miércoles, 30 de julio de 2014

¿Seré yo otro hombre que casi conoció a Michi Panero?

Hoy miércoles, 30 de julio, el Diario Málaga Hoy tiene la gentileza de publicar mi trabajo "¿Seré yo otro hombre que casi conoció a Michi Panero?", algo que agradezco de corazón.

http://www.malagahoy.es/article/opinion/1825409/sere/yo/otro/hombre/casi/conocio/michi/panero.html

La Panero Family da para tanto...




¿Seré yo otro hombre que casi conoció a Michi Panero?


Antonio J. Quesada

Un creador no puede ser una persona normal. No se puede pedir a un creador que se comporte como si fuese un Notario, un empleado de banca, un Jefe de Negociado en Obras Públicas o un funcionario de la Junta de Castilla y León. No. Lo de la creación suele ir de otra manera: un creador no tiene por qué ser un bonus paterfamilias, aunque de todo hay por esos mundos de Dios.

Un creador es un Dios. Un creador necesita la Nada para construir su mundo en siete (o más) días. Un creador debe, incluso, asomarse al abismo, a ver qué puede pescar por allí para su Obra (Todo por la Obra). Dependerá del concreto creador, ya, que resbale y caiga de lleno en el agujero negro o que sepa mantenerse firme y no desplomarse mientras toma nota de todo en un cuaderno de cuadritos. Puede, incluso, que decida descolgarse, pertrechado con todo lo necesario para mirar el fondo sin sufrir daño alguno y volver a subir. En fin, que cada uno organiza su caos como prefiere.

Incluso hay a quien le empujan al abismo. El abismo atrae, es inevitable. El malditismo atrae: la carne del creador es débil. La destrucción atrae: vivir es destruir(se) jugando con los tempos mejor o peor (hay muchos modos de destruirse: el alcohol, las drogas, el matrimonio, sacar plaza de funcionario, triunfar, fracasar, los domingos en la playa…). La autodestrucción atrae todavía más y, encima, es como más honesta.

Un ejemplo inmejorable: cuando una persona mínimamente sensible acaba cayendo en los abismos insondables de la saga de los Panero (casi tantos como los hermanos Karamazov) debe ser consciente de que de ahí no se sale, ya. Es como ser arrastrado por un tornado creativo. No recuerdo cuándo caí yo, pero… ya no he podido salir de allí. Tiro para acá, tiro para allá, subo, bajo, entro, salgo, me voy, vuelvo, pero… doblando una esquina vuelve a aparecérseme alguno de los espectros familiares astorganos. Y hay que atenderle.

Leopoldo Panero, por ejemplo, para mí sigue envuelto y maniatado, como en “El desencanto”. No me atrae. No me atraen los poetas oficiales. Pero el resto…

Yo también me enamoré retroactivamente de Felicidad Blanc, y hubiese ido a verla al Ministerio aquel en que la colocaron de bedel para que tuviera una manutención. Sólo por verla, sin dirigirle la palabra ni molestarla (como con Pepa Flores, otra musa que generacionalmente no me corresponde: uno no elige sus pasiones).

Yo también he alucinado con Leopoldo María y sus derroches creativos, el hermano que más me interesa, y hemos paseado por Carnaby Street (Túa Blesa, Leopoldo María, J. Benito Fernández, Federico Utrera y yo: recuerdo perfectamente que hacía frío). Su obra me acompaña y hace más agradable esta cuerda locura del día a día.

Yo también me he indignado con Juan Luis, que tiene “más calva que espalda”, como alguna vez apuntaría Michi. Juan Luis es el que menos me ha interesado, las cosas como son. En “El desencanto” no me disgustó, haciendo como de cowboy ilustrado (citó a algunos de mis predilectos: Kavafis, Cernuda o Camus), pero en “Después de tantos años” ya era como un extra de sí mismo. Poca cosa. Prosaico. Distante. Casi nada.

Yo también fui seducido por el Michi mimoso de “El desencanto” y me sobrecogí con la lucidez del Michi terminal “después de tantos años”. Terminado pero lúcido, de su desgastada boca escuché salir frases que repito constantemente (ahora, satisfecho con el refrendo), como la de que “lo que bajo ningún concepto se puede ser en esta vida es coñazo”. En un poema que he mandado a algún concurso en el que, seguramente, no se comerá una mantecada, califiqué a Michi  de “poeta a su pesar”. Así lo sigo pensando.

Michi, el poeta bajo palabra de honor entre poetas con obra. Michi, el lúcido creador que dejó poca literatura (y, mucha de ella, en periódicos). Michi, que hizo de su vida su mejor obra, dejando un halo de bohemia, genio, alcohol mal digerido y hembras en celo de una noche. Michi, cierta lucidez entre un hermano loco y otro hermano que se hacía el loco. ¿Locura? España es un manicomio sin verjas…

Nacho Vegas, ese músico asturiano que nació en el mismo año que yo (¡gran cosecha, vive Dios, la de 1974!), ha agrandado el mito con una melancólica canción titulada “El hombre que casi conoció a Michi Panero”. Un homenaje a la derrota. No incluiré la letra, pues se dispara la extensión del artículo, pero esta joyita tiene partes como las que siguen: “Es hora de recapitular las hostias que me ha dado el mundo. Hoy vendrán a oír mi último adiós. Bien. Uno a uno van llegando y yo los recibo en batín. / Y unos me llaman chaval / y otros me dicen caballero. / (…) / Fracasé una vez, fracasé diez mil / y aun así alzo mi copa hacia el cielo / (…) / Y no me habléis de eternidad. No me habléis de cielos ni de infiernos. ¿No veis que yo le rezo a un dios que me prometió que cuando esto acabe no habrá nada más? Fue bastante ya... / Nunca fui en nada el mejor, / tampoco he sido un gran amante. / Más de una lo querrá atestiguar. / Pero si algo hay capital, / algo de veras importante, / es que me voy a morir / y cuando digo voy es que voy. / Lo he pasado bien, y casi conocí en / una ocasión a Michi Panero, / y es bastante más de lo que jamás / soñaríais en mil vidas. / (…) / Qué lástima, no dejaré / nadie a quien transmitir mi sabia; / consideré insensato procrear. / (…)”.

¿Seré yo otro hombre que casi conoció a Michi Panero?


jueves, 24 de julio de 2014

A PAZ OS DEJO, MI PAZ OS DOY...

El Diario Sur publica hoy un comentario muy personal que escribí sobre Octavio Paz. Agradezco enormemente esta gentileza del Diario.
Ahí les dejo el trabajo, amigos. Un abrazo, feliz fin de semana,
Antonio




A Paz os dejo, mi Paz os doy


Antonio J. Quesada


Por aquello de que todos los años hay que buscarse efemérides para recordar, aparentar que tenemos memoria e, incluso, que somos casi cultos (y no esos simios semi-evolucionados que generalmente somos), no está de más recordar que este año hemos celebrado el centenario del nacimiento de Octavio Paz. 31 de marzo de 1914 es la fecha de nacimiento, según la wikipedia, que es como la Britannica de los tiempos que corren. Cien años, por tanto, creo que salen, aunque me faltan dedos para confirmarlo.
Octavio Paz, ese poeta. Octavio Paz, ese ensayista. Octavio Paz, ese mandarín cultural mexicano (me gusta la equis de México, como a Valle Inclán). Octavio Paz, ese Ortega con poncho del que alguna vez hablara mi admirado “Pacumbral”. Octavio Paz, ese hombre que fue trotskista durante unos meses y ya se le computó para toda la vida (y para bien), incluso cuando cambió de lado el flequillo y las ideas (como el gran Malraux). Los estilistas hacen milagros…
Nieto de ilustrado porfirista, hijo de zapatista y de madre de origen español: todo eso metido en la Thermomix sociológica puede producir no se sabe qué.
Octavio Paz me interesa relativamente poco como poeta, doy la primera en la frente. Ya sé, ya sé: yo también tengo “Libertad bajo palabra” de Cátedra, como todo hijo de vecino (ya saben que Paz metía y quitaba poemas aunque mantuviera el título), y he mirado “Salamandra”, “Vuelta” y “Árbol adentro”, e incluso yo también me he indignado por el hecho de que Círculo de Lectores saque ahora la poesía completa en edición destinada a quebrarse con tres repasos (y como no soy Pepe Carvalho, muy a mi pesar, todavía no quemo libros). ¡Con las ediciones tan coquetas que hacen, y lo blanda que les salió ésta! Pero Octavio Paz es, ante todo, poeta. Que no me interese la poesía de alguien no quiere decir que ese alguien no se acerque como poeta a la vida y a los problemas. Paz lo era: un gran poeta. Un gran poeta que no me llegó como poeta.
Octavio Paz me interesa mucho más como ensayista: releo periódicamente “El laberinto de la soledad” (lo tengo también de Cátedra; soy muy “catedrático”, en la medida de mis posibilidades) para entender a México (la de dentro de México y la de Estados Unidos), y he bebido en mis tiempos púberes libros como “Corriente alterna”, “El ogro filantrópico” o “Tiempo nublado”, entre otros. Pero muchos de éstos me dan hoy una pereza mortal, de cara a su relectura: sólo de pensar en páginas y páginas sobre el burocratismo soviético se me caen los faldones del alma al suelo. Sin embargo, todo aquello de los rebeldes y revolucionarios (hay bastante Camus por aquí) y de las máscaras me sigue atrayendo (tuvo ocasión de desempolvarlo cuando todo aquello de Marcos y el EZLN). Y sus trabajos sobre la India me interesan cada día más, así como sus inteligentes críticas literarias y comentarios sobre otros creadores (¡cómo diseccionó a Sor Juana Inés de la Cruz, allá por 1982!). Dicen que fue el receptor de aquella mítica frase de Ortega de que “la erección es un pensamiento”, así que sigamos razonando por muchos años…
Octavio Paz fue un gran personaje, además. Mandarín cultural en México, cantaba al PRI aquello de “ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedios”, y criticaba a la “dictadura perfecta” de que hablara Vargas Llosa por una parte pero, por otra, lograba subvenciones para sus cosas. Versátil, Octavio Paz. Se peleaba con Neruda y Alberti por la cosa política (las ideas: ese fardo del alma), pero se leían y admiraban como creadores. Tras la matanza de Tlatelolco dejó de ser embajador de México y se dedicó a tiempo completo a ser embajador de sí mismo. Le dieron el Nobel en 1990 (como Cela, hizo oposiciones para Nobel durante toda su vida y las sacó) y murió en 1998, dejando un gran hueco.
Posiblemente no es una imagen rigurosa, seria, completa, de Octavio Paz. Pero no engaño a nadie, amables lectores: “(l)a Paz os dejo, mi Paz os doy”.
Es lo que hice, vamos.

miércoles, 23 de julio de 2014

REIVINDICACIÓN DEL TERRADO BARCELONÉS

Leo por alguna parte (http://www.lavanguardia.com/vida/20140724/54411245767/azoteas-barcelona-se-reivindican.html) que se quiere reivindicar los terrados en Barcelona. Y me he puesto mimoso, pues he sentido la nostalgia elevada a la máxima potencia: la nostalgia de lo que nunca se ha tenido y, por tanto, en puridad nunca se ha perdido.
He pateado los terrados de Barcelona gracias a Manuel Vázquez Montalbán, cuando en "El pianista" o en textos como "1945" los reivindica como espacios extraordinariamente civilizados. No como la calle, que estaba en manos de los vencedores de todas las guerras. El terrado era el cielo, mientras tener los pies en el suelo no era sinónimo de ser razonable.
Por los terrados podía aparecer cualquier cosa: un montón de ropa tendida (medias de mujer remendadas incluidas), niños que buscan aventuras, boxeadores venidos a menos, señoritas que se buscan la vida (como hacemos todos, de un modo u otro), parejas con los papeles en regla e, incluso, sin ellos, voyeurs de extrarradio, músicos en horas bajas, perdedores de todo tipo de batallas... En el terrado no se pedía papeles a nadie.
En fin, me gusta la idea de reivindicar el terrado.
Visca el terrat!

domingo, 20 de julio de 2014

A SABER LO QUE, EN EL FONDO, SOY. UN POEMA... ¿...FUTURO?


Se supone que tengo un poemario a punto de salir desde hace año y medio, "El revés de la nada". Hace año y medio, pero se supone que... a punto de caer: lo que no se sabe exactamente es el sitio en que caerá, pasa como con la basura espacial. Pero a punto, vamos: no pestañeo por si sale a la calle en ese momento y me lo pierdo.
La verdad es que me entran ganas de retirarlo de la editorial, pues cansa pasar dieciocho meses sentado al lado del teléfono esperando que suene. Pero tengo tal desgana con el tema, la misma con la que lo remití, posiblemente, que ni para retirarlo tengo fuerzas. Estoy como al margen, ya.
Hay poemas interesantes, en ese libro. Como, por ejemplo, uno en el que intento hacer una especie de autorretrato (hay varios en este plan, debo ser un inconsciente).
Ahí lo dejo: así me hago la ilusión de que se ha publicado, incluso, el libro.
Quizá para el próximo Campeonato del Mundo de Natación Sincronizada...
un abrazo,
 
 

¿Qué soy?

Preguntas
que
yo
qué soy exactamente.
Así, sin más.
Y
la respuesta no es fácil,
pues
depende de dónde esté.
Entre poetas, soy jurista.
Entre juristas, poeta.
Entre norteños, del sur.
Entre sureños, del norte.
Entre rigurosos, informal.
Entre informales, riguroso.
Entre conservadores, progresista.
Entre progresistas, conservador.
Entre cristianos, anarquista.
Entre anarquistas, cristiano.
No sé,
por tanto,
qué soy.
Depende. Yo pasaba por aquí. Sin más.

martes, 15 de julio de 2014

LOS AÑOS DEL BOOM GRACIAS A XAVI AYÉN

Estoy en estos momentos enfrascado leyendo "Los años del boom", de Xavi Ayén, y me atrevo a escribir estas líneas sin llevar leída ni la cuarta parte del voluminoso texto, debido a que me tiene encandilado.
No es otro texto sobre el boom, sino un texto que marcará un antes y un después. El libro, Premio Gaziel 2013, no sólo es profundo y largo (700 páginas, números redondos), sino que está escrito con una agilidad pasmosa. Es un enorme texto breve. El autor tiene metabolizado lo escrito hasta ahora sobre el tema, y ha contrastado con charlas y entrevistas con los interesados sus datos.
Vuelvo a mi escenario de siempre, pero de otro modo: Vargas Llosa, García Márquez, Cortázar, Donoso y resto del pesebre, pero también la Balcells (¡ay, la Balcells, ya era hora de trabajar a esta señora vital para tantas aventuras literarias!), mis adorados Carlos Barral, Marsé, Biedma...
En fin, una orgía perpetua para los interesados, gracias a Ayén.
Enhorabuena, Xavi: gracias por hacerme tan feliz con esta lectura.


http://www.lavanguardia.com/libros/20140111/54397995051/xavi-ayen-premio-gaziel-boom-literatura-latinoamericana.html

lunes, 7 de julio de 2014

"INQUIETUDES"... DE CUANDO ERA COLUMNISTA DE PRENSA

Hubo una época de mi vida en que fui columnista de prensa, y mis cosillas salían en papel y quien se acercara al quiosco con el euro que cobraban por el Diario estaba también comprando mis empanadas mentales hechas columna. Me gustaba la marcha: lo  pasaba bien. Suficiente para seguir con ello.
El Diario que publicaba mis cosillas era el Diario Málaga-Costa del Sol (R.I.P.: parada cardiorrespiratoria irreversible). Fui de la gente que tuvo que apagar la luz del Diario, vamos.
Una vez escribí una columna en verso (publicada el 9 de marzo de 2005). Con el tiempo la incluí en "Desde el otro lado del espejo", un poemario que todavía remiro sin excesivo rubor. "Inquietudes".
Inquietudes...



Inquietudes
Hoy me siento extraño. Siento algo inflamados
los cojones del alma.
Vaya al médico
y que le dé un volante para el especialista.
En quince meses la Seguridad Social le habrá recetado algo.
Me desgañito gritando
en el fondo del mar
y los peces de colores ya no me atienden
(prefieren devorar peces de colores más pequeños que ellos).
Es necesario ser un gran pedagogo
para convencer de que
dos por dos es igual a cinco
(algo así escribió Brecht alguna vez en algún sitio;
Brecht, ese aguafiestas).
Grandes pedagogos nos gobiernan:
desde que el mundo es mundo
dos por dos nunca fue cuatro
(que yo recuerde).
Unos están arriba
y no quieren moverse
y
otros están abajo
y sólo desean estar arriba
para comportarse como esos a los que critican.
En vez de dar una patada al sillón
lo que quieren es ponerse cómodos.
Antes injusticia que desorden.
La calle es mía
y, si me da la gana,
tuya también un poquito
(siempre con mi mediación).
Corren rumores de que
se trabaja en la creación
de una nueva hornada de mitos griegos clásicos,
porque
a los poetas se les han acabado los que había
y necesitan comprar héroes al por mayor
para seguir fabricando poemas
que luego venden al por menor.
Un poema sin mitos griegos que llevarse al alma
es menos poema
(no es culto, no es celebrado, te lo echarán en cara).
Las palabras, esas putas:
cuando te llevo la contraria
me llamas demagogo,
pero cuando estamos de acuerdo
es porque he sido capaz de llegar a la raíz del asunto en cuestión.
Niño, dos cervezas y algo para picar.
Los políticos son todos iguales.
No es justo generalizar,
alguno se salvará.
A lo mejor en las Antípodas.
Allí también se cuecen habas,
no se crea.
Le veo pesimista.
Optimista bien informado, diría yo,
pero
llámeme como prefiera:
he visto demasiado en esta vida
y ya me han llamado de todo.
Hasta otro día, amigo.
Hasta otro día.
Es usted demasiado inquieto
y así no se llega a viejo.
Puede ser. Tendré que replantearme mi existencia.