martes, 6 de septiembre de 2016

"2003: el año en que conocí a Diego Medina"

Mi colaboración en el bellísimo catálogo de la Exposición "Diego Medina: poeta y editor", que inaguramos ayer en Málaga (un seguro, trabajar con Antonio Herráiz).
Escrito con todo el cariño y admiración hacia Diego: poeta, editor, amigo, cómplice...





2003: el año en que conocí a Diego Medina

Antonio J. Quesada

Corría el año 2003 y yo era un Becario de Investigación de la Facultad de Derecho que, entre clases seguramente olvidables y textos científicos manifiestamente mejorables, sacaba tiempo para escribir cosillas con pretensiones literarias.
En ello andaba cuando obtuve el Primer Premio de la Muestra “MálagaCrea 2003”, del Ayuntamiento de Málaga, en Narrativa Breve. No había publicado nada y no me conocía nadie, seguramente ni yo mismo (todavía sigo sin conocerme), y ganaba esto. Para alguien acostumbrado a perder, aquello fue una fiesta.
Fui, muy ilusionado, a recoger mi premio, y en una tarde calurosa de la Feria del Libro de Málaga se presentó el trabajo que recopilaba los textos ganadores. Allí conocí a Diego Medina. Me dio la enhorabuena, muy cordial, y me propuso, ya que había ganado el premio en la modalidad de narrativa, publicar algo en una colección que, según parecía, tenía el Ayuntamiento de Málaga llamada “Monosabio”. Acepté encantado. Con el tiempo sería consciente de que esa generosidad que tuvo conmigo la había tenido y la tendría con bastantes creadores jóvenes. Diego se iba a convertir en un cómplice inolvidable.
Diego y yo fuimos forjando una complicidad muy bella, alimentada con referentes creativos, noches de poesía y cerveza, generosas presentaciones de mis distintos librillos, guiños perennes (Pier Paolo Pasolini, Vázquez Montalbán, Carnaby Street, Roma, la familia Panero, …), etc. Con el tiempo, mi cómplice Diego se jubilaría, sería abuelo y comenzaría a pintar. Nos veíamos bastante menos, pues yo me iba cargando con todo eso que asumimos en la vida para parecer personas responsables.
Y en eso llegó la muerte. Traidora. Traicionera. Rondando el 14 de abril: de repente estábamos en una ceremonia laica en el cementerio, reteniendo las lágrimas y recordando a Diego. Le homenajeé con aquellos versos de Pasolini que Welles leía en “La ricotta”, y escuché a Joe Cocker con un nudo en la garganta.
El año 2003 fue fructífero para mí: fui joven poeta comunista durante un fin de semana, obtuve honores literarios diversos y publiqué “Un mensaje en el móvil” en la colección Monosabio. También me doctoré en Derecho con la pompa propia. En el año 2003 sucedieron bastantes eventos importantes en mi vida. Pero, ante todo, fue el año en que conocí a Diego Medina. Y empezaría a tener con él, para siempre, una deuda impagable.

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