miércoles, 31 de agosto de 2011

1 DE SEPTIEMBRE

Mañana es 1 de septiembre, y como hubiese dicho De Gaulle, "se acabó el recreo". Los domingos nos encantan, pero Jaime Gil de Biedma y Manuel Vázquez Montalbán ya nos enseñaron que la razón la llevan los días laborables. Desgraciadamente, es así, por lo que no queda más remedio que afrontar a porta gayola el nuevo mes, apretar los dientes e inventar el mundo cada mañana. Posiblemente, con música sea mejor, porque con música todo es mejor (ya nos explicó Nietzsche que sin música la vida sería un error).
En fin, que sea leve...

martes, 30 de agosto de 2011

EL CAMINO RECTO (UN ARTÍCULO QUE SE PUBLICARÁ EN BREVE)


Escribí este artículo para una revista universitaria. Seguramente quería ser didáctico o provocador, aunque tampoco estoy muy seguro.


EL CAMINO RECTO

Antonio J. Quesada


En la vida uno suele cometer imprudencias, y, en mi caso, las más importantes (que no exactamente las más sugerentes) que he llevado a cabo han quedado por escrito. En una de dichas imprudencias, un poemario titulado “Poesía a instancia de parte” que publiqué por algún sitio, escribí estos versos, bajo el título genérico de “El camino recto”: “Sigue el camino recto, / como Dios manda. / Tu título universitario en la pared. Que lo vean sin esfuerzo. / Tu trabajo en horario de oficina, e incluso, algún día, de tarde. / Tu esposa, ex-novia de toda la vida, / a la que cuidarás en la salud y en la enfermedad / hasta que la muerte separe lo que quede. / ¿Leer? / Es tarea de desocupados y ociosos / (las personas formales nunca tienen tiempo para leer). / Además, abre un abanico demasiado profundo / de inquietudes, / y eso nunca fue bueno para vivir tranquila y honradamente. / La misa del domingo, eso siempre. / Y en caso de duda, lo que digan nuestros mayores, / que nunca fallan”. Un canto a lo que se debe hacer en la vida para triunfar, para ser celebrado y reconocido (¿recocido?) y para ser respetado. El problema que plantea, claro está, es si esa vida tan recta y celebrada merece realmente la pena.
“Antes injusticia que desorden”, aseguraba Goethe, maestro en tantas cosas, aunque odioso por algunas otras. En mi caso, que es el que verdaderamente conozco de primera mano, la pasión literaria provocó que me torciera de mi camino recto, tan predeterminado él. Para un Licenciado en Derecho, Doctor y no sé cuántas cosas más que dicen que soy, estaba claro el camino recto: códigos civiles e inciviles, rictus serio, traje gris y corbata de rayas, alopecia funcionarial, movimientos de columna apropiados para seguir cerca del jefe de turno y, en la medida de lo posible, aficiones bien consideradas socialmente (cofradías, toros, madridismo y esas cosas que hace la gente de bien). Si se separa uno del camino recto, vienen las críticas, las risitas, los codacitos, esas cosas que hace la gente normal para señalar al que se separa del rebaño.
Pero la literatura es algo que provoca que nos salgamos del camino recto. Leer, por ejemplo, es tarea de desocupados: las personas serias nunca tienen tiempo para leer, siempre están más ocupadas con cosas como las fluctuaciones de la bolsa, los casos del despacho, los informes que deben evacuar o con hacerse contactos aquí y allí, que eso también quita tiempo (“alternar”, les llaman algunos: comidas de trabajo, desayunos de trabajo, cenas de trabajo…; trabajamos y engullimos, todo en uno). La literatura es perder el tiempo, desde esta óptica. Perder el tiempo, para mí, es ganar el tiempo. Lo siento por el rebaño.
Dedico demasiado tiempo a cosas horriblemente aburridas (y eso que mi trabajo como docente me gusta y me permite sentirme creativo): necesito mis paréntesis o pereceré de aburrimiento vital absoluto. La literatura me ayuda a estos efectos No pido mucho: pido lo mío. Escribir un poema. Escuchar una buena canción. Disfrutar de un cuadro bello. Una calle de Roma que a lo mejor salía en algún cuento de Moravia o, de refilón, en alguna película de Pasolini o, incluso, de Fellini. Releer alguna novela de esas de las que te sabes párrafos enteros. Una charla sugerente con una cerveza delante. Mi DVD con jugadas de Maradona. En fin, perder el tiempo. Es decir, ganar el tiempo.
En condiciones normales uno debiera estar atento, ojo avizor, preparado para saber dónde puede conseguir una ayuda laboral para trepar hacia algún sitio, que la vida está muy mala. Sin embargo, a los que nos gusta perder/ganar el tiempo, esto se nos pone cuesta arriba. Somos quijotes sin sanchos, cheguevaras sin fidelcastros, Holmes sin Watsons, Adsos de Melk sin Guillermos de Barkerville, ya me entienden. Estamos “perdidos como un quinto en día de permiso, / como un santo sin paraíso, / como el ojo del maniquí”, ya lo cantaba Sabina. Qué razón llevaba: es cierto, habitualmente me siento “inútil como un sello por triplicado, / como el semen de los ahorcados, / como el libro del porvenir”. Sí. Lo grave es que no me pesa. Me encanta ser un jarroncito coreano, ese tipo raro que todavía puede ser mostrado a las visitas y que, a lo mejor, ejerce como profesor sin sentirse parte del colectivo, escribe poesía sin que le consideren poeta, narrativa sin estar cómodo entre narradores, juega fútbol sin ser futbolista, y siempre acaba en minoría, esté donde esté (incluso consigo mismo). Un nazareno sin capirote en una procesión laica.
No es fácil, pero… cada vez que me salgo del camino recto siento la vida palpitar dentro de mí. El camino recto es ese mal necesario que no nos debe fagocitar, porque si no esta cosa de vivir no tiene sentido alguno. Si vivir no es más que darle trabajo al Registro civil, para que certifiquen tu nacimiento y tu defunción, esto no tiene sentido (creo haber dejado esto en otro poema imprudente, en algún sitio: al auto-plagio le llaman estilo). El camino recto puede acabar convirtiéndose en poner crucecitas a las casillas que la vida te pone delante, para lograr que tus compañeros de promoción no te miren por encima del hombro, que tu madre y tu suegra estén tranquilas, o que tus vecinos te hablen con respeto (esto es, con temor), porque saben que eres importante, que te codeas con este y con aquel y no sé cuántas patochadas más que puede que ni sean ciertas.
El camino recto: qué pena. Qué pena, desperdiciar tanto tiempo en tontadas, en cosas prescindibles, en humo, en “comerme una manzana / dos veces por semana / sin ganas de comer” (gracias, Sabina, de nuevo). Para tres días que estamos aquí… (pues no hay religión que me haya demostrado la existencia de otras vidas). Y encima, de esos tres días, “uno está lloviendo”, como cantaban en Cádiz. Como para perder el tiempo…
El camino recto. Qué pena de camino recto.

viernes, 26 de agosto de 2011

LA PRAGA (¿SÓLO PRAGA?) DE MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Uno de los libros de poemas de MVM que más entrañables me resultan es "Praga". En él recoge versos tan desgarradamente autobiográficos como aquellos que decían "no escogí nacer entre vosotros / en la ciudad de vuestros terrores / en su sur vencido y fugitivo / (...) / nací en la cola del ejército huido / me quedé a la luz del centinela / y os pedí prestados aire y agua / en barrios que os sobraban".

Pero los que quiero traer a colación son otros que me parecen verdaderamente míticos:

"ser judío vivir en Praga escribir en alemán
significa no ser judío ni alemán
ni ser aceptado
por las mejores familias de la ciudad
que identifican
el alemán con Alemania y el ser judío con la alarma".

Praga es Praga, pero Praga es mucho más: es Barcelona (¿ser catalán, vivir en Barcelona escribir en castellano?), y puede ser cualquier otra ciudad ocupada. Al fin y al cabo, como el propio MVM confiesa, "ni siquiera Praga es Praga".
En fin, que ya no sé lo que me digo... afortunadamente.

jueves, 25 de agosto de 2011

POR FIN, PIER PAOLO PASOLINI

Estaba faltando en este blog el gran genio renacentista Pier Paolo Pasolini, uno de mis referentes.
Incluyo aquí un trabajo que publiqué allá por el 2006, pero que sigue siendo válido, creo yo (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=30223; http://www.pasolini.net/contr_apr_AntonioQuesada.htm), y luego recopilé como Apéndice en mi poemario "Cuaderno de Roma".



EL PASOLINI QUE YO ADMIRO


A Diego Medina. Por esta pasión compartida


Si para algo me está sirviendo la última estancia de trabajo que estoy disfrutando en Roma, además de para decir que estoy trabajando mucho (¡qué vas a decir!), es para haber profundizado en mi admiración por ese genio que fue Pier Paolo Pasolini, el último renacentista. El “desesperado intérprete de los cambios sociales de Italia”, por utilizar palabras de Luigi Martellini. Poco antes de que yo llegara a Roma se cumplieron treinta años de su asesinato en el Idroscalo di Ostia, y con motivo de tan señalada fecha, reeditaron la completa “Vita di Pasolini” de Enzo Siciliano, así como salieron múltiples libros de fotografías del genio y nuevas ediciones de sus libros a precios cuando menos razonables. Obras completas y todo lo que se pueda imaginar: llegué en el momento justo para quedarme con casi todo (veremos a ver cómo lo cargo de vuelta a España, los de las compañías aéreas no entienden de gaitas literarias). Se publicó de todo, claro. Ya se sabe cómo funciona esto: primero matamos al genio para que no dé guerra en persona y luego lo encerramos en un póster (como al Che) o lo convertimos en motivo para turistas (estoy seguro de que debe haber tangas con la cara del Che, o incluso condones con la cara de Pasolini).
A Pasolini lo han masacrado en más de un sentido, no sólo lo trituraron en el Idroscalo de Ostia, y no sólo “La rana” Pelosi (hubo más gente, es un secreto a voces). Muchos otros y en muchos sentidos le han triturado una y otra vez. Pero Pasolini es mucho más que esa imagen difundida de él con la intención de desacreditarlo: mucho más que el “frocio” (maricón, para los no iniciados en el italiano o en las artes eróticas) que buscaba “ragazzi di vita” en Termini o en el Forte di Pietralata (chicos que dibujará en sus novelas y de ese estilo que, en sus películas, plasmarán Ninetto Davoli o los hermanos Citti, por ejemplo). El “frocio” que los llevaba a comer un pedazo de pizza a taglio (con su cerveza, certo) a Ostia y después terminaban la cosa sexual en el desgraciado Idrostalo. Pasolini es mucho más que ese comunista fanático que pontificaba ardorosamente contra la Iglesia católica, contra el propio PCI y contra el que se le pusiera enfrente. También es mucho más que ese pecador con malas compañías que arruinó su vida con esa conducta “intrínsecamente desordenada”, que diría un cura. Ya lo confesó el jesuítico Andreotti cuando supo de su muerte: “él se la buscó”. Le salió del alma al Onorevole, no se puede negar.
Mucho más, no me cansaré de repetirlo (aunque posiblemente tú, lector, sí te cansarás de leérmelo). Y por eso quiero escribir estas líneas, lanzando al aire algunas ideas que considero sugerentes. No sé las que saldrán ni lo que saldrá, pero me da igual, hago camino al andar. Por otra parte, esto que hago no es crítica literaria ni pretende ser nada sistemático, no se llamen a engaño: por tanto, si quieren saber sobre Pasolini desde un punto de vista riguroso, como dice alguien que conozco, vayan a Salamanca. Busquen libros serios, o incluso páginas web quetelodigantodo.com. Esto que escribo “no es esto, no es esto” (gracias, Ortega, siempre a punto para el capotazo salvador). Esto no es más que un montón de pensamientos dispersos que he ido madurando durante mis paseos en autobús por la Piazza Venezia, o por el Corso Vittorio Emanuele, leyendo el libro de Siciliano, mirando por la ventana, entre empujones, o a ratos pensando. Alguna otra idea está madurada en el propio Forte di Pietralata, el mismo que describe Pasolini en más de un sitio, esperando un autobús que no llegaba jamás. Ideas que me surgen, y que pueden ser exactas o no, dejo a los sabios y entendidos que me juzguen y, evidentemente, me condenen. Yo a lo mío, a escribir lo que me da la gana. Como siempre.
De entrada, algo que me resulta curioso de Pasolini es cómo se puede ser tan avanzado en posiciones político-eróticas y, a la vez, tan increíblemente entroncado con la tradición en lo literario: primero friulano, después romanesco, siempre terminaba salvando los muebles gracias a los ancestros (representados, de algún modo, en los dialectos autóctonos de donde iba). A lo mejor esto es una contradicción, a lo mejor, no: ¿será que sólo el marxismo salva la tradición, como escribió en “Le belle bandiere”? No sé, puede ser. A lo mejor uno debe navegar a sus orígenes y desde ahí construir lo que sea, aunque construir signifique destruir. Pero hay que salir del puerto de origen. Puede ser también, no lo descarto. Y en política, ya, ni cuento: era el demonio para Andreotti y sus mariachis del incienso vaticano, pero pasaba de polemizar con el fascismo demócrata-cristiano, como él lo llamaba, a oponerse a la legalización de las drogas (“nos drogamos por falta de cultura”) o al aborto de modo no menos feroz, con lo que pasaba a ser un aliado fáctico de esas mismas derechas que no soportaba. Se hizo comunista (pese a que éstos tuvieron su buena culpa en la muerte de su hermano Guido), pero tuvo sus polémicas con el PCI: lo expulsaron a las primeras de cambio, con su primer proceso judicial, por “indignidad moral y política”. Ya lo explicaba Siciliano: incluso para un comunista era muy fuerte aplaudir a un “frocio”. Evidentemente, todo esto le convierte en un francotirador iconoclasta, crítico con todas las iglesias, religiosas y laicas, y defensor a ultranza de lo que denominó “mi provocadora independencia”. Tan provocadora como para salir, casi, a proceso por película o libro. Con todo lo que implicaba esto: proceso, secuestro judicial de algo, polémica periodística, fotos con su abogado, entrando o saliendo de algún tribunal, gritos, caos, absolución, ¿manchas en el expediente?
Pasolini era contradictorio y consciente de ello, y esto le atormentaba hasta cierto punto. Se quejaba de que le tomaran por frívolo, por ejemplo: si le sacaban en Via Veneto ya pensaban que estaba de fiesta, cuando “podía haber bajado a comprar un periódico extranjero”, según se quejaba en “Le belle bandiere”. Sin embargo, por otra parte ponía por escrito cosas como aquello de que “la inocencia está hecha para ser perdida”, sentando cátedra. Y para un cazador de “ragazzi di vita” del estilo de Ninetto Davoli, no es inocente esa reflexión. Siciliano es claro: “pasoliniano” pasa a ser adjetivo de uso normal en las crónicas periodísticas para describir todo aquello que se vinculaba al lumpenproletariado romano o, en general, a la vida pícara y homosexual. Casi nada. Durante el rodaje de “Salò o los 120 días de Gomorra”, le gustaba incitar a que los actores, heterosexuales y no profesionales, se besaran apasionadamente entre ellos, pese a sus reticencias (un viejo heterosexual besando con pasión a un niño que puede ser su nieto tiene su miga en la mente del anciano, vamos a ser serios). Al infierno vamos a ir todos por este camino.
Pensemos, por otra parte, que mucho en su obra no es sino un modo de matar literariamente a su padre, un modo de resolver un Edipo quizá mal digerido (a lo mejor intentó resolverlo dirigiendo “Edipo Re” en 1967, o llorando sobre el hombro de la Callas, cuando aquello de “Medea”). Su padre, ese militar fascista y apuesto que quería que su hijo fuese poeta, pues atribuía a la poesía un carácter oficial (pensaba en D’Annunzio y, claro, extraía las conclusiones que extraía). El hombre que siempre sintió como una traición personal las tendencias sexuales de su hijo: el hijo, al final, le salió poeta, pero no de los que a él le gustaban, sino de los que se sirven de la poesía para ubicarse en el mundo. Me suena eso, sin que quiera yo compararme con Pasolini, pues para mí la poesía es, por una parte, un modo de ser ciudadano y, por otra, un modo de disfrutar de la belleza del mundo. Si no fuera así, por ejemplo, yo no escribiría versos. Volviendo al maestro, puede que esa relación con su padre determinara su negativa a ser padre él mismo, para no desarrollar ese rol jamás (lo explica con atención en “El caos”). Sugerente idea, en cualquier caso.
Sus enemigos (enemigos procedentes de todas las trincheras, ya lo hemos comprobado) se recreaban en esa imagen suya de depravado sexual, de desviado que tenía sus contactos pecaminosos con los “ragazzi di vita” a cambio de unas liras y algo de pizza a taglio. Algo de eso fomentaba él también, claro, con sus visitas furtivas a Termini o al Forte di Pietralata (doy fe de lo que es el Forte, veramente un altra cosa), su modo de presumir con el cochazo por los suburbios o sus excentricidades. Son las cacerías nocturnas a las que aludía Enzo Siciliano, literalmente. Pero en el fondo era un hombre solo, y esa vida sexual tan intensa y furtiva no es sino otra faceta más de la soledad. Son relaciones gastronómicas, no lo olvidemos: desear es querer acostarte con alguien, amar es querer despertarte con alguien. En ningún sitio he leído que Pasolini quisiera despertar junto a alguien alguna vez. Lo otro es otra película diferente, claro.
Siciliano tiene razón en un tema muy importante, y es que su fama de director de cine eclipsó su fama como literato, y es una pena. A mí me duele, y eso ha sido lo que me ha llevado a emborronar estas hojas. El Pasolini que yo admiro es tanto el polemista como el literato, sobre todo, aunque reconozca que su genio también se desparramó en el cine. Pero a mí me llega menos detrás de la cámara que delante del tavolo di lavoro, con la pluma en la mano.
En cualquier caso, no es poco lo que acumuló como novelista o como poeta, además de como periodista o crítico, ya quisieran/quisiéramos los saltimbanquis del tres al cuarto que ruedan/rodamos por las estanterías de las librerías de pueblo. Por poner tres ejemplos paradigmáticos: además de socavar los cimientos de la sociedad que le tocó en suerte (la necesidad cívica de intervenir), por ejemplo, con “Ragazzi di vita” logró en 1955 el Premio Colombi-Guidotti, con “Una vita violenta”, en 1959, el Premio Crotone, y con el poemario “Le ceneri di Gramsci” el Premio Viareggio en 1957. Y tantas otras cosas literarias de primera línea que podría citar, claro: desde su poemarios “Poesia a Casarsa” o “Poesia in forma di rosa” (o su no menos poético homenaje a la tos del obrero, en “Il caos”) hasta su experimental “Teorema” o la bomba de relojería póstuma que fue “Petrolio”, con sus escandalosas escenas homosexuales, pasando por sus polémicas “Le belle bandiere”, “Il caos” y “Lettere luterane”. Por no hablar de sus amistades, filias y fobias con gentes del mundo literario italiano como Gadda, Moravia, Morante, Sciascia, y otros, sus revistas literarias, etc.
Aunque me interese menos, no puedo negar el peso del cine en su imagen mítica: como regista pasará a la historia como el Notario de los suburbios romanos y de los “accattone” (“Accatone” se llama una de sus películas más polémicas, la primera, a la que seguirán cintas tan escandalosas como “Mamma Roma”, “La ricotta”, “Il Vangelo secondo Matteo”, “Uccellacci e uccellaccini”, o la “Trilogía della Vita”, compuesta por “Il Decameron”, “I racconti di Canterbury” e “Il Fiore delle Mille e una Notte”). Él mismo sufrió los suburbios en sus propias carnes, viviendo a su llegada a Roma primero cerca del Portico D’Ottavia y después en Ponte Mammolo (Via Tagliere, 3). Cuando yo viví en este último barrio ya había perdido esa condición, para convertirse en un simple barrio de la periferia romana.
Pasolini. Un genio que tira con fuego propio, también: se considera ateo, pero no por ello reniega de la cultura cristiana en que está imbuido. “Pecar no significa hacer el mal; / no hacer el bien, eso significa pecar”, escribe en “A un Papa”, poema a la muerte de Pío XII. Salía a pleito por novela o película, o porque sí, como le sucedió más de una vez (gente que buscaba notoriedad, gente que se sentía tocada, etc.). Su amiga Laura Betti recogió en un libro su Via Crucis ante los tribunales, pero no lo he logrado encontrar. Italia es ese país que se puede permitir tener un genio como Pasolini y sentarlo a cada momento ante los tribunales por cuestiones morales o religiosas. De Gaulle se negó a detener a Sartre durante el mayo del 68 alegando que “no se puede encerrar en la cárcel a Voltaire, ni los monarcas absolutos se atrevieron a tanto”. Aquí pensaron de otro modo, e hicieron lo que pudieron. Pero no fue posible, aunque le amargaran la existencia un poco más.
“Amo la vida ferozmente, desesperadamente. Y creo que esta ferocidad, esta desesperación, me conducirán hacia el fin”, declaró en una entrevista a una revista francesa. A toro pasado, no se puede negar el carácter premonitorio de sus palabras.
Pero Pasolini, guste o no, es el último genio que ha dado Italia. Más completo, valorándolo en su conjunto, incluso que Mario Benedetti, mi gran mito, el todoterreno de las letras hispanas. Otro genio capaz de nadar en bastantes aguas y en todas con estilo. Pasolini. Alguien que es, entre otras cosas, narrador, poeta, cineasta, polemista y articulista, y todo de modo genial, no puede ser sino un genio. Y encima le gustaba jugar al fútbol, ¡qué coño! Para que luego digan que el fútbol es cosa de bobos(1).
Pasolini. El último renacentista: cineasta y, ante todo, literato. El Pasolini que yo admiro.
No sé si aclaré o enredé más, aunque eché fuera ideas que me quemaban en el cerebro, eso sí. Pero si logro que te acerques a una estantería a ver qué tienen de un autor que aparecerá previsiblemente como “PAS”, me doy por satisfecho.

(1)Soy aficionado al fútbol porque entiendo que puede haber gran belleza en este deporte, y a veces se encuentra y todo esa belleza. Soy aficionado de ese modo en que lo era mi admiradísimo Manuel Vázquez Montalbán, que en algún sitio explicaba la cuestión como el poeta que fue: venía a decir que somos de esos seguidores que dependemos de los instantes mágicos de jugadores como Maradona para continuar confiando en que el fútbol no ha acabado convirtiéndose definitiva y únicamente en un entramado de pactos entre mafiosos. Amén. Ni una coma que añadir.

PD. Añado otros enlaces de interés, líneas de circunstancias.

- "Pasolini y sus Ragazzi di vita"
(http://www.pasolini.net/saggistica_AntonioQuesado_es.htm)

- "El Evangelio según San Mateo"
(http://www.pasolini.net/cinema_vangelo_quesada.htm)


- "Pasolini y su... ¿cine menor?"
(http://www.pasolini.net/saggistica_pasolini-minore.htm)

martes, 23 de agosto de 2011

BREVE RELATO, CON DIOS DE FONDO

ROGUEMOS A DIOS

Antonio J. Quesada

Un buen cristiano siempre se acuerda de Dios en los malos momentos, como los ateos, pero también en los buenos momentos. Eso diferencia a un ateo de un creyente.

Él era un buen cristiano. De los que asisten a misa cada día y saben repetir las letanías que hay que repetir en cada momento. De los que, en misa, saben sentarse y levantarse sin tener que esperar a que las ancianas lo hagan para saber cuándo hay que hacerlo. De los que siempre tienen algo para el cepillo y una monedita para su mendigo particular. Es justo y necesario todo ello. También el rito es necesario: te aporta seguridad y te hace sentirte miembro del grupo. Regala tranquilidad.

Ahora estaba inquieto, porque se acercaba el día del examen que podía convertirle definitivamente en Juez, tras haber superado el primer examen. Ya tenía el billete para Madrid y los temas en orden en la cabeza. Pero el corazón era de su Dios. Se acercó a su iglesia y se arrodilló delante de Jesucristo a rezar y a pedirle que le ayudara, como así iba a ser (entre ayudas, divinas y terrenas, todo llega en la vida). Se sentó y comenzó a rezar en soledad, concentrado. Con mil fórmulas demandaba la ayuda para aprobar su examen y, ya Juez, llenar de cristianismo su trabajo diario en este mundo descarriado.

Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que llevaba más de dos horas charlando con Dios y pidiéndole fortuna en su trabajo, en postura tan incómoda. Cuando terminó de rezar, se santiguó e intentó levantarse, pero las piernas no le respondieron. No volvió a saber ponerse de pie.

Unos enfermeros le sacaron de la iglesia en olor de santidad, entre bendiciones del sacerdote. Directo a un esplendoroso futuro dentro de la Magistratura, pues no me cabe duda de que, pese a la incómoda postura, finalmente aprobó el examen.

lunes, 22 de agosto de 2011

"SOY UN MENTIROSO, PERO SINCERO"

"Me reprochan no contar siempre de la misma manera la misma historia. Pero todo sucede porque me invento desde el principio toda la historia, y encuentro que repetirme es aburrido para mí y poco amable para los demás" (Federico Fellini: "Fellini por Fellini", Editorial Fundamentos).
Me encanta Fellini, también en esto: miente pero no engaña. Le adoro. Como a la tierna Holly Golightly de "Desayuno con diamantes" (horrible traducción, la de este título), como al gran Malraux (el escritor que llevaba las ideas para un lado y el flequillo para el lado contrario), o como a tantos y tantos creadores que nos han hecho este mundo más agradable con sus... ¿mentiras?
Por cierto... ¿a quién le importa la verdad, si es que existe? Bastantes verdades grises soporta uno al cabo del día.

sábado, 20 de agosto de 2011

PENSANDO CON JAIME GIL DE BIEDMA

"Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde / -como todos los jóvenes, yo vine / a llevarme la vida por delante" (Jaime Gil de Biedma, "No volveré a ser joven", de "Poemas póstumos").
"De todo comienza a hacer bastante tiempo (...) / Comienza a hacer de todo muchos años" (Felipe Benítez Reyes, "El equipaje abierto").
En "Poesía a instancia de parte" escribí un poema infinitamente más imperfecto que los bellos textos citados, llamado "Años", texto que por pudor no incluyo aquí. Pero me da la sensación de que hoy tengo uno de esos inquietantes días rojos y necesito volver a Tiffany.

jueves, 18 de agosto de 2011

CAMBIO DE RUMBO (¿UN VIEJO RELATO?)

Buceando por mi disco duro, con mis gafas, el tubo y las aletas, he encontrado este microrrelato que escribí alguna vez para algún concurso (el formato canta, no me acuerdo pero debe ser así). Hastío, soledad, incomprensión, mis temas predilectos, condensados en unas líneas. Respecto del concurso, como sucede con la protagonista de la película, se lo acabó llevando otro, pues de lo contrario me acordaría (siempre me sentí Rick en "Casablanca"; es más real de lo que pueda parecer). Seguramente, era lo mejor.


CAMBIO DE RUMBO

Era necesario moverse: no podía seguir así por más tiempo. Por todo, el cambio de rumbo se convirtió en imprescindible. Mi trabajo iba a acabar matándome de aburrimiento y mi falta de motivación era ya demasiado evidente. Los odios de mis compañeros también me estaban minando, y aquello tampoco era justo. Debo reconocerlo, y no me resulta fácil: equivoqué mi camino profesional. Hoy lo veo claro, por primera vez, aunque jamás quise admitirlo: cuando acepté este trabajo, en vez de valorar con más detenimiento las otras posibilidades que se abrían ante mí, erré. No sé por qué acepté la seguridad tristona que se me venía encima, sacrificando ofertas menos seguras pero más sugerentes. Hasta aquí llegué: acabo de abandonar mi empleo. No sé a dónde voy, pero sí sé a dónde no vuelvo. En fin, hoy comienza el resto de mi vida.

martes, 16 de agosto de 2011

BORGES, SCIASCIA Y LAS PERSPECTIVAS

Borges, Sciascia... ¡qué lujo de entrada comienza aquí! Cuentan que se encontraron ambos y Sciascia, volteriano y siciliano, no sé si por ese orden, entró al trapo casi al momento: "Jorge Luis, ¿Waterloo fue una victoria o una derrota?". "Una victoria, por supuesto". "Anda, que empezamos bien", debió pensar el maestro siciliano.
Desde luego, conociéndoles, un debate entre ambos era como pagar entrada. Nunca olvidaré la mítica frase del maestro Sciascia en la que proponía la auténtica solución para Sicilia: el aeropuerto (se ve que no asumía aquella vieja cosa orteguiana de redimir a las provoncias), o el placer de releerle textos como "Todo modo", "El contexto" o "El archivo/Consejo de Egipto".
Sciascia siempre es un referente personal, un fetiche maravilloso. También Borges, aunque a mí no me sucede lo que a el ex-presidente argentino Menem, pues las novelas de Borges no han influido en mi vida tanto como en la suya, según declaró alguna vez. Seguramente tomé otros derroteros vitales...

domingo, 14 de agosto de 2011

ENCERRADO CON UN SOLO JUGUETE

"Un día en el que llovía ligeramente recogí algunos de mis trastos y, sin avisar a nadie, me fui como una vez llegué: solo, serio y sin organizar escándalo. Como si nada de lo que ocurriera fuese realmente conmigo".
Así comencé mi libro "Se hace camino al andar" (mis libros: mis imprudencias; hace tiempo que corregí esto y ahora soy más prudente). Hoy, encerrado con este juguete reflexivo, me doy cuenta de que lo he puesto en práctica alguna vez, pero menos de lo que debiera. ¿Escribimos lo que no vivimos? ¿Escribimos para no tener que vivir? ¿Escribimos porque no somos capaces de vivir?

viernes, 12 de agosto de 2011

EL FUTBOLISTA QUE LEÍA A MARX EN LAS CONCENTRACIONES

Los que somos aficionados al fútbol pero también a las cosillas culturales somos un poco centauros: nos suelen mirar de reojo en ambos campos y parece como que traicionásemos a la Reina al pasar de una orilla a la otra (si es que existen orillas, pero es tema largo).
Ahora hay polémica con un chico llamado Javi Poves, futbolista del Sporting de Gijón que abandona el fútbol, presuntamente hasta las canicas del capitalismo y no sé cuántas cosas más de esas que tienen que ver con las ideas (http://es.wikipedia.org/wiki/Javi_Poves). Ya lo están presentando como un perro-flauta con botas de fútbol, un futbolista con ideas (peccato!), y se cuentan anécdotas pintorescas sobre él (http://www.kaosenlared.net/noticia/javi-poves-jugador-sporting-gijon-retira-futbol-capitalismo-muerte). Los opinadores profesionales pontifican y se quedan tan anchos, sabios ellos.
Pero la que me ha llegado al alma es una noticia comentada en alguna tertulia de TV, en la que se decía que era un tipo bastante raro, pues se le vio leyendo a Marx en una concentración del equipo. No sé qué alarmó realmente, si lo de que leyera o que fuera a Marx, con la que está cayendo (otros intelectuales hubo por estos lares: Sorín llegó a España con fama de intelectual por citar a Cortázar, Valdano es el intelectual futbolero de cabecera y el Madrid tuvo incluso a un trotskista bajo palabra de honor, mientras yo estaba en eso de nacer). Desde luego la de Marx no es una lectura que yo tomara por propia voluntad, quizás por lo ladrillo del asunto o, en parte, porque tengo muy asimilado "Muerte accidental de un anarquista", del gran Fo, y sé que uno debe ser coherente con la máscara que escoja (y a mí la barba no me queda bien, sobre todo si es blanca). Pero que el chico correteara con un libro en las manos no me parece como para llamar a los bomberos, hay males peores en esta vida. También es verdad que hay mucha gente que piensa que los libros son redondos, de lo familiarizados que están con ellos. En fin, que Javi parece que también busca esa coherencia, y se ha pitado el minuto noventa. O ha pasado página, que también puede ser.
¿Mi opinión? Él sabrá lo que hace, todos buscamos nuestro camino. Pero, por favor, dejen al chico que se cultive/envenene con lo que quiera, como hacemos todos (aunque esperemos que después de "Marx", venga "abril"...).

jueves, 11 de agosto de 2011

viernes, 5 de agosto de 2011

Desengaño anunciado del bolchevique sentimental

Alguna vez escribí una serie de poemas titulada "Cuaderno poético del bolchevique sentimental", en el que me planteaba poéticamente acerca de esa pretensión de cambiar el mundo que todos hemos tenido alguna vez o tenemos, depende de si se ha superado la gripe o no, y acerca de si eso es posible (aquello fue publicado por la Diputación Provincial de Málaga en un libro colectivo titulado "Paradojas poco ortodoxas", en el año 2004).
El último de dichos poemas es el que sigue, no sé si metafísico, pesimista o, por qué no, cobarde.



“Se me han cansado los ojos
de mirar y los oídos
de escuchar, y el alma toda
se me cansa en los sentidos.
El corazón se me cansa
de latir siempre lo mismo.
Se me cansa de soñar
el pensamiento dormido”
(José Bergamín, “Apartada orilla”)


Desengaño anunciado del bolchevique sentimental

¿Hasta cuándo seguiré
apoyando apasionadamente revoluciones
para después disentir, porque aquello que vino
no era
eso que yo pretendía?
(no se modificó nunca la mentalidad de los hombres,
nada bueno podíamos construir).
¿Hasta cuándo levantando banderas rojas
para que otros administren la Victoria?
¿Cuándo asimilaré que el hombre
no tiene remedio?

jueves, 4 de agosto de 2011

ELOGIO DE LA REVISTA EL JUEVES

Buenas tardes, hoy quiero incluir simplemente un pequeño mensaje para comentar que la revista "El jueves" me parece la que analiza con mayor seriedad, rigor y sistematicidad nuestras virtudes y defectos. Sus personajes me acompañan desde hace años, y son inmejorables para disfrutar de un vuelo de avión o para desmenuzar sin prejuicios la actualidad siempre que uno quiera.
Larga vida al jueves, la revista que sale los miércoles...
...Y yo que la lea, como hasta ahora.

http://www.eljueves.es/

martes, 2 de agosto de 2011

LA INSOPORTABLE SOLEDAD DE ELSA MORANTE

Cuenta Alberto Moravia ("Vita di Moravia": imprescindible, Bompiani ha fatto edizione nel 2007) que cuando conoció a Elsa Morante "vivía sola y moría literalmente de hambre. Y también de soledad: para escuchar una voz humana marcaba el número de teléfono que daba la hora".
Me recuerda algo que escuché en algún sitio, sobre alguien que preguntaba a otro si no tenía reloj de pared. "Con lo que acompaña", añadía.
Hay muchos tipos de soledad, posiblemente la más travestida es la que existe en compañía.
¿Todas las soledades la soledad?