ejemplo 
sin máscaras, a las bravas (aunque esta falta de máscaras 
disgustara a Octavio Paz, no me cabe duda).
Un abrazo, 
Antonio

lunes, 2 de junio de 2014

Alguna vez escribí un poema titulado "No", que incluí en una serie publicada por la Diputación de Málaga bajo un título levemente pasoliniano: "Cinco poemas corsarios".
Creo tener el ego en su sitio, sin fanatismos, aunque alguna vez hubo uno que me acusara de lo contrario (había mala leche en el ataque, creo sinceramente que era inexacto). Y en algún momento, antes de dicho ataque prescindible, escribí este poemilla, que a veces me viene a la mente en algunas situaciones. Y me hace sonreír, incluso.
Feliz semana,
 
 

No


No quiero ser ejemplo para nadie, a estas alturas.

No quiero ser estandarte de nada.

No quiero ser paradigma

ni quiero

ser el elegido.

No.

Ya, no.

Me pilla todo eso demasiado maduro.

A lo mejor, si hubiese sido más joven

me hubiera hecho ilusión

figurar.