lunes, 20 de julio de 2020

RAZONAR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

Se publica en el número 6 de la Revista "Cosas insignificantes" mi colaboración, "Razonar en los tiempos del coronavirus".
Todo un placer.

https://mega.nz/file/6gliXCia#kjOrOiol1uYhVUGou9XzyhwZNqFegi28ojnrmUM2f94



RAZONAR EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS


Antonio J. Quesada

El ser humano cree, en condiciones normales, que es capaz de controlar su existencia. Quizás porque en líneas generales, no puede negarse, suele ser así: cada vez vive más años y en mejores condiciones, se desplaza a mayor velocidad por este planeta mal llamado mundo, es capaz de razonar y de utilizar los avances científicos y de todo tipo en su propio beneficio, ve la muerte como una cosa lejana que, generalmente, sucede a otros, etc.
Pero todo eso puede ser engañoso.
Sí.
Basta que un volcán entre en erupción para que se tambalee esa pretendida certeza de que somos capaces de controlar plenamente nuestra existencia.
Basta que una ola gigante (ahora, de un tiempo a esta parte, siempre la llaman tsunami) se precipite sobre la tierra para que dudemos.
Basta que un animal desproporcionado nos agobie para que salten todas nuestras alarmas.
Basta que la enfermedad se cebe con nosotros para que nos descoloquemos. En tal caso, ni nuestros códigos (penales, civiles e inciviles) sirven para mucho, ni nuestro aparataje conceptual y filosófico nos salvan de la posible catástrofe, ni nuestros dioses suelen acudir velozmente en nuestra ayuda. Estamos en manos de sabios con batas blancas que, utilizando palabras griegas, hacen con nosotros lo que quieren, siempre por nuestro bien.
En todos esos casos estamos desnudos. Y somos muy pequeños (¿para qué sirven nuestros títulos académicos, medallas, galardones, etc., frente a esto?). Y, lo que es más complejo de asimilar, si uno no es completamente bobo, además es consciente de todo. Lucidez, amargo peso (“la lucidez lo arruinó todo”, escribí alguna vez en un poema justamente olvidado).
Estábamos haciendo planes sobre viajes, vacaciones, relaciones personales, trabajo… Y en eso llegó el coronavirus.
Y dio la vuelta a todo. No quedó más remedio que ser conscientes de nuestra pequeñez. Asumir que ese bicho malvado era capaz de paralizar nuestra vida, de encerrarnos en casa y de lograr que economizáramos besos, abrazos y todo eso que hace la vida más soportable y, a ratos, incluso bonita.
¿Seremos capaces de seguir pensando que somos dioses? No. No es posible. Ya no. El bicho nos priva del placer, pero espero que no nos prive de la necesidad de gozar.
Pero, en todo caso, razonar en los tiempos del coronavirus exige ser consciente de que algo se ha quebrado. Ser conscientes de nuestra pequeñez.
Y, cómo negarlo, de que el fuego sagrado nos ha sido arrebatado. Si es que alguna vez fue nuestro.

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