martes, 7 de mayo de 2013

DE ORDINARIECES BANCARIAS Y OTRAS HIERBAS

Hoy tuve que pasar por el banco, aunque intento ir lo justo o menos, que todo lo malo se acaba pegando en la vida. Al fin y al cabo, para tener los cuatro duros y medio que suelo llevar en el bolsillo tampoco necesito excesivas transacciones financieras, con o sin comisión (éstas, las menos).
Entre tanto señor trajeado y tanta chica "entaconada" (la estética lo agradece, la ética posiblemente no tanto) me sentí Virgilio Piñera (los lletraferits somos así: literaturizamos todo o casi todo lo que vivimos). Y recordé que por alguna parte ("Desde el otro lado del espejo"), tengo escrito este poema:


Perfil profesional

¿Qué entidad aseguradora requiere en su plantilla

a un poeta?

¿A qué sucursal bancaria puede interesar

el curriculum vitae de un dramaturgo?

¿Alguna multinacional pondrá alguna vez sus ojos

en un escritor de novelas breves?

El acceso al mercado laboral

de algunas personas

es francamente complicado.

No se amoldan al perfil.

3 comentarios:

  1. Un amigo me echó ayer en cara que en otra entrada anterior hiciera ese giro que suelo hacer en mis escritos ("por alguna parte tengo...") al hilo de otro libro, como si quisiera evitar citar la colección en que se publicó (en el caso al que se refería era "Ancha del Carmen", donde se publicó mi entrañable, para mí, "Poesía a instancia de parte", y que el Ayuntamiento de Málaga enterró hace tiempo).
    Si sigue leyendo este blog (algo de lo que no termino de estar seguro) verá que ese modo de citar es un coqueteo personal, no una omisión fruto de una conflagración judeo-masónica costeada con el oro de Moscú, razonamiento que suelo esperar de un político, no de un literato.
    Cada uno coquetea como puede o con quien puede, pero es bueno que los árboles no nos impidan ver el bosque: hay quien coquetea con robles, hay quien coquetea con alcornoques y hay quien, como yo, coquetea con cipreses, quizás porque aprendí hace mucho, con una novela que ganó el Nadal, que su sombra era alargada.

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  2. Sr. Quesada, puede usted venir las veces que haga falta, y tranquilo que intentaremos no pegarle nada, sobretodo, porque los empleados de a pie estamos vacunados contra los de arriba y es dificil el contagio. Y no sea tan frívolo que entre la ética y la estética hay una delgada línea donde hacen equilibrio los que, como yo, necesitamos comer todos los días y pagar, como el vecino del quinto, nuestra hipoteca.
    Si pasa por la puerta, no dude en entrar, nos honrara con su presencia y al mismo tiempo estaré encantada de retrocederle alguna comisión, que sin duda le habremos cargado desde la última vez que estuvo aquí.
    Firmado:
    Una empleada de banca desde lo alto de sus tacones.

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  3. Umm, la oferta es tentadora, pero como sigo pareciéndome demasiado a Virgilio (Piñera, no el otro), intentaré hacer acopio de mis mejores galas e, incluso, emulando a Sarkozy, hacerme con unas alzas para estar a la altura y poder sentirme más cómodo.
    La tentación es grande, querida amiga, y aunque me sigue tirando más una biblioteca, estoy más cómodo allí, prometo pensármelo. Palabrita del niño Jesús de Praga.
    GRACIAS por visitarnos, no se nos pierda,

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