domingo, 26 de junio de 2016

EN LA CLANDESTINIDAD, CON ANTONIO JIMÉNEZ MILLÁN

Disfrutar de un buen libro de poemas es un placer de dioses. De las actividades más solitariamente placenteras que conozco, y no la cambio por (casi) nada.
Disfrutar de un buen libro de poemas de un autor por quien sientes admiración, cariño y estima personal, y con el que gozas de complicidad, ya, es la cuadratura del círculo.
Todo eso he sentido este fin de semana con "Clandestinidad", de Antonio Jiménez Millán. Espectacular trabajo que, en su día, obtuvo el XIII Premio de Poesía Generación del 27.
Gozando como un crío con textos de la calidad de las dos clandestinidades (1974 y 1981), "Voces" (y el tiempo fugado), "Estación de Atocha, 2004", "Invierno Austral" (el olvido sigue pleno de memoria, pese a quien pese), "Aniversarios" (¡ay, los 11-S!), "Reportaje", "Ciudad lejana", entre otros, recordando a Fernando Merlo con "El Túnel", o encontrándome un traje que me sentaba perfectamente en "Hotel Ladrón de Agua", en su brillante final: "...sólo soy / el viajero que firma en recepción, / el ausente que nunca terminó de marcharse". Sí, soy algo así.
Gracias, querido y admirado Antonio, por esta clandestinidad compartida.


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