jueves, 21 de enero de 2016

LA TRAMPA DEL MUNDO O LA SOPORTABLE LEVEDAD DE LA BELLEZA

Cada vez que encuentro por algún rincón de alguna librería algún libro de Tusquets rezo a todos los santos, en los que no creo, para que me interese el contenido y decida comprarlo. El cuerpo me pide llevármelo, de entrada, por simples cuestiones estéticas. A algo de esto llaman ahora los jóvenes "postureo", aunque Haro Tecglen, menos joven, hablaba de la "cultura de sobaco" o del "sobaco ilustrado", usando una palabra que no es como muy elegante; tan poco elegante que a mi admirado Vázquez Montalbán la censura quiso cambiársela por "axila" en un poema y, claro, desaparecía la sordidez que quería reflejar en él (el Centinela de Occidente metido a crítico literario: fue una de las facetas de su personalidad). Algo de eso hay, pero no tanto como pueda parecer.
¡Ay, "Marginales"! Si el libro es un libro de versos ("Nuevos textos sagrados") se me acelera el ritmo cardíaco.
Ayer (cuando digo ayer es ayer; cuando digo "el otro día" puede haber transcurrido más de un mes, mucho más) en alguna esquina de alguna librería encontré "La trampa del mundo", de Kvetoslav Chvatik, y me dio alegría saber que en breve volveré a Kundera (siempre vuelvo a Kundera).
Ayer fui muy feliz durante un ratito. Y volveré a serlo cuando comience con esta lectura. Tengo lista de espera, aunque confío en meterle mano en breve.

1 comentario:

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