martes, 12 de junio de 2018

SOBRE VITTORIO DE SICA

"Manual de Uso Cultural" (número 38, 2018) publica un trabajito que escribí sobre Vittorio de Sica y el General della Rovere. Un placer que agradezco. Es el que sigue.






VITTORIO “BARDONE” DE SICA


 


 


Antonio J. Quesada


 


Aseguraba Roberto Rossellini que, durante su carrera, había hecho dos películas gastronómicas (de esas que se hacen porque es necesario pagar alguna deuda o pensión alimenticia, comprar una bicicleta al niño o porque apetece cambiar de coche o de casa): una de ellas fue “El General Della Rovere” (la otra fue “Anima nera”). Sorprendente: pese a que el nivel de ambientación de época no estuviese a la altura de “Roma, città aperta” o “Paisà”, por ejemplo, sería un error pensar que estamos ante una obra intrascendente (como tampoco lo fue el cine gastronómico de Buñuel, por ejemplo). Basada en un relato de Indro Montanelli (con raíces que entroncan con Fulvia Ripa di Meana), la película, de 1959, obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia y bastantes otros reconocimientos, indicio de que estamos ante un trabajo sólido. Y gran parte de la responsabilidad es del gran Vittorio de Sica, soberbio protagonista.


“Vittoria per Vittorio”, certamente. Ese genial artista y pícaro que fue Vittorio de Sica borda el papel del buscavidas Bardone, timador de medio pelo que se va metamorfoseando en el general resistente Della Rovere, quizás porque pone bastante de sí en el personaje, y Vittorio De Sica es un tema que Vittorio De Sica conoce al dedillo: juego, mujeres, trapicheos, deudas, etc. Como sucedía con Luis Escobar (con quien guarda un inquietante parecido en la primera parte del film) cuando interpretaba al Marqués de Leguineche, De Sica se disfraza con una máscara que se parece peligrosamente a su auténtica cara, y si a ello se une el genio que era, el resultado no puede ser más que bueno. Bardone se enseñorea en su gran ficción y acaba dignificándose y muriendo como el héroe Della Rovere, y De Sica hace una interpretación espectacular.


La trayectoria de Vittorio le avala: poliédrico director de cine, ganador de cuatro Óscars, maestro del neorrealismo (“Sciuscià”, “Ladri di biciclette”, considerada una de las diez mejores películas jamás filmadas, “Miracolo a Milano”, “Umberto D” o “La ciociara”, entre otras), director de películas tan cómicas como “Ieri, oggi e domani” o “Matrimonio all’italiana”, y tierno director nostálgico en sus últimos tiempos (recuerdo especialmente “Il giardino dei Finzi-Contini” o “I girasoli”), “Il commendatore” era también un actor de raza, aunque quizás esta faceta estaba oscurecida por su brillante trayectoria como director. Además, no olvidemos cómo salvó la vida de trescientos judíos incluyéndolos como falsos extras en una basílica, durante el rodaje de “La porta del cielo” (1945).


Volviendo a la película de Rossellini, me sucede con “El General Della Rovere” algo parecido a lo que me pasa con “El tercer hombre”: existe un director de la película, obviamente, y no de escasa entidad, pero el magnetismo espectacular del protagonista (a su vez, también director de obras maestras) inundará todo. La película tiene dos partes diferenciables: la primera, en la que se ve al timador en toda su plenitud, engañando por aquí y por allá, sobreviviendo y enredando, y la segunda, en la que va cambiando de mentalidad y poco a poco se revestirá de dignidad, muriendo como un auténtico héroe. El timador se apropia con tanta pasión de la piel del general que acaba siendo coherente con él hasta sus últimas consecuencias. “Viva l’Italia”.


Mítica y metafórica película. Javier Cercas, en su libro “Anatomía de un instante”, utiliza a Della Rovere como posible punto de referencia para Adolfo Suárez, inspirándose en aquel editorial de “El País” de 18 de febrero de 1981: Suárez, alguien que genéticamente no es demócrata, pero que se empapa de su papel de colaborador insustituible para devolver la democracia al país, representa su rol a la perfección hasta casi sus últimas consecuencias durante el 23-F, fecha en que se enfrenta a las metralletas de la Guardia Civil para defender a la democracia (si hubiese muerto en el envite, gritando “Viva España”, la realidad hubiese imitado insoportablemente a la ficción).


Nuevamente, “Vittoria per Vittorio”. Vittorio “Bardone” de Sica.



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