jueves, 28 de junio de 2018

PROCESO CREATIVO: EL CUENTO



El proceso creativo: lo que más me apasiona en la vida. Hoy he vivido una anécdota significativa, y quiero compartirla con quien por aquí pase sus ojos (es mucho aventurar, que algún despistado caminante posara sus ojos por aquí, con la de vida atractiva que hay por ahí fuera, ¡quién creo que soy!).
Las cuestiones laborales aprietan, por razones que no vienen al caso (por otra parte nadie va a creer que esto me suceda en estas fechas, ¿para qué justificarlo?: los profesores tenemos meses de vacaciones y todo eso), pero he salido a hacer unas compras al supermercado. Pese a ser un espíritu puro también compro en el supermercado, como todo hijo de vecino, y hago todo eso que hacemos siempre en el super: mirar la listilla y no entender lo que tú mismo has escrito, meter en el carro algo que no te conviene pero que está muy bueno, intentar desprenderte de los céntimos al pagar, probar en algún stand algún producto fingiendo un interés que no tienes, etc. Todo eso, ya saben. Iba dándole vueltas a un excelente relato de Ribeyro, otro, cuando me ha venido una idea muy chispeante para escribir un cuento y, vaya por Dios, se ha puesto pesada. Por tanto, después de llegar a casa y dejar cada cosa comprada en su sitio, nevera incluida, no he tenido más opción que empezar a escribir el cuento. Y me estoy divirtiendo: vienen curvas en él.
Esto del proceso creativo es una maravilla. El proceso creativo alimenta.

lunes, 25 de junio de 2018

INCLUSIÓN EN ANTOLOGÍA POÉTICA

Qué gran honor, ser incluido en “Inter-Nautas en la red. Poesía emergente en Málaga, 1”, Colección Arroyo de la Manía, 5. Málaga, 2018, a cargo de Rafael Inglada.


Mi poema es un texto que dedico a Antonio Jiménez Millán, un referente.






 


El viajero que firma en recepción


 


                                              Para Antonio Jiménez Millán


 


Yo ya no soy yo,


o ese que era entonces,


cuando vuelvo a mi ciudad


después de tanto tiempo


ejerciendo de extranjero por el mundo.


Me alojo en un hotel que mira a la Alameda,


decorado con cuadros de paisajes desvaídos


y que incluye el desayuno en el precio final.


No conozco sensación de extranjería tan intensa


como la de reservar hotel en tu ciudad natal.


Nada es lo que era en la ciudad, ya.


Nada queda. Nadie queda. Tampoco yo.


Siento la amenaza de haber sido un error.


Como un turista, vuelvo al barrio de mi infancia


y, a ratos, recupero


bocanadas de lo que fue.


Bocanadas de lo que fui.


Yo ya no soy yo:


soy un extraño que se parece a alguien


que vivió aquí, hace mucho tiempo.


Sólo soy


el viajero que firma en recepción,


el ausente que nunca terminó de marcharse.


                                                  (Antonio J. Quesada)

domingo, 24 de junio de 2018

SALÍ PORQUE SALÍ (CHEO FELICIANO)

¡Cómo gocé de esta canción entre tinieblas almodovarianas!




Otra vez sin decir nada de mi
otra vez voy pasando por ahí
donde voy procurando sin hallar
puede ser que te vuelva yo a encontrar.

Otra vez por aquello que soñar
echaré ilusiones a volar
amaré todo cuanto pueda amar
y dejar en el olvido cuanto yo deba olvidar.

Para ti ni siquiera yo tendré
ni quizás la limosna de un mirar
fué mejor sepultar en el ayer
tu lejano amor prohibido que jamás debió de ser.

Otra vez voy pasando por ahí
otra vez con mi cara tan feliz
si a tu amor yo llegué porque llegué
de tu amor yo salí porque salí.(bis)

Coro:
A tí llegué porque llegué, y salí porque salí
amo cuando pueda amar, sigo andando por ahí.

Por ahí, por ahí voy yo caminado
camino por donde quiera
ami no me digas nada, mama
en esta te quedaste afuera.

Ahora todo es diferente
la cosa no es como era
voy solito, voy contento
ahora me la gozo entera.

Pero que son las cosas del amor
esta cambiando la escena
negrona ya bajó el telón, mira
y comienza otra novela.
~
Estas son cosas que pasan
como me dijo Tite Curet
yo seguiré por mi rumbo
y le deseo mucha felicidad a usted.

Pero la vida es una comedia
esta es la universidad
no va para ningún lado
quien no sabe donde está, oye.

Mira negrona, cada cual por su rumbo
y que seamos felices.

martes, 12 de junio de 2018

SOBRE VITTORIO DE SICA

"Manual de Uso Cultural" (número 38, 2018) publica un trabajito que escribí sobre Vittorio de Sica y el General della Rovere. Un placer que agradezco. Es el que sigue.






VITTORIO “BARDONE” DE SICA


 


 


Antonio J. Quesada


 


Aseguraba Roberto Rossellini que, durante su carrera, había hecho dos películas gastronómicas (de esas que se hacen porque es necesario pagar alguna deuda o pensión alimenticia, comprar una bicicleta al niño o porque apetece cambiar de coche o de casa): una de ellas fue “El General Della Rovere” (la otra fue “Anima nera”). Sorprendente: pese a que el nivel de ambientación de época no estuviese a la altura de “Roma, città aperta” o “Paisà”, por ejemplo, sería un error pensar que estamos ante una obra intrascendente (como tampoco lo fue el cine gastronómico de Buñuel, por ejemplo). Basada en un relato de Indro Montanelli (con raíces que entroncan con Fulvia Ripa di Meana), la película, de 1959, obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia y bastantes otros reconocimientos, indicio de que estamos ante un trabajo sólido. Y gran parte de la responsabilidad es del gran Vittorio de Sica, soberbio protagonista.


“Vittoria per Vittorio”, certamente. Ese genial artista y pícaro que fue Vittorio de Sica borda el papel del buscavidas Bardone, timador de medio pelo que se va metamorfoseando en el general resistente Della Rovere, quizás porque pone bastante de sí en el personaje, y Vittorio De Sica es un tema que Vittorio De Sica conoce al dedillo: juego, mujeres, trapicheos, deudas, etc. Como sucedía con Luis Escobar (con quien guarda un inquietante parecido en la primera parte del film) cuando interpretaba al Marqués de Leguineche, De Sica se disfraza con una máscara que se parece peligrosamente a su auténtica cara, y si a ello se une el genio que era, el resultado no puede ser más que bueno. Bardone se enseñorea en su gran ficción y acaba dignificándose y muriendo como el héroe Della Rovere, y De Sica hace una interpretación espectacular.


La trayectoria de Vittorio le avala: poliédrico director de cine, ganador de cuatro Óscars, maestro del neorrealismo (“Sciuscià”, “Ladri di biciclette”, considerada una de las diez mejores películas jamás filmadas, “Miracolo a Milano”, “Umberto D” o “La ciociara”, entre otras), director de películas tan cómicas como “Ieri, oggi e domani” o “Matrimonio all’italiana”, y tierno director nostálgico en sus últimos tiempos (recuerdo especialmente “Il giardino dei Finzi-Contini” o “I girasoli”), “Il commendatore” era también un actor de raza, aunque quizás esta faceta estaba oscurecida por su brillante trayectoria como director. Además, no olvidemos cómo salvó la vida de trescientos judíos incluyéndolos como falsos extras en una basílica, durante el rodaje de “La porta del cielo” (1945).


Volviendo a la película de Rossellini, me sucede con “El General Della Rovere” algo parecido a lo que me pasa con “El tercer hombre”: existe un director de la película, obviamente, y no de escasa entidad, pero el magnetismo espectacular del protagonista (a su vez, también director de obras maestras) inundará todo. La película tiene dos partes diferenciables: la primera, en la que se ve al timador en toda su plenitud, engañando por aquí y por allá, sobreviviendo y enredando, y la segunda, en la que va cambiando de mentalidad y poco a poco se revestirá de dignidad, muriendo como un auténtico héroe. El timador se apropia con tanta pasión de la piel del general que acaba siendo coherente con él hasta sus últimas consecuencias. “Viva l’Italia”.


Mítica y metafórica película. Javier Cercas, en su libro “Anatomía de un instante”, utiliza a Della Rovere como posible punto de referencia para Adolfo Suárez, inspirándose en aquel editorial de “El País” de 18 de febrero de 1981: Suárez, alguien que genéticamente no es demócrata, pero que se empapa de su papel de colaborador insustituible para devolver la democracia al país, representa su rol a la perfección hasta casi sus últimas consecuencias durante el 23-F, fecha en que se enfrenta a las metralletas de la Guardia Civil para defender a la democracia (si hubiese muerto en el envite, gritando “Viva España”, la realidad hubiese imitado insoportablemente a la ficción).


Nuevamente, “Vittoria per Vittorio”. Vittorio “Bardone” de Sica.



SOBRE "SUMISIÓN" DE HOUELLEBECQ, EN "MANUAL DE USO CULTURAL"



"Manual de Uso Cultural" (número 37, marzo/abril 2018) publica un trabajito que escribí sobre "Sumisión", de Michel Houellebecq. Un placer que agradezco. Es el que sigue.


LA “SUMISIÓN” INSUMISA DEL INSUMISO HOUELLEBECQ
 
 
Antonio J. Quesada
 
 
Aseguraba una querida profesora de Filosofía que tuve alguna vez que, a los temas, primero llegaban los creadores con sus intuiciones y, ya después, aparecía la infantería de pensadores con sus conceptos, como a poner orden. Lo decía con otras palabras, claro, pero como creador me tomo la licencia de añadir oxígeno creativo a una idea excelente.
Sí, creo que suele ser así. Un poeta, un novelista, un dramaturgo, lanza el fogonazo y, con su obra creativa, que no tiene por qué ser exacta o fiel a la realidad, puede aportar más que muchos pensadores. Nos hace disfrutar estéticamente, pero también siembra dudas, induce a intuir problemas o futuros más o menos inmediatos, refleja realidades… Hace tiempo que recurro a buenas novelas u obras de teatro (incluso a libros de poemas, en algún caso) para recrear climas concretos y hechos determinados, antes que leer al sesudo analista que llega luego a paso más lento, con sus pies doloridos de tantas sabias notas.
Michel Houellebecq y la polémica han ido, por la vida y por la Historia, de la mano. Son siameses sin especial interés en ser separados. Pero en el caso de “Sumisión” la cosa llegó a mayores: la salida al mercado (su temática, la coincidencia en el título con la película de Theo Van Gogh, asesinado en 2004, y el interés del entonces presidente Hollande por leerla), la portada de Charlie Hebdo, el atentado contra esta revista el mismo día de la distribución, etc. Sensaciones fuertes (y canalladas, en algún caso).
Una Francia islamizada y la caída a plomo de la sociedad civil, muy bien narradas (por cierto, con interesante retrato de la clase profesoral de la Universidad), que nos deben llevar a meditar. Los más conservadores del lugar vieron en el libro una especie de texto de costumbrismo político de los tiempos que corren, una especie de Acta notarial de lo que vivimos y de lo que vendrá ante la dejación de funciones de Occidente. Aquellos que le buscamos, generalmente, más pies al gato de los que suele tener, lo que vimos con este libro fue a un creador que agitaba fantasmas para que recapacitásemos y nos reubicáramos, además de permitirnos gozar con un texto literario excelente. Houellebecq, que para mí siempre será ese gran poeta de “Sobrevivir” que escribió excelentes textos narrativos (“Ampliación del campo de batalla”, “Las partículas elementales”, “Plataforma”,…), daba un paso más y nos regalaba un gran texto creativo e intervenía en un debate social que nos incumbe a todos. Ya en entrevistas y declaraciones había generado escándalo (nos enseñó Terenci Moix que no es que él quisiera escandalizar, es que la gente era muy escandalizable), pero ahora lo lograba de modo más intenso.
Superó así aquella sugerente idea que él mismo expresara en “Sobrevivir”, aquello de que el poeta era un parásito sagrado, y fue útil. Para aquellas personas que no aceptan la duda y la crítica, Houellebecq pasó a ser un enemigo a quien no estaría de más cortar la cabeza, y se generó cierta psicosis con el tema, pues no está el horno conceptual para bollos metafísicos. Houellebecq, genio y figura, jugó con ello en “El secuestro de Michel Houellebecq”, aquel trabajo en la línea de los mockumentaries especialmente concebido para houellebecquianos de diversos pelajes.
Y, aunque no quiero dejar ver el traje de jurista debajo del de creador, es inevitable con Houellebecq, caracterizado por poner en su sitio a esas metáforas más o menos malignas que son la religión, el patriotismo, los nacionalismos y demás parapetos conceptuales: ¿cómo resituar los límites de la libertad de expresión y de la libertad de creación? Ya no se puede ser racista, islamófobo u homófobo, aseguraba alguna vez, algo que antes era más factible. ¿Dónde está el límite? Alguna vez lancé ciertas preguntas al viento, vuelven a ser útiles: ¿Le ponemos un calzoncillo al “David” de Miguel Ángel? ¿Pintamos unas braguitas a la Venus del Espejo? Pido a un creador que me proporcione placer estético. Si, además, me regala inquietudes intelectuales, todavía mejor.
Es el caso.