lunes, 16 de octubre de 2017

PARTICIPACIÓN EN "HOMENAJE A DIEGO MEDINA". COLECCIÓN MONOSABIO. 88 (2016)


(Con este texto participé en el número de Monosabio homenaje a Diego Medina. Texto extraído de mi aportación a la colección, "Un mensaje en el móvil")

"La música nos acompañó siempre. Aún hoy echo mucho de menos esos ratos compartidos: me abrió un mundo musical alternativo desconocido para mí hasta entonces. Ernesto tocaba la guitarra, y nos agradaba reunirnos a tocar y cantar, a veces con otras personas, a veces solos. Por la noche, es cierto, al ir de copas, cedíamos terreno y escuchábamos la música gastronómica con la que el mercado nos bombardea las veinticuatro horas. Ernesto llamaba “música gastronómica” a la música comercial, de moda: decía que había tomado el término de Umberto Eco, que a veces escribía cosas grandes, y que era música para consumir, asimilar y defecar en escaso período de tiempo. Canciones del verano, por ejemplo.

Pero en privado era diferente, no hacíamos esas concesiones: reconozco que de mi relación con Ernesto me ha quedado el gusto por esta música intimista y crítica que nadie oye en público. Cuando estábamos solos, la era no dejaba de parir corazones políticamente ardientes, Olivia despertaba cada mañana, como solía hacer la gente, más o menos con el sol. El hombre de este siglo se perdía allí (¿allí, dónde?), pero su nombre y apellidos seguían siendo “Fusil contra fusil”. El elegido, el mártir del Moncada, nos reconocía que la guerra era la paz del futuro, antes de que le viéramos perderse entre humo y metralla, contento y desnudo, pues iba matando canallas con su cañón de futuro. Los tres hermanos no dejaban de marchar nunca por esos mundos de Dios. Perdimos juntos un unicornio azul (el que sabe qué es eso nos entiende) y tocábamos fondo bien juntitos. Silvio siempre rondaba cerca. También con Pablo aprendimos a amar eternamente a Yolanda, claro. Y otros, también otros estaban con nosotros habitualmente: Sabina (que después sería un bombazo musical), Krahe (perseguidor de doncellas que finalmente no lo eran), Aute (sentimos el frío de los cinco últimos ejecutados por Franco al alba, junto a él), hasta ese joven, Serrano, también bastante interesante (atrapó Mayo de 1968 y sus michelines políticos en una canción insuperable). No puedo evitarlo: lloro por la alegría perdida, por esos momentos que, de esa forma, nunca volverán ya".

domingo, 8 de octubre de 2017

"CAFÉ". UN POEMA PARA UNA REVISTA


 

Café

Tomaba café solo

solo en una mesa para cuatro

mientras engañaba a la soledad con Hemingway.

Esperaba para entrar a clase,

a explicar a eternos distraídos

no sé qué de los contratos,

en la cafetería de la Facultad,

junto a un café tan solo como él.

En aquel momento irrumpieron varios Vicerrectores

con cortes varias de personas que les protegían

y reían y gesticulaban y estaban felices de estar cerca

del Poder.

Cerró el libro,

terminó solo su café solo

y salió, solitario,

sin que su ausencia se notara.

Como tampoco se había notado su presencia.

                  Antonio J. Quesada (poema inédito, enviado a algún sitio para su publicación)