lunes, 21 de noviembre de 2016

CUARENTA AÑOS SIN ANDRÉ MALRAUX

Mañana es día 23 de noviembre, y como andaré enredado sobreviviendo con temas de trabajo (el día a día aprieta, y para sobrevivir tienes que mover papeles con la nariz y desatender eso que nos disloca, que es la actividad creativa, propia y ajena), recordaré hoy que mañana se cumplen cuarenta años de la muerte de André Malraux.
Un referente. Un gran creador. Un farsante genial. Un personaje.
Tengo muy leído a André Malraux y no dejo de descubrirle facetas nuevas por aquí y por allá. No sé si su mejor obra era él mismo, pero me sirve la frase, al menos de entrada. De genio creativo a Ministro de Charles De Gaulle.
En la rive gauche de París compré alguna vez, por simples razones estéticas, "La Tête d'obsidienne", aún a sabiendas de que era complejo que, con mi nivel de francés, pudiese leerlo. Pero... ¿iba a dejar allí un libro de Malraux que hablaba de Picasso y publicado por Gallimard? Sin duda, no: por ahí está, y cuando lo veo me regala placer estético (por cierto, también me llevé una edición barata de "La Tentation de l'Occident", con la que visité su tumba en el Panteón; hasta entonces solamente tenía una extraña edición en italiano, que Dios sabe dónde andará). Y la vendedora me dedicó unas palabras que me encantaron: al ver el libro que compraba me comentó, con expresión melancólica, "joven, tiene usted un gusto exquisito. Por desgracia, los jóvenes franceses ya no leen a Malraux". Yo creo que lo que más me gustó es que me llamara joven. A según qué edades, eso agrada mucho.
Malraux. Adoro a Sartre (pese a sus errores, siempre de Genio), adoro a Camus (Camus, siempre Camus), adoro a Beauvoir (imprescindible, Beauvoir), pero... Malraux tiene su hueco insustituible.
Por el gran creador que fue: su última gran broma creativa fueron sus "Antimemorias" (las tengo en castellano en casa, pero... en la biblioteca de la Facultad de Derecho las tenemos en francés): se entrevista con Mao y, como la realidad no estuvo a la altura de sus expectativas, se la inventa. Y tenemos, en el libro, a un Mao que habla como un personaje de "La condición humana" o de "Los conquistadores" y que está como encantado de conocer personalmente a Malraux. ¡Oh, casualidades de la vida! Fantástico.
Cuarenta años sin André Malraux.





No hay comentarios:

Publicar un comentario