domingo, 27 de noviembre de 2016

LEOPOLDO MARÍA PANERO: EL POETA MALDITO CANÓNICO


LEOPOLDO MARÍA PANERO: EL POETA MALDITO CANÓNICO

 

 

 

Antonio J. Quesada

 

“En España no hay rata que no me conozca, y ello por culpa de mis escándalos callejeros, más que por la mucha o poca valía de mi poesía”. Son palabras de Leopoldo María Panero, y sintetizan bastante de lo que implica Leopoldo María Panero. Un sugerente creador que, como consecuencia de su espectacular personaje (más o menos soportable, dependiendo de una serie de factores, algunos clínicos, valórese bien esto antes de juzgar), es más conocido que leído. Al común de los mortales ha interesado más el personaje que la obra.

Leopoldo María será el segundo hijo de Leopoldo Panero y Felicidad Blanc, y nacerá en 1948. Será un poeta muy precoz, como podemos deducir de El desencanto y de Espejo de sombras, y pronto demostrará que, también, era alguien muy especial. Al igual que sucedía con sus hermanos, desde muy temprano tendrá trato con grandes creadores: deslumbrará, siendo niño, a Dámaso Alonso, y ya algo más maduro, al siempre impenetrable Pere Gimferrer (en aquel tiempo, seguramente todavía Pedro Gimferrer): “He conocido a un poeta genial. Es el único de nosotros que puede ser un Byron o un Shelley”, aseguran que comentó. Se enamorará de Ana María Moix y conocerá, era inevitable, a Vicente Aleixandre, aunque no haya excesiva sintonía entre ambos.

Vivirá varios intentos de suicidio, unos más cinematográficos que otros (sobre esta parte de su vida, y sobre el suicidio y los Panero, en general, vid. el libro de Federico Utrera Después de tantos desencantos. Vida y obra Poéticas de los Panero, 2008, páginas 107-131), y entre unas y otras cuestiones (intentos de suicidio, viajes, desastrosas aventuras políticas y de otro tipo), en 1968 sacará la plaquette Por el camino de Swann, publicada en Málaga, en Cuadernos de María José, de Publicaciones de la Librería Anticuaria El Guadalhorce, a cargo de Ángel Caffarena.

Su carrera como poeta y personaje se consolida: será uno de los nueve novísimos de la Antología de Castellet publicada por Barral en 1970, inagura Infame turba. Entrevistas a pensadores, poetas y novelistas en la España de 1970, de Federico Campbell y su culturalismo (ya algo caótico), es capaz de abrumar a conversadores tan experimentados y brillantes como Carlos Barral o Jaime Gil de Biedma. Además, será uno de los primeros lectores de Lacan en España.

En 1970 publicará su primer libro de versos, cuyo título me parece redondo: Así se fundó Carnaby Street (alguien dijo que Leopoldo María tenía un ojo maravilloso para los títulos). Libro que contendrá míticos poemas como “Deseo de ser piel roja” y que provocará que yo, que tiendo a estos gestos, no pueda pasar por Londres sin darme una escapadita por esta calle. Su personaje irá creciendo, pese a no haber obtenido jamás premio literario alguno (bueno, mejor no recordar aquel Gabriel Miró…), como le sucedería a Jaime Gil de Biedma. Octavio Paz se interesará mucho por él, por el “poeta-mago”, y su aura irá creciendo, como se irán haciendo más frecuentes sus internamientos en centro psiquiátricos (“la locura de Panero no es más que una terrible lucidez llevada al límite”, apuntará Marín Albalate por alguna parte).

Leopoldo María va creciendo, como decimos, y escribirá no solamente poesía, sino relatos (Papá, dame la mano que tengo miedo logró que no pudiese cerrarlo hasta terminarlo, de una sentada) y unas peculiares traducciones (dignas de reflexión en los estudios de Traducción). Y en eso llega El desencanto. Película en la que será el gran protagonista, con su culturalismo desordenado, su brillantez, su control de los tempos y su descarnado discurso. Benito Fernández, por ejemplo, se apasionará tanto con su figura que escribirá su biografía canónica con el paso del tiempo. Aunque es cierto que la película también significó el comienzo de su gran trivialización, a la que sin duda ayudará él mismo (con sus apariciones en Tele 5, en tertulias radiofónicas, en eventos o en polémicos debates en televisión). Consciente de ello, en un arrebato de no sé qué, apunta  la frase con la que comenzamos este trabajo: “en España no hay rata que no me conozca, y ello por culpa de mis escándalos callejeros, más que por la mucha o poca valía de mi poesía”. Sí.

A partir de los años ochenta del Siglo XX su situación mental empeorará, y su obra y su vida se van llenando de sanatorios, anécdotas cada vez más encendidas, gente que huye y obsesiones familiares. Su relación de amor-odio con su madre alcanzará situaciones inimaginables, y ello se reflejará en algunos poemas inolvidables. Llegarán libros de la talla de “Poemas del manicomio de Mondragón” (1987) o “Locos” (1992, ampliado en 1995). Incluso se convertirá en auténtico personaje literario, en textos creativos de Luis Antonio de Villena, Manuel Vázquez Montalbán o Vila-Matas, entre otros. Leopoldo María Panero será el maldito canónico de la Literatura española del Siglo XX. Muy en la línea de Artaud,  por cierto.

Afortunadamente, como el gran creador que fue, empezó a recibir también cierto reconocimiento (que no premios, como hemos apuntado): en 1992 Cátedra publica “Agujero llamado Nevermore”, con todo lo que eso implica de reconocimiento (es el primer poeta nacido tras la guerra civil en aparecer en la colección de Letras Hispánicas). Fuera de nuestras fronteras, la Anthologie bilingüe de la poésie espagnole, de La Pléiade, Gallimard, recoge su poema “El lamento del vampiro”.

Leopoldo María desarrollará su personaje plenamente de un modo espectacular, con el paso del tiempo, y en su obra jugará con los temas ya esbozados y tratados en el cine (pero no con detalle en su entonces escueta obra): la locura, el culturalismo desordenado, la familia y sus problemas, la psiquiatría y el psicoanálisis, la muerte, la sexualidad, etc. Visor y Huerga y Fierro nos tendrán al tanto de sus textos y en Después de tantos años aparecerá más enseñoreado en lo que es (así como en otros trabajos cinematográficos de menor envergadura, ampliamente difundidos en la red). Las anécdotas sobre sus apariciones por aquí y por allá son frecuentes en libros que recopilan memorias más o menos desmemoriadas (que suelen recordar bastante bien a Leopoldo María), y en conversaciones con personas que le conocieron y, a ratos, sufrieron.

Estaba destinado a morir pronto, pero será el último de los hermanos que fallezca, pues morirá en marzo de 2014 en el sanatorio de Las Palmas en que estaba internado. “Leopoldo María nos enterrará a todos”, aseguraban algunos, ante su envidiable mala salud de hierro.

Escucha uno mil y una anécdotas de Leopoldo María y concluye que era un grandísimo creador que, llegado un momento, se convirtió en alguien muy difícil de sobrellevar. Pero alguien capaz de escribir este poema (De "Esquizofrénicas o La balada de la lámpara azul") tiene un lugar privilegiado en mi pesebre: “Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero / hijo de padre borracho / y hermano de un suicida  / perseguido por los pájaros y los recuerdos  / que me acechan cada mañana / escondidos entre los matorrales / gritando por que termine la memoria / y el recuerdo se vuelva azul, y gima  / rezándole a la nada porque muera”.

Aunque mi modo de ser y de estar se acerca más a Juan Luis, seguiré gozando con los textos de Leopoldo María.

4 comentarios:

  1. Querido Antonio J.Quesada , primeramente buenos dias y luego un GRACIAS¡¡
    Aunque no soy muy fan de Leopoldo Maria si he de reconocer que este gran poeta convertido a veces en "personaje" es muy especial. En su vida hay muchos antes , despues y otras circustancias ...Aún viviendo al limite nunca dejo de crear sin ser siempre ese "bendito loco".
    Como bien dice Marin Albalate al que has hecho aqui referencia :"La locura de Panero no es más que una terrible lucidez llevada al limite".
    con todos mis respetos y cariño espero que pronto publiques algún libro sobre esta familia tan poliédrica y tan interesante.
    El escrito de hoy se me ha hecho corto ...mañana más? Un abrazo

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  2. Gracias, amiga TC Cheska, es un placer compartir estas complicidades. LMP da para tantísimo... Da miedo abordar una obra de conjunto sobre él, pero... me encantan sus pequeñas historias, que darían cada una para trabajos extensos, jeje.
    Gracias por estar cerca, un abrazo fuerte,

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  3. LMP siempre me ha atraído e inquietado simultáneamente, preso de su exceso de lucidez tal vez...

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  4. Es un personaje apasionante, querido Víctor, y con unos textos, cuando menos, inquietantes... Abrazos muy fuertes,

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