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A TOMAR POR CULO
Antonio J. Quesada
“Extravaga,
hijo mío, extravaga cuanto puedas,
que más vale eso que vagar a secas. Los memos
que
llaman
extravagante al prójimo, ¡cuánto darían por serlo!
Que no te
clasifiquen; (…).
Sé tú, tú mismo, único e insustituible.
No haya
entre tus diversos actos y palabras
más que un
solo principio de unidad: tú mismo”
(Miguel de
Unamuno: “Amor y Pedagogía”, VIII)
“A pesar de
sus canas, se codeó con rameras
y con
poetas, y hasta con gente peor”
(Jorge Luis
Borges: “El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké”,
de “Historia
Universal de la Infamia”)
Después de meditarlo con seriedad, por fin, había tomado la decisión. “A
tomar por culo”, como hubiese dicho mi protagonista.
Sin embargo, aquella llamada telefónica lo cambió todo.
PREGUNTA: Posiblemente no les suene a ustedes, todavía, el nombre de
Fidel Villanueva. Y es lógico, porque hasta hace unos días Fidel Villanueva era
una persona totalmente desconocida. Sin embargo, hoy es el autor de moda en el
mundo literario de nuestra ciudad, tras salir del anonimato directamente para
ganar el Premio Biblioteca Escueta, con una novela de título impactante: “A
tomar por culo”. Es por ello que este diario se complace en entrevistarle para
que sus paisanos puedan conocerle mejor. ¿Qué se siente, Fidel, cuando salta
uno a la fama de este modo? ¿Cuando se pasa de la nada al todo?
RESPUESTA: Hombre, pues la verdad es que alcanzar cierta fama es el gran
sueño de todo aquel que escribe, evidentemente, ya que te proporciona un público,
un auditorio. Ser leído es, para un autor, lo mejor que le puede suceder: es
algo maravilloso. Y eso, se quiera o no, se logra obteniendo premios, porque
tal y como está el patio, o ganas algo por alguna parte (y de esto podríamos
hablar, también) o no eres nadie. Es muy difícil que una editorial te publique
así como así. Además, salvo que tengas relaciones de amistad, de familia o de
cama, suele ser difícil que metas la cabeza en algún círculo importante
(hombre, siempre nos quedará Internet, también es cierto; pero es otro tema
largo). Fíjese, por ejemplo, sin ir más lejos, en mi caso: si yo no hubiera
ganado el Premio Biblioteca Escueta usted no estaría hablando conmigo ahora,
¿verdad?
P: Es cierto. Hasta ahora tú no habías obtenido premio literario alguno,
¿no es cierto?
R: Hasta ahora no había ni publicado un libro, siquiera. Efectivamente.
P: Me cuesta creerlo, Fidel. Se te nota muy suelto, literariamente
hablando.
R: Pues debe creerme. Los toreros dicen aquello de que “más cornás da el
hambre”. Mi soltura puede ser la soltura que proporciona “el hambre” o la vida
interior, no sé. El haber vivido muchas situaciones desagradables en la vida,
quizá. Situaciones que acaban con la inocencia, inevitablemente, y terminas
despertando. Aunque el que de verdad da las “cornás” no es el hambre, sino el
hombre, pero de esto que no se entere nadie. Antes de ganar este premio intenté
publicar esta novela y las editoriales me devolvían el ejemplar, una detrás de
otra. Alguna ni lo aceptaba, porque no iba avalado por nadie. No entraba dentro
de sus planes editoriales, me decían las que tenían la gentileza de darme
explicaciones.
P: Cuesta trabajo creer esa situación.
R: Cualquiera que haya intentado publicar algo conoce bien esto que
describo, no se llame a escándalo. No es infrecuente. Pero es el juego: si uno
se mueve en determinados círculos puede acceder a las editoriales, a los
Ateneos, a los periódicos y a las alabanzas. De lo contrario, todo es más difícil.
Desgraciadamente, no soy Catedrático de Literatura, amigo de quien puede
ayudarme ni se me está tirando ningún escritor o personaje local conocido. Lo
tengo más complicado para algunas cosas, por tanto.
P: Directo sí que eres en tu lenguaje, Fidel. Y no escondes tus ataques.
R: Será por causa de la edad: quien no es directo a mi edad ni hipócrita
con cincuenta años es un poco gilipollas. Algo así le leí a Churchill alguna
vez, pero he rehecho su frase a mi manera. Y la rehago con mi acento, claro.
P: Toda una declaración de principios. Por cierto, ¿en qué trabajas,
Fidel, si no es indiscreción?
R: No es indiscreción: soy marinero. Trabajo en la Marina Mercante.
P: Una profesión algo alejada, en principio, de la Literatura, ¿no?
R: Algo alejada no de la
Literatura en sí, que está en todas partes (como Dios) y hay
grandes trabajos sobre mares y aventuras navales, pero sí de los círculos
literarios. De eso sí que está alejada, no puedo negarlo: le aseguro que no vienen
los Catedráticos y los críticos literarios con mando en tropa a verme al barco.
Bueno, en el fondo seguramente lleva usted razón: está algo alejada de la Literatura porque Literatura
es lo que ellos deciden que es Literatura.
P: ¿Quiénes son ellos, Fidel?
R: ¿Ellos? Un filósofo le
contestaría que, para el que habla, ellos
son todos los que no son uno mismo. Quedémonos ahí. No me meta usted en más líos.
P: Me ha llamado la atención, Fidel, el título de la novela. Muy
beligerante: “A tomar por culo”. ¿Por qué ese título?
R: Bueno, mi novela trata de un muchacho que quiere ser escritor, pero lo
ve tan difícil que decide colgar los bolígrafos y no buscarse más líos en la
vida. Disfrutar de la Literatura, no intentar crearla. Ser espectador, no
autor, en esta tragicomedia mediocre. Y por eso, como él repite, decide mandarlo
todo “a tomar por culo”. No desvelo el final, pero es sorprendente.
P: Si me lo permites, es un poco grosero el título, ¿no te parece?
R: ¿Grosero, el título? No creo. Grosera es la situación ante la que se
encuentra el protagonista. El título, como mucho, puede ser indiscreto. Pero no
grosero.
P: La historia que narras se parece mucho a tu situación, ¿no? ¿Es una
novela autobiográfica?
R: Es la pregunta del millón para todo el que empieza a escribir: la
estaba esperando desde el minuto uno y ya llegó. Ya está aquí la pregunta “de
rabiosa actualidad”, como dicen ustedes. Vamos a ver, no es autobiográfica en
el sentido en que se entiende habitualmente este término. Es decir, si alguien
la lee buscando identificar a personas concretas de mi entorno o entes
determinados, o rastreando sucesos que me hayan ocurrido a mí personalmente,
anda muy equivocado. En cuanto a las actitudes y sentimientos, por supuesto que
sí son perfectamente reales, claro, todo lo que cuento está metabolizado (por
mí, por otras personas, o es fruto de mi mente pero está igualmente
metabolizado). Es curioso: en bastantes ocasiones, cuando algún conocido lee alguno
de mis textos, busca quién es quién de entre la gente que me rodea. Intenta
leer en clave, todo. ¡Qué triste! La Literatura puede implicar esa toma de datos o situaciones
de la realidad, de acuerdo (puede que no suceda, también: no conozco reglas
absolutas), pero después el autor malea todo a su antojo, que para eso es un
creador. Un creador es un Dios que hace lo que le da la gana con el magma que
tiene entre manos.
P: Cambiando de tema, ¿es verdad que tenías pensado abandonar la Literatura?
R: Hombre, dicho de ese modo suena muy simpático, porque sólo se abandona
aquello que alguna vez se practicó, y yo nunca fui “oficialmente” un literato.
Nunca tuve Corte que me riera las gracias, que me llamara poeta o que me
alabara, amigos que me celebraran o me incluyeran en Antologías o reuniones de
poetas, o periódico que me entrevistara como joven promesa de la Literatura
(disculpe, por lo que le toca). Pero sí que tenía tomada la decisión de
retirarme de esta guerra, sí: no quería seguir pasándolo tan mal. ¿Qué
necesidad había de ello teniendo mi trabajo, en el que no me consideran un
intruso, gracias al cual veo mundo, puertos y mares, y donde nadie me mira de reojo
como si fuese un animal trepador, algo habitual en ese mundillo tan cainita de
la Literatura? Tuve muy malas experiencias, no olvide eso nunca. Pero la
llamada de teléfono en la que me comunicaban la concesión de este premio lo
cambió todo. Ya veré qué hago ahora. Tampoco lo tengo muy claro, la verdad. No
crea que tengo excesiva ilusión por todo ese mundo, pero ahora estoy viendo la
otra cara: la de quien se acerca a caballo ganador y te hace la corte. Y tampoco
me gusta. Se ven excesivamente claros, los andamios. El mundillo no ha
cambiado: ha cambiado mi posición en él, y todavía no me ubico. En fin, ya
veremos qué pasa.
P: Por último, Fidel, invita a nuestros lectores a leer “A tomar por
culo”.
R: Con mucho gusto. Querido lector, “A tomar por culo” es la historia de
alguien que no es un héroe, alguien que es como tú y como yo, una persona
normal que madruga cada mañana para tomar el autobús de las siete y que quiere
hacer un camino. Alguien a quien todo le cuesta mucho y que debe trabajar el
triple que otros para lograr lo mismo que ellos (o la mitad de lo que logran
ellos). Y, encima, no sólo no es querido por los profesionales del mundo en el
que aspira a ingresar, sino que le hacen la vida imposible. Por eso está
tentado de mandarlo todo “a tomar por culo”, como suele repetir. Si lo hará o
no, y cómo actuará, es algo que deben descubrir ustedes leyendo el libro.
P: Gracias, Fidel Villanueva. Una nueva voz, sin duda, dentro del
panorama literario. Una voz que entra con fuerza en el firmamento de los
escritores locales.
Después de meditarlo con seriedad, por fin, había tomado la decisión. “A
tomar por culo”, como hubiese dicho mi protagonista.
Sin embargo, aquella llamada telefónica lo cambió todo.
Aquella llamada telefónica.
Aquella llamada.