lunes, 30 de enero de 2012

TE VAN A PEDIR SER OBJETIVO INCLUSO PARA IRTE DE ESTE MUNDO...

No sé si comentar esta noticia o se comenta sola. El caballero debía ser de armas tomar, pero... anda que el entorno...
Ni a la hora de irte te permiten ser subjetivo, vaya. ¿Es la carta de un suicida o una crónica de un telediario? ¿El principio de contradicción procesal extiende sus tentáculos hasta aquí?
Mamma mia!!


Deja una nota de suicidio con un punto de vista “sesgado y muy parcial”

Chitroste, de 35 años, se quitó la vida el pasado lunes dejando una nota de suicidio de cinco páginas en la que se explican los motivos que le llevaron a tomar tan drástica decisión. El cadáver fue encontrado por su asistenta, quien fue la primera en leer la nota. 'Vi aquello y me puse a chillar, es lo peor que he leído en mucho tiempo. Omite muchas cosas y culpa a todo', explicaba a los periodistas entre lágrimas producidas 'por la escena con más falta de objetividad y rigor que he tenido que presenciar'.

Al parecer, la nota repasa diversos temas que van desde los sentimientos más personales del suicida, que no confrontó con nadie, a la situación de desempleo que le había sumido en una profunda depresión. 'Omite, eso sí, cualquier referencia a la crisis global que atravesamos, y eso avergüenza a una madre', explica la madre de Julio al otro lado del teléfono.

'El señorito tampoco habla, claro está, de sus problemas para relacionarse con los demás y del hecho de que junto a él nadie se sentía cómodo. Solo dice que se sentía solo', prosigue la mujer. 'Es muy fácil decir que te han dado de lado sin dar la oportunidad a tus lectores de conocer la otra cara de la moneda. Lees la nota y es todo el rato lo mismo: yo, yo, yo y yo'.

En su antiguo lugar de trabajo también les ha pillado por sorpresa la noticia: 'Hablé con él hace poco y estaba tan normal, abierto a otras opiniones…', comenta una compañera entre lágrimas. Su exjefe, sin embargo, es algo más contundente: 'Es típico de él, lo echamos porque era un inútil y presentaba unos informes trimestrales que siempre favorecían a su departamento. Y vemos que sigue igual, por tanto no podemos lamentar, a la vista de su suicidio, el hecho de haberle despedido. Se confirma que estábamos en lo cierto'.

'Esto no pasaría una revisión por pares', comenta el hermano de Julio sujetando la nota con dos dedos, 'carece de las más mínimas garantías de imparcialidad, dado que lo que ha escrito aquí ni siquiera se lo dio a nadie para que se lo repasara. Hay momentos en los que dice que está triste cuando lo que estaba, en realidad, era deprimido. No es lo mismo. Lo hace para dar lástima y llamar la atención, como siempre. Típico de él'.

'Que si 'Creo que, siento que, parece que…'. Si uno no sabe las cosas a ciencia cierta no debería tener los santos bemoles de escribirlas en un papel. Las cosas hay que pensarlas un poco antes de poner una palabra detrás de la otra', insiste su madre. En estos momentos tan dolorísimos para ella solo le consuela saber que serán ella y su familia los que, en definitiva, tendrán la última palabra.


http://noticias.es.msn.com/entorno/insolito/deja-una-nota-de-suicidio-con-un-punto-de-vista-%e2%80%9csesgado-y-muy-parcial%e2%80%9d

sábado, 28 de enero de 2012

UNA REFLEXIÓN CON ISMAEL SERRANO COMO EXCUSA

Aunque cuanto más profundizo en Serrat menos me interesa Ismael Serrano, no cabe duda de que Serrano nos ha dejado canciones míticas. Ahí les dejo una paranoia que alguna vez escribí sobre (inevitable) "Papá cuéntame otra vez", cargada de guiños que en aquella época me interesaban (cada día me interesa menos casi todo).
Un abrazo, y... a canturrear por lo bajo.

CUANDO ISMAEL SERRANO NOS ENSEÑÓ CIENCIA POLÍTICA

Música y poesía van algunas veces de la mano, sobre esto no cabe duda, a pesar de lo que uno escucha cuando sale por las noches de juerga (yo ya no escucho nada de eso, me dedico a tomar cervezas y a mirar chicas de reojo, como quien no quiere la cosa).
Nadie en su sano juicio puede dudar de esta conexión si echa un vistazo a las letras de Jim Morrison, de Silvio Rodríguez, de Cohen, de Pablo Milanés, de Serrat, de Labordeta, de Sabina, ¡qué sé yo, de algunos otros!

Por cierto, pongamos que hablo de Joaquín: Sabina es un poetazo cuando habla o canta, aunque cuando ejerce de poeta me carga mucho (toda esa parafernalia: libro en Visor, presentación rodeado de Benjamín Prado y los «praditos», García Montero y los «monteritos», la Grandes,…).

Sin embargo, a veces poesía y música se unen, también, a letras cargadas de contenido, y entonces esto sube enteros. Todo esto viene a cuento de que hoy quiero canturrear algo de Ismael Serrano. Me parece bueno este chico, tiene letras brillantes. Pero hay una canción suya que es como un Máster de Ciencia Política hecho verso, y por eso lo traigo aquí. Porque creo que había que decirlo y, como no sé si lo dijo alguien antes (seguro que sí: casi todo está dicho o escrito antes), pues ahora lo digo yo. La canción se titula Papá cuéntame otra vez, y está incluida en su trabajo Atrapados en azul. Es magistral, redonda, perfecta. Describe el 68 y todo lo que supuso como Sabina describe la inmediata postguerra española en De purísima y oro (canción incluida en 19 días y 500 noches y que es otro Máster de Ciencia Política).

Dice así: «Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito / de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo, / y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana, / y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda. / Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis / estropeando la vejez a oxidados dictadores, / y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona / en aquel mayo francés en los días de vino y rosas. / Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita / de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia, / y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo, / y cómo desde aquel día todo parece más feo. / Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada / y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada, / al final de la partida no pudisteis hacer nada, / y bajo los adoquines no había arena de playa. / Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba / se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas, / y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias, / pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza. / Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis, / qué lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París, / sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual: / las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más. / Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad. / Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam. / Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam. / Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam».

Cualquiera que tenga una cultura política más o menos digna le sacará un partidazo a la letra, a ver cómo le cuentas todo esto en dos minutos a los adolescentes que van persiguiendo "adolescentas" por los bares de copas (lo más noble que pueden hacer a esa edad) y que en Historia ya les pareció revolucionaria la llegada de Benedicto XVI, pues Juan Pablo II no era un Papa, sino el Papa.

No se puede decir más en menos palabras, ¡qué canción más sugerente, Serrano! ¿Recuerdan todo aquello? Yo lo recuerdo y no lo viví, señal de que me hago viejo: se es viejo cuando se tiene perfecto recuerdo de lo que nunca se vivió. Policía y manifestantes aquí y allá (en España menos: el Centinela de Occidente todavía regía los destinos de la Patria con su Espada en la mano, la Espada más limpia de Occidente, que dijo alguien), Rolling Stones (siguen todavía rodando), los primeros flequillos y minifaldas, Al vent (¿la cantaría «Ánsar» en esos círculos reducidos en los que también hablaba catalán, en aquella época en que necesitaba a Pujol para gobernar?), la Sorbona ocupada (con mi admirado Malraux ejerciendo de palanganero del General De Gaulle, ese dictador democrático o demócrata dictatorial), el Che (al que mataron en Bolivia y atraparon en la foto de Korda; lo mató la CIA, hoy se sabe: «sargento, dispare de los hombros para abajo, que este hombre se supone que ha muerto en combate»), debajo de los adoquines sigue estando la playa, y todo eso que se decía y que acabó en nada.

Pero, como termina Serrano, al final todo siguió más o menos igual. Mayo del 68 sirvió para asumir socialmente alguna cosita y para que aumentara la natalidad en febrero del 69, porque todas las revueltas siempre las terminamos igual, que no tenemos enmienda. Los rebeldes del 68 tomaron las riendas del mundo y se dedicaron a eso de la socialdemocracia o al social-liberalismo, y de vez en cuando todavía recuerdan, desde sus despachos profesionales, lo divertido que era llamar fascista a un policía o tirarse a alguna maoísta que estaba buenísima en algún portal del Barrio Latino.

Pero rápidamente deben cambiar el chip: les informa la secretaría de que la delegación japonesa que estaban esperando ya llegó. Bajan los pies de la mesa, se dirigen al espejo, se recolocan la corbata y se retocan la chaqueta. Ya están preparados para cerrar nuevas operaciones comerciales y nos despiden con algo de nostalgia, ¡éramos tan jóvenes!

Fue divertido mientras duró pero, como dijo De Gaulle a la vuelta de su enigmático viaje a sus cuarteles de primavera, «se acabó el recreo». «Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis, / qué lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París, / sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual: / las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más. / Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad. / Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam».

Con esta canción, Ismael Serrano, además de darnos carnaza para canturrear, nos enseñó Ciencia Política.


http://revista-utopia.blogspot.com/2009/02/utopia-4-antonio-j-quesada.html

lunes, 23 de enero de 2012

SOBRE ECO Y EL PÉNDULO DE FOUCAULT

Es estos días he vuelto a releer "El cementerio de Praga", otra obra maestra del gran Umberto Eco. Eso me ha hecho recordar unas viejas líneas que alguna vez escribí sobre él, referidas a otro de mis libros de culto: "El péndulo de Foucault". Aquí las traigo, sencillas pero no menos intensas.


EL PÉNDULO DE FOUCAULT, UMBERTO ECO Y OTRAS HIERBAS ("Papel Literario", 18-1-2009)

Tengo bastante leído a Umberto Eco, tanto en su vertiente ensayística y periodística (e, incluso, científica, aunque menos) como, sobre todo, en su faceta como novelista. Como novelista culto, ahí sí que me llega Eco (tiene bastante eco sobre mí), y eso que no soy muy dado al barroquismo literario (pero esto es otra cosa). Novelista culto y novelista de culto, necesito sus libros para tirar adelante, para disfrutar (por mero placer estético) y, a la vez, para aprender. Tengo mi corazoncito, no cabe duda: “El nombre de la rosa” me sigue llenando como la primera vez (lo nuestro es amor eterno, ¡existe!), es redonda, debo releerla cada cierto tiempo y admirar sus páginas; “El péndulo de Foucault” también está entre mis libros preferidos, de él hablaré hoy; “La isla del día de antes” me resultó torturante (por el tema, no por el estilo) y no quiero volver a verla en mi vida (tengo un amigo científico que adora este libro, también mi hermano el biólogo; para ellos), y de ahí en adelante (Baudolino, la reina Liana o algo así, etcétera) sus libros son muy interesantes, bastante más de lo normal, aunque no llegan al nivel de sus dos primeras novelas, en mi modesta opinión. En cualquier caso, Eco siempre te trata como un lector inteligente y eso se agradece para volver a sentirte ser racional en una vida en la que cada vez somos tratados más como adolescentes.

Hoy quiero dedicar cierta atención a “El péndulo de Foucault”, novela culta y de culto para mí, como ya he dicho antes. Así como Cervantes se ríe de las novelas de caballerías escribiendo una gran novela de caballerías, Eco se mofa de los libros de esoterismo con una gran novela cargada de esoterismo. Fantástico, puede suceder con este libro como le sucedió a aquellos que, en tiempos del Centinela de Occidente, se hicieron comunistas leyendo el libro de no sé qué jesuita que describía el Mal Rojo mejor que Marx y Engels juntos y revueltos. Hay grandes libros que provocan que quiebre alguna de mis convicciones más arraigadas: así, si abrí un libro de autoayuda con Erasmo de Rotterdam (“Elogio de la estulticia”, un auténtico libro de autoayuda), me acerco periódicamente al esoterismo con este libro de Umberto Eco. Y no quiebro mis costumbres así como así, me sucede como a Rick en “Casablanca”, salvando las distancias (él es viejo y yo no tanto; él tiene una historia intensa a cuestas y yo algo menos; él es guapo y yo tampoco).

Como gran novela culta de Umberto Eco, los conocimientos reticulares abundan pero no agobian, y eso es magistral: templarios, rosacruces, animistas, etc., campan a sus anchas por el libro y ayudan a seguir la trama. No pesan, porque Eco no es como esos malos novelistas que se valen de lo mucho que saben de Historia, por ejemplo, para hacer un mazacote pseudo-científico donde incrustan una historia de amor y, con suerte, con algo de folleteo, en la corte de Felipe II. No, esto es otra cosa. La cultura, aquí, no pesa, es una levedad soportable. Posiblemente, la cultura sea eso, llevar encima todo el fardo sabio y que no atosigue. Como le sucede al Conde de Saint-Germain, que también aparece y desaparece por la novela, que no muere nunca y no agobia. El Conde de Saint-Germain ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma.

Gran lectura, te mantiene inquieto todo el tiempo y tienes en todo momento la sensación de ser tratado como un ser racional. Además, ya como nota lúdica, se agradece la explicación de lo que son los Autores Autofinanciados (AAF) y de cómo las editoriales con menos escrúpulos viven a su costa. Algunos nos vemos identificados, y sonreímos con una mueca amarga. ¿Quién no ha sido AAF alguna vez? ¿Quién no lo sigue siendo? Jodida vida…

“El péndulo de Foucault”. Sigo teniendo la necesidad de releerla de vez en cuando.

miércoles, 18 de enero de 2012

"Desengaño anunciado del bolchevique sentimental", un viejo poemilla

Alguna vez publiqué, en una obra colectiva, un conjunto de poemas titulado "Cuaderno poético del bolchevique sentimental". Cerraba dicha serie con el siguiente poema, en el que mi bolchevique sentimental duda. Un lujo para alguien de acción, pero bueno, son cosas que pasan.

Desengaño anunciado del bolchevique sentimental

¿Hasta cuándo seguiré
apoyando apasionadamente revoluciones
para después disentir, porque aquello que vino
no era
eso que yo pretendía?
(no se modificó nunca la mentalidad de los hombres,
nada bueno podíamos construir).
¿Hasta cuándo levantando banderas rojas
para que otros administren la Victoria?
¿Cuándo asimilaré que el hombre
no tiene remedio?

jueves, 12 de enero de 2012

PRESENTACIÓN DE LIBRO EN QUE PARTICIPO

Querid@s amig@s, hoy incluyo una cita que tendré en breve, por si alguien quiere y puede acompañarnos. No hace mucho incluí en este blog un prólogo que había escrito a un libro sobre análisis del feminismo en Málaga (http://antoniojetaquesada.blogspot.com/2011/11/no-se-nace-mujer-se-llega-serlo-prologo.html). Hoy incluyo la información completa sobre la presentación del libro, a la que estáis invitados.

Día 19 de ENERO 2012
Hora: 19,30 horas
Lugar: Centro Andaluz de las Letras de Málaga
c/ Álamos, 24
Málaga


PRESENTA: Remedios Martel Gómez, Delegada del Gobierno y Encarna López Navarro, Escritora y Vicepresidenta de ALAS


INTERVIENEN: Mª Luisa Balaguer Callejón, Catedrática de Derecho Constitucional de la Universidad de Málaga y Antonio J. Quesada Sánchez, Profesor de Derecho Civil de la
Universidad de Málaga

lunes, 9 de enero de 2012

MACHADIANO QUE ES UNO...

Antonio Machado es uno de mis referentes literarios, uno de esos autores a los que vuelvo para descansar, para transitar por calles agradables en las que nadie me robará la cartera. Es curioso: es uno de esos literatos que me metieron por la nariz en el instituto mientras yo andaba con eso de la hormona y tal (con la cabeza en otros sitios...), pero que siempre adoré y leí por placer.
Parte de esa simpatía que siento por Antonio Machado se debe a mi sintonía con tantas de sus actitudes, textos y alguna que otra experiencia vital. Me siento en casa con él.
Ahí dejo su archiconocido retrato, del que podría firmar (si escribiera así de bien, claro: firmo no lo que quiero, sino lo que puedo...) bastante. ¡Cómo disfruto de Don Antonio, en verso y prosa!



Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

jueves, 5 de enero de 2012

"EL LEGADO", UNA VIEJA FANTASÍA BORGIANA QUE ALGUNA VEZ ESCRIBÍ

EL LEGADO

Antonio J. Quesada

- Menuda decepción, tío –me confesaba, mientras bajábamos de la notaría-. Vaya mierda de herencia.
- No lo mires así, hombre, piensa que esas dos revistas deben valer mucho –intenté que recapacitara; realmente, no tenía razones para estar tan fastidiado. Algo tendrá el agua cuando la bendicen, pienso yo: su dinero debían costar los papeles aquellos.
- Ya, si eso no lo discuto. Pero para una vez que alguien me deja algo en herencia, tiene que ser un par de revistas viejas, me cago en la leche. Y si por lo menos hubiera tías en pelotas –sonreía-, pero no, tiene que ser una revista literaria y argentina, que tiene cojones la cosa. Y, además, vieja: de antes de la guerra.
- Hombre, tú no eres muy aficionado a leer, pero bueno, debe ser valiosa cuando el Notario ha dicho lo que ha dicho. Mira, vamos a tomar un café, anda, que nos vendrá bien –le tomé del brazo y nos adentramos en el primer bar que encontramos abierto, lleno de oficinistas y gentes de todo tipo que hacían un alto en su mañana.

La revista en cuestión era “Destiempo”, y en el legado se transmitían el número 1 y el número 2, de octubre y noviembre de 1936.
Lo que en principio parecía un lote de papeluchos tenía más historia, como sabe cualquier lletraferit. La revista “Destiempo” fue publicada por Borges y por Bioy Casares y financiada por este último. Era, realmente, una broma literaria: el jefe de redacción era un tal “Ernesto Pissavini”, un completo desconocido en las tertulias literarias que sembró de misterio las conversaciones de los literatos argentinos de la época. Y con razón: Ernesto Pissavini era el nombre del portero de Bioy, allá en la Avenida Quintana. Los ejemplares de esta revista eran, en realidad, publicaciones mínimas, de seis páginas, en formato tabloid, de los que sobreviven dos ediciones de tres que se hicieron. Hoy día las mismas están, claro está, en manos de coleccionistas.
Y en manos de Manolo, gracias al legado.

- Pero lo que más me jode, Antonio, es el modo de decirlo en el testamento –me confesaba, mientras tomábamos café-. El viejo reparte casas, dineros, fincas, joyas, y a mí me deja dos papeluchos con los que lo mejor que puedo hacer es limpiarme el culo. Pero sobre todo es el recochineo, Antonio: “a mi fiel Manolo” –atento al modo de decirlo: “al fiel Manolo”, dice el cabrón de viejo-, en gratitud por sus atenciones, le transmito en legado lo más preciado de mi patrimonio: mis ejemplares de la revista “Destiempo”. Cágate: haz de chofer fiel de un gaucho ricachón durante más de treinta años para que te deje en herencia dos revistas de mierda. Puta vida.
- Es raro, Manolo. Esas revistas deben valer mucho –le comenté, intentando que entrara en razón.
- Más que raro, es una putada. El viejo siempre me decía que su reloj, de oro y titanio, me lo regalaría algún día. Y el capullo va y me deja de herencia dos revistas. La concha de su madre, como solía decir él. El nombre de la revista le viene bien. “Destiempo” se llama, ¿no? Y a destiempo llega…
- Que no, Manolo, que esto no puede ser así. Algo hay. Cuando tengas las revistas iremos a que alguien nos diga lo que pueden costar, ¿vale?
- A ver, así saldremos de dudas…

No volví a ver a Manolo después de aquella mañana en que tomamos café, pero supongo que malvendería las revistas en cualquier librería de viejo en cuanto las tuvo en la mano. El dueño de la librería encontró un chollo, claro está.
En fin, Manolo nunca estuvo demasiado entusiasmado con el legado.