jueves, 5 de enero de 2012

"EL LEGADO", UNA VIEJA FANTASÍA BORGIANA QUE ALGUNA VEZ ESCRIBÍ

EL LEGADO

Antonio J. Quesada

- Menuda decepción, tío –me confesaba, mientras bajábamos de la notaría-. Vaya mierda de herencia.
- No lo mires así, hombre, piensa que esas dos revistas deben valer mucho –intenté que recapacitara; realmente, no tenía razones para estar tan fastidiado. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, pienso yo: su dinero debían costar los papeles aquellos.
- Ya, si eso no lo discuto. Pero para una vez que alguien me deja algo en herencia, tiene que ser un par de revistas viejas, me cago en la leche. Y si por lo menos hubiera tías en pelotas –sonreía-, pero no, tiene que ser una revista literaria y argentina, que tiene cojones la cosa. Y, además, vieja: de antes de la guerra.
- Hombre, tú no eres muy aficionado a leer, pero bueno, debe ser valiosa cuando el Notario ha dicho lo que ha dicho. Mira, vamos a tomar un café, anda, que nos vendrá bien –le tomé del brazo y nos adentramos en el primer bar que encontramos abierto, lleno de oficinistas y gentes de todo tipo que hacían un alto en su mañana.

La revista en cuestión era “Destiempo”, y en el legado se transmitían el número 1 y el número 2, de octubre y noviembre de 1936.
Lo que en principio parecía un lote de papeluchos tenía más historia, como sabe cualquier lletraferit. La revista “Destiempo” fue publicada por Borges y por Bioy Casares y financiada por este último. Era, realmente, una broma literaria: el jefe de redacción era un tal “Ernesto Pissavini”, un completo desconocido en las tertulias literarias que sembró de misterio las conversaciones de los literatos argentinos de la época. Y con razón: Ernesto Pissavini era el nombre del portero de Bioy, allá en la Avenida Quintana. Los ejemplares de esta revista eran, en realidad, publicaciones mínimas, de seis páginas, en formato tabloid, de los que sobreviven dos ediciones de tres que se hicieron. Hoy día las mismas están, claro está, en manos de coleccionistas.
Y en manos de Manolo, gracias al legado.

- Pero lo que más me jode, Antonio, es el modo de decirlo en el testamento –me confesaba, mientras tomábamos café-. El viejo reparte casas, dineros, fincas, joyas, y a mí me deja dos papeluchos con los que lo mejor que puedo hacer es limpiarme el culo. Pero sobre todo es el recochineo, Antonio: “a mi fiel Manolo” –atento al modo de decirlo: “al fiel Manolo”, dice el cabrón de viejo-, en gratitud por sus atenciones, le transmito en legado lo más preciado de mi patrimonio: mis ejemplares de la revista “Destiempo”. Cágate: haz de chofer fiel de un gaucho ricachón durante más de treinta años para que te deje en herencia dos revistas de mierda. Puta vida.
- Es raro, Manolo. Esas revistas deben valer mucho –le comenté, intentando que entrara en razón.
- Más que raro, es una putada. El viejo siempre me decía que su reloj, de oro y titanio, me lo regalaría algún día. Y el capullo va y me deja de herencia dos revistas. La concha de su madre, como solía decir él. El nombre de la revista le viene bien. “Destiempo” se llama, ¿no? Y a destiempo llega…
- Que no, Manolo, que esto no puede ser así. Algo hay. Cuando tengas las revistas iremos a que alguien nos diga lo que pueden costar, ¿vale?
- A ver, así saldremos de dudas…

No volví a ver a Manolo después de aquella mañana en que tomamos café, pero supongo que malvendería las revistas en cualquier librería de viejo en cuanto las tuvo en la mano. El dueño de la librería encontró un chollo, claro está.
En fin, Manolo nunca estuvo demasiado entusiasmado con el legado.

12 comentarios:

  1. Así tratamos la cultura. Anoche le regalé por Reyes un libro a mi sobrino de 21 años (universitario)y buscaba el ticket regalo para cambiarlo por algo más práctico.
    ¡¡¡¡Feliz año nuevo!!!!

    ResponderEliminar
  2. Gracias, amigos, por vuestros comentarios (Víctor, que me pongo colorado y no marco goles luego, jejeje; Umberto, GRACIAS, vaya signo de los tiempos...).
    Perdón por la pedantería que voy a cometer, pero en un antiguo poemario que alguna vez se publicó, otra antigua imprudencia mía, incluí el siguiente poema, que creo que trata un tema que sintoniza con nuestra reflexión. A ver qué os parece...
    GRACIAS por dar vida a este blog,


    En breve espacio de tiempo

    “Las Autoridades Sanitarias advierten
    que la reflexión,
    cuando es demasiado intensa,
    y las inquietudes intelectuales en general
    perjudican seriamente a la salud”.
    Acabaremos encontrando este recordatorio
    en cada libro.
    Al ritmo que vamos...

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo con tu poema, mira como acabó D. Quijote de tanto leer novelas (jejeje).
    Saludos.
    Quique

    ResponderEliminar
  4. Sí que es verdad, amigo Quique, jejeje. Ahí os dejo una explicación sociológico-literaria del problema del Quijote,con algo más de detalle de lo que aquí hemos hecho, jeje,
    un abrazo fuerte,


    http://www.youtube.com/watch?v=x1n069mFyPM

    ResponderEliminar
  5. Hoy día el sentido de lo "práctico" va enfocado a lo productivo y muchas veces mal relacionado a lo rentable. Una sociedad mediatizada y gobernada por el mercado, en la que todo es frívolo y acelerado, no puede plantearse que tal vez sea más práctico un libro que construya tu ser y produza profundos pensamientos y sensaciones, que cualquier aparato electrónico (digo aparato electrónico, porque parece que hoy día esto es lo que más utilidad reporta a los individuos, pero podría ser cuaquier otra cosa).

    Pobretico Manolo... jajaja

    ResponderEliminar
  6. Jejeje, al menos al chico algo le sonaba.
    Pero no nos pasemos de cultos, a todos nos gustaría más recibir un apartamento en la costa, ¿o no?.

    ResponderEliminar
  7. Sí, el hombre estaba poco contento con eso de convertirse en legatario, jeje. Hay de todo por ahí...

    ResponderEliminar
  8. jejeje, sin duda, pero si mientras miramos al mar leemos a Borges, todavía mejor, jejeje,
    un abrazo, amigo anónimo, GRACIAS por visitarnos!!

    ResponderEliminar
  9. Mi comentario iba más enfocado al comentario del libro, que entre 3 y 17 euros (tal vez un poco más en algún caso) que te pueden dar por descambiarlo, quizá no encuentres algo mucho más práctico. En el caso de Manolo, pues si tuviera cierta cultura como para saber lo que tenía entre las manos, o simplemente un poco de curiosidad para informarse, podría haberlas vendido por una cuantía bastante considerable.

    ResponderEliminar
  10. Después de leer el comentario de Daniel D. me ha dado la curiosidad y me he informado:
    el libro (“Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño) volvió el sábado a las estanterías de El Corte Inglés (antes de que fuese más tarde por si pensaban que lo devolvía leído) y le dieron una tarjetita de 15 Eur., la cual invirtió en una funda nueva para su teléfono (Daniel, no ibas muy desencaminado).
    Pobre Manolo, pobre sobrino y pobres de los que tenemos que ver estas cosas.

    ResponderEliminar
  11. Que me perdonen los dioses del día a día, pero... ¡qué gran libro! Al final cada uno busca su camino...

    ResponderEliminar