miércoles, 30 de septiembre de 2015

ALAMBRES

Hace unos años, ya unos cuantos (de todo empieza a hacer, ya, unos cuantos años), publiqué varios poemas bajo el pasoliniano título de "Cinco poemas corsarios". Por algún lado estarán. El primero era el que incluyo aquí, "Alambres".


Alambres
Ayúdame, ven.
Toma.
Corta por ahí
que
yo me encargo de cortar por aquí.
Así. Perfecto. Ya está.
Un alambre menos en el mundo.
Otra frontera menos.

HOMENAJE AL ALUMNO Y AL DOCENTE

En el mundo de la docencia, muchas veces, nos quejamos de que si fulanito da hora y media menos de clase que uno a lo largo de un curso, que si le han dado un cargo a no sé quién (generalmente no el que mejor es y está como docente o como gestor) o de que si los sexenios, que si las acreditaciones, que si otras metáforas y mentiras, etc.
Dicen que Juan XXIII preguntaba a los Obispos: "oiga, ¿cómo se lleva usted con sus fieles? Porque Dios le pedirá cuentas de cómo se lleva usted con sus fieles, no de cómo se lleva usted con la Curia". Me viene a la mente la frase que se atribuye a Andreotti: "Santidad, perdone pero usted no conoce el Vaticano".
En fin, que veo este homenaje al alumno y al docente y, como no estoy tan acostumbrado a ver esta pasión, esta entrega, esta atención, esta profesionalidad y esta seriedad, las homenajeo.


martes, 29 de septiembre de 2015

UNA DUDA TIRANDO A MALÉVOLA

Entre tema de trabajo y tema de trabajo, así como de perfil, me asalta una duda que no es jurídica: los creadores o aspirantes a creadores, ¿valoramos adecuadamente la impactante obra de Basilio Martín Patino? Su obra es sugerente en general, ya lo sabemos, pero para un creador es especialmente interesante (como sucede con Welles, por ejemplo).
Sí, ya sé que en las Universidades seguramente le dedican investigaciones cargadas con notas al pie, Trabajos fin de Grado, fin de Máster o fin de algo, Congresos Internacionales y esas cosas que tienes que hacer para acreditarte para algo, obtener sexenios, o para no sé qué (a lo mejor para mirar de reojo al de al lado, porque llegaste a los galones tres minutos antes que él, y ya tienes tema de conversación en cafetería).
Sí, ya sé que los aficionados al cine y quien va un poco en plan cultureta sabe de lo que se habla, pero... ¿acaso un simple aprendiz de creador no debiera mirar y remirar "La seducción del caos", por citar un ejemplo especialmente plástico (podríamos citar otros)?
Tenemos cerca a alguien tan sugerente (por cierto, vivo y en ebullición) y... tengo la impresión personalísima de que estuviera como de perfil.
Pero, como decía una vecina, "no es criticar: es referir".




jueves, 24 de septiembre de 2015

BAILÓN

Termina hoy la campaña electoral catalana y mañana, dissabte (día de mercadillo en mi querida Vic), toca reflexionar intensamente. Y el domingo, a votar. Hay mucho indeciso, y todos intentan convencerles, a ver si cae el voto. Esto funciona así, más o menos.
La campaña ha dejado algunos momentos llamativos, otros más normales, patriotismos, banderas, bobadas, debates... Y está bien que sea así, seguramente, ya que la falta de todo eso a lo mejor ha llevado hasta el momento actual, tal y como se vive hoy. No se habló de sanidad, de educación, de paro y de todo eso, mas supongo que era que no tocaba...
Pero yo, que no creo en (casi) nada y me puede la cosa estética (ya que desistí de exigir ética: ni está ni se la espera por casi ningún sitio en el que meto la nariz) me voy a quedar con los bailes de Miquel Iceta.
Seguramente es frívolo decir esto con la que está cayendo, pero... unos hablan de fronteras, patrias y demás metáforas (ponga, amable lector, el nombre y colores que quiera) y yo, que al fin y al cabo soy un particular, alguien que simplemente se representa a sí mismo ("y sólo a ratos", como escribí por algún poema) hablo de baile. No sé si en un aspirante a estadista es serio ofrecer esta cara (te la van a partir al instante, desde los de la trinchera contraria hasta los sabios divinos que hablan con notas a pie de página), pero... me fio de alguien que baila de esa manera.
Dicen de San Pascual Baylón que experimentaba tanta alegría durante sus oraciones que se ponía a bailar. A lo mejor la estructura federal del Estado anima tanto a Iceta que se viene arriba de esta manera. A mí, a quien nunca el centralismo, el federalismo, la confederación o la independencia, que me parecen cosas puramente administrativas, han hecho marcarse un baile, me parece bien. Bailar, con razón o sin ella. Buen comienzo.
Me gusta que la gente baile. Si bailáramos más y nos besáramos y abrazáramos más, en vez de mirarnos de reojo y criticarnos, seguramente todo iría mejor. Desde la comunidad de vecinos hasta las relaciones internacionales.
Votaría a Iceta para presidente de mi comunidad de vecinos, vamos.



Foto de Antonio J. Quesada.

martes, 22 de septiembre de 2015

RETRATOS (SIN FLASH) DE ALBERTO MORAVIA

Publicado en Manual de Uso Cultural.




RETRATOS (SIN FLASH) DE ALBERTO MORAVIA

Antonio J. Quesada

Alberto Moravia es un novelista sin el cual no se puede comprender la Italia del Siglo XX (Il Novecento). Para entender a Moravia, tarea de por sí compleja, es imprescindible la lectura de la biografía escrita por Renzo Paris, Moravia. Una vita controvoglia, así como Vita di Moravia, libro de entrevistas de Alain Elkann, entre otros. Ahora me gustaría esbozar algunas ideas especialmente sugerentes: aportar una especie de retratos (sin flash, no hay espacio para tanto) de Alberto Moravia.
Narrador tan seguro de su misión que estaba convencido de que un narrador no escribía versos, predicó con el ejemplo. Inventó aquello del existencialismo con Gli indifferenti en 1929, unos años antes de que llegaran unos brillantes profesores de instituto franceses y un argelino genial y divulgaran la cosa, en la segunda postguerra mundial. Malraux aseguró que después de ese libro murió Moravia, aunque no estoy de acuerdo.
Como algunos otros ilustres creadores, una enfermedad le sirvió para echar un pulso a la vida y para formarse leyendo (contará esta experiencia en “Inverno di malato”, 1930, relato del que siempre estará muy satisfecho). Su amplia cultura italiana se extenderá también a la francesa (adora Francia), pero también a las culturas rusa e inglesa.
Siempre le interesó el cine, junto con la literatura y la pintura, y el cine no le trató mal: La ciociara fue llevada al cine por De Sica (traducida al castellano con el horrible título de “Dos mujeres”), y protagonizada por Sophia Loren (Óscar a la mejor actriz en 1962); Il disprezzo, por Godard en 1963, con Brigitte Bardot y Michel Piccoli, pese a que el cineasta asegurara que era una novela para leer en el tren, o Il conformista por Bertolucci (1970), con Stefania Sandrelli (obra maestra de Bertolucci, según algunos). Además, Gli indifferenti se trasladó al cine por Francesco Maselli en 1964, contando con Claudia Cardinale y La Romana, por Luigi Zampa (protagonizada por Gina Lollobrigida). Moravia, que se sentía muy afín a Luis Buñuel, no debe considerarse maltratado por el cine.
De su magna obra, que puede ser leída como una gran autobiografía del tiempo perdido, al estilo proustiano, me gustaría recomendar muy especialmente Agostino, para algunos su obra maestra (1943-1944), La romana (1947) o, sobre todo, Racconti romani (1954), que para un enamorado de Roma es esencial (casi todos los relatos se publicaron en el Corriere della Sera). Además, tradujo “Los asesinos” de Hemingway, fundó la Revista Nuovi Argomenti, a imagen y semejanza de Temps Modernes de Sartre, y fue el amigo del alma de Pier Paolo Pasolini, con el que viajará por el mundo y vivirá las noches romanas, y al que calificará como el poeta italiano más importante de la segunda mitad del Siglo XX (¡esta relación daría para tantos artículos!). Un poeta que hizo otras labores, Pasolini, pero ante todo un poeta: un poeta civil cuya muerte le dejó destrozado.
En 1937 conoce a Elsa Morante (que en aquellos tiempos vivía horriblemente sola y se moría de hambre), y con el tiempo llegarán Dacia Maraini y Carmen Llera. Con el tiempo llega de todo en la vida.
Gran viajero, viajaba y escribía libros sobre esos viajes, generalmente en ese orden (África, India, China, URSS después de la muerte de Stalin…). Conoció a la intelectualidad del momento, así como a personajes históricos que eran hombres de acción, como Tito, Nehru, Fidel Castro, Arafat… (incluso compró una pistola en los años setenta, años de plomo en Italia). Entrevistó a Borges para Corriere della Sera, y le preguntó por Picasso. “¿Picasso? Nunca lo escuché nombrar”, comentaría el genio argentino.
Emilio Cecchi le describe como un “humorista pedante”. Otros como un “Tolstoi sui generis”. Para Elsa Morante era un “dictador”.
Un gran intelectual algo autoritario, en todo caso. Como persona con inquietudes se acercó al PCI y se alejó de él (llegó a ser europarlamentario europeo por el PCI).
Su tumba está en el Cimitero del Verano de Roma, algo que puede sorprender por su origen judío (Pincherle). Área 23, puedo asegurarlo.

domingo, 20 de septiembre de 2015

"EL RETRATO OVAL" DE JUAN GIL-ALBERT

Ayer comenzaba a leer el exquisito libro de Juan Gil-Albert "El retrato oval" (que no es el de Poe, retratos ovales hay por aquí y por allá...), y ya voy siguiendo las peripecias de los zares de Rusia.
Recuerdo que de niño estaba platónicamente enamorado de alguna de esas niñas con destino trágico, y tenía sentimientos encontrados hacia ella: eran bellas pero distantes; eran descendientes de autócratas pero no merecían morir (quizás tenía asimilado a Camus antes de leerle), y por otra parte era consciente de que las altivas niñas como ella miraban a los niños como yo como si fuésemos insectos, y eso tampoco me gustaba (ya empezaba a sedimentar una máxima de mi vida adulta, como es no querer pertenecer a un club que no me quiere como socio).
Total, que estoy disfrutando con la exquisita prosa de Gil-Albert, y a ratos recuerdo que yo también montaba mi pequeña historia (todo lo atormentada y contradictoria que puede hacerla un niño) en torno a un retrato oval de la familia de los zares.




viernes, 18 de septiembre de 2015

NIÑO DE PUEBLO


 

Niño de pueblo



Yo, de pequeño

nunca tuve pueblo

donde volver los fines de semana.

Por eso

envidiaba a los niños de pueblo de mi clase

(catetos les llamaban algunos),

porque los sábados

volvían allí:

volvían al río,

a correr entre olivos,

a pelearse a pedradas

con los niños del pueblo de al lado

(que siempre son los malos en esta historia)

o a decir picardías

a las niñas

de las fincas vecinas.

No conocí más melones o pimientos

que los que compraba mi madre

en el supermercado.

Siempre fui un niño de ciudad,

y bastantes veces

eché de menos mi pueblo inexistente.

                                   (De "Desde el otro lado del espejo")

martes, 15 de septiembre de 2015

NO TE RECUERDO, AMANDA


Queridos amigos, nunca pensé que comentaría algo sobre Gran Hermano por estos lares. No por nada, sino porque pierdo mi tiempo con otras cosas (aunque este año tengo a un buen amigo por ahí, a ver si me entero de lo que hace).  Y, por tanto, con este tema no tengo excesiva conversación.
Pero acabo de saber que tenemos a una alumna de mi Universidad por ahí metida, una chica llamada Amanda. Se cuenta su trayectoria en esta página:

http://www.telecinco.es/granhermano/gh_16/concursantes/amanda/Amanda-diva-universidad_0_2051700003.html

El motivo de traer aquí esta noticia, que tampoco es vital para Occidente, salvo que Spengler asegure lo contrario, es que me ha llegado al alma el comentario que recoge la nota de Telecinco de que "tiene el Código civil más fashion de la clase". Tantos años trabajando con él, le toma uno cariño.
Espero que se haya llevado a la casa del GH la versión actualizada, que este verano el BOE echaba humo: no quiero que líe a los otros concursantes citando artículos derogados. "Usar Derecho derogado es cero", repetimos como una letanía en los exámenes, para meter las cabras en el corral. Además, con lo feo que está eso, oye.
Pues no te recuerdo, Amanda, la verdad. Pero nada, a seguir dándole al Código civil. Stendhal se inspiraba con él, buscaba a las musas entre sus artículos. Pero era el Code de Napoleón, también es cierto.

Foto de Antonio J. Quesada.

A SEGÚN QUÉ EDADES NO DEBE UNO MIRARSE EN LOS ESPEJOS...


"(...)
En esa imprecisa edad, tan imprecisa como la luz del ambiente,
en que ya no es joven ni viejo todavía
pero lleva en sus ojos marcada su derrota

(...)"

Extraído del poema "Un étranger", de Juan Luis Panero ("Antes que llegue la noche", "Premio Ciudad de Barcelona").

lunes, 14 de septiembre de 2015

MARIO BENEDETTI: LA BELLEZA DISCRETA


Volvieron ayer las sugerentes tertulias de El Pimpi, capitaneadas por José Infante, y era un día bastante poético, pues además, hubiese sido el cumpleaños del gran Mario Benedetti (me lo recuerda mi querida amiga Susana Castañeda).
Benedetti, ese poeta cercano y amigo, y compañero más cercano todavía. Benedetti, ese hombre sencillo (que no simple), que como quien hace otra cosa y además eso, como de perfil, escribía novelas, poesías (inolvidables), teatro, ensayo, cuento, y si llegaba la hora te acompañaba a comprar el pan.
Y sin darse aires de no sé qué, como ve uno a tantos por ahí: es posible que cuando uno se tira media vida huyendo se le quiten muchas tonterías de la cabeza.
La grandeza de Benedetti, para mi gusto (como le sucedía a Delibes), reside en que crea belleza sin avasallar, sin barroquismos innecesarios ni ir con aspavientos por la vida, marcando que ahí va él, háganse a un lado. Crea con una sencillez (que no es simpleza) que, si uno luego quiere imitar, no le sale, claro está.
Escribía Alberti, travestido de Juan Panadero, aquello de que "Nadie de Juan Panadero / piense que es simple. Si soy / simple es porque así lo quiero". Mario no es simple: es un tipo sencillo que ha escrito páginas espectaculares. Páginas que algunos miran de modo atravesado porque parecen como sencillas en la forma. Y textos literarios que se puedan entender, seguramente, son como menos textos.
Benedetti iba como de perfil, con modestia: a lo mejor estaba sentado a tu lado en el autobús esta mañana, o estaba en la cola de la tienda, o en la librería, mirando tímidamente no sé qué. Y se te pasó. Le pega eso. Mario, ese señor que vive en el Quinto B y que toma el ascensor con gentileza y agrado. Y como no seas indiscreto y le preguntes (el otro día salió su foto en el periódico, crees recordar), posiblemente no te enteres de que escribe libros y cosas así.
Benedetti. Ese creador cercano. Feliz cumpleaños, Maestro. Sin tregua: gracias por el fuego.



domingo, 13 de septiembre de 2015

EL TELÉFONO DE LOS BOMBEROS



Columna publicada en Tribuna Andaluza.




El teléfono de los bomberos

 

Antonio J. Quesada



 

No me gusta el mundo que me rodea. Al menos, en parte. Pero no soy ningún destructor: si critico algo es porque me duele ese algo, porque quiero que ese algo mejore, no por afán de destruir nada. Y, a lo mejor, porque soy tan presuntuoso como para pensar que mi humilde y misantrópica opinión puede influir en mejorar algo en alguna parte. Cada vez dudo más de esa presunta influencia, aunque sigo teniendo el impulso ético de actuar: llevo mucho Vázquez Montalbán, mucho Sciascia, mucho Sartre, mucho Camus o mucho Pasolini a cuestas como para limitarme a leer el “Marca” y escuchar a Julio Iglesias.

En todo caso, cuando uno escribe columnas en alguna parte, a veces se cansa de ver que, posiblemente, clama en el desierto, y tiene la tentación de arrojar la toalla, con mejor o peor estilo literario. Lo escuché por alguna parte: cuando has logrado detener el entusiasta impulso suicida de alguien una vez, otra vez, otra, otra… a la quinta o sexta ocasión ya tiendes a quedarte al margen y asistir a lo irremediable. Puede ser.

Ya sé que no debe uno dejarse ganar por el desencanto (después de tantos años… el desencanto, ¡qué paneriano todo!), ya sé que me van a caer palos por parte del sector más combativo de las personas que me leen (¿me lee alguien por alguna parte?), pero a veces resulta inevitable. Parece necesario salir un rato al recreo, cuando menos. Echar un cigarro metafísico, que en todos los trabajos se fuma.

Aburre escuchar a tanto prócer expresarse con lugares comunes (tanta prosa gris y mediocre, sin gracia alguna) y asegurar que posee la varita mágica para solucionar lo que sea (desde la inserción de Catalunya en España o su independencia plena hasta la receta del lacón con grelos), y en el fondo defender su chiringuito (qué casualidad, que en sus eruditas elucubraciones siempre resulta imprescindible y sale bien parado). Y más este año, en que se elige a jefes de tribu en Catalunya y en España, lo que queda por oír y ya hemos empezado a escuchar. La mediocridad lo impregna todo, y percibimos, incluso, lo mutable que es el pasado (¡qué sorprendentemente vivo está el pasado!). En ocasiones está uno harto de clamar en el desierto, de ser puente en todas partes y de llevarse leña por todas esas partes (pues el puente es lo primero que vuela en cualquier guerra, como sabe cualquier estratega bélico). Entran ganas de emitir un comunicado: “señores, mátense civilizadamente, y quien sobreviva, que llame para tomar café y reorganizar esto”. Pero claro, luego ves a los inmigrantes que llegan a Europa buscando “la llave falsa de la tierra prometida”, como cantaba Sabina, huyendo de la muerte, y el recreo termina: hay que remangarse y echar una mano, pues no hacerlo sería miserable. Pero una cosa no quita la otra: estoy harto, incluso, de sesudos textos cargados de citas en inglés firmados por presuntas eminencias que, curiosamente, terminan defendiendo lo que interesa al señorito de dicha eminencia, más o menos oculto.

Conectan mis inquietudes con un debate que Umberto Eco planteara hace algunos años con interesante gracia creativa: ¿cuál es el papel del intelectual frente a los hechos que vive y, en concreto, frente al poder? Umberto Eco proponía llamar a los bomberos cuando se quema la casa, pues entendía que el primer deber de los intelectuales es permanecer callados cuando no sirven para nada y, así, no reprochar a Platón el que no hubiera propuesto un remedio para la gastritis. Antonio Tabucchi, en un sugerente texto publicado por Anagrama (Anagrama: siempre empeñada en hacernos mejores, como más civilizados) motivaba cómo sí corresponde al intelectual reprochar a Platón que no inventara el remedio para la gastritis, estaría bueno.

Mi corazón me coloca con Tabucchi, pero mi experiencia me dice que, desgraciadamente, cuando el intelectual marca el número de los bomberos más veces de las que debiera el teléfono comunica.

sábado, 12 de septiembre de 2015

LA AVENTURA PODRÁ SER LOCA, PERO EL AVENTURERO DEBE SER CUERDO

Esta frase, literariamente redonda y de contenido tan sugerente, la incluye el gran Chesterton en el capítulo IV de su maravillosa obra "El hombre que fue Jueves". Obra que releo con periodicidad, porque disfruto con ella y me parece razón suficiente para volver: dentro de mi eterno retorno chestertoniano, me toca en estos momentos. Dicen que cuando uno va a un sitio porta un mapa, y cuando uno vuelve a un sitio porta un espejo. Mi espejo y yo volvemos otra vez a Chesterton, y me vuelvo a encontrar con la frase.
Mario Onaindia la utilizaría para fabricar el título de uno de sus tomos de memorias, el segundo si no me falla el sucedáneo de cerebro que todavía me queda en alguna parte.
Si lo pienso, posiblemente ni mi aventura sea tan loca ni el aventurero sea excesivamente cuerdo. Pero esto ya es otro tema.
Feliz fin de semana.





viernes, 11 de septiembre de 2015

ONCE DE SEPTIEMBRE

 
Hoy es once de septiembre. Una fecha de las señaladas, no cabe duda.
En mi querida Catalunya es el Día de la Patria aunque a mí, que disfruto a Brassens (y a Paco Ibañez, y a tantos otros), lo de las Patrias, en general y en particular, como que me dejan frío, oye. Tengo cariño a los sitios en los que he sido feliz, entre ellos, Catalunya (Catalunya, t'estim i ho saps), y si eso es una Patria, pues fenomenal. Para celebrarlo no necesito soldados, banderas, himnos, flores y no sé qué. Me basto y me sobro con mis recuerdos: mi Patria.
En otras latitudes se recuerda que Pinochet puso orden en Chile a su manera, utilizando sus armas, y en Nueva York, años después, hubo gente capaz de matar en nombre de un Dios, que es algo tan horrible como matar en nombre de casi cualquier idea.
Por cierto, varios bellos amigos cumplen hoy años. Con ellos estoy, ya tengo algo de Patria en alguna parte.
Prefiero recordar que, tal día como hoy, en 1981, el Museo de Arte Moderno de Nueva York entregó a España el Guernica, de Pablo Picasso.
Se cuenta que en el París ocupado la Gestapo citó a Picasso y le enseñó una reproducción del cuadro. "Esto lo ha hecho usted". "No, esto lo han hecho ustedes", se asegura que contestó. Si non è vero, e ben trovato.
Esto lo han hecho ustedes, sí.
Once de septiembre. Hoy.




martes, 8 de septiembre de 2015

EL (COMPLEJO) OFICIO DE VIVIR


Llevo unos días pensando que a lo mejor ha llegado el momento de releer "Il mestiere di vivere", de Cesare Pavese. Lo medito en mis metafísicos paseos mañaneros (un placer que me regalo cuando puedo: pasear mientras amanece. Mi sucedáneo de cerebro anda todo lo lúcido que puede estar, a esas horas presuntamente incómodas).
Resulta que, releyendo a mi admirado Juan Luis Panero ("Los mitos y las máscaras", Tusquets Editores, Primera edición, 1994), encuentro por aquí y por allá comentarios como "el manual del perfecto suicida lúcido, el implacable diario "El oficio de vivir", de Cesare Pavese" (p. 120), "la terca meditación sobre el vacío de "El oficio de vivir", de Cesare Pavese" (p. 123) o "Más que sobre la muerte en sí, "El oficio de vivir" es la investigación personal más íntima, lúcida y, desde luego, despiadada, que del suicidio jamás se haya escrito" (p. 140). Juan Luis Panero: admirado Juan Luis, posiblemente un suicida sin vocación, como cantara Sabina.
Y concluyo, sí, que debo reencontrar "Il mestiere..." en mis estanterías, algo que no sé si seré capaz de lograr. Pero como lo encuentre, lo retomo. Porque, además, recuerdo aquello que decía Graham Greene en "Los comediantes" de que "el suicidio es un acto de valor, el lúcido acto de un matemático" (lo puse en el frontispicio de un relato que se publicó por alguna parte), o cómo el Maestro Camus abre "El mito de Sísifo" con aquello de que "no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio" (creo recordar que también en "El malentendido" se reitera esta idea, pero cito de memoria).
En fin, que creo que puede ser el momento de suicidar la lectura que tenga entre manos y volver a Pavese.
Siempre hay que volver a Pavese.









domingo, 6 de septiembre de 2015

REALIDAD Y FICCIÓN

No hace mucho reflexionaba, o algo así, sobre Enric Marco, "El impostor" de Cercas y todo eso de la realidad y la ficción. Es un tema sobre el que vuelvo continuamente: me apasiona. Vuelvo a Welles, vuelvo a la autoficción (Umbral, Barral, Vargas Llosa, Pasolini, ¡tantos!), vuelvo a Martín Patino, vuelvo a... ¿Granada? (con permiso del gran "Mike Rivers").
Hoy recuerdo una divertida anécdota de mi admiradísimo Manuel Vázquez Montalbán ("San Manuel Vázquez Montalbán", mi santo laico de cabecera). Según parece, denunció la desaparición de su coche a la policía y uno de los agentes se le quedó mirando y le comentó, casi ofendido: "hay que ver, que le roben el coche a usted, un detective". Y movía la cabeza una y otra vez, como no dando crédito a lo mal hecho que estaba el mundo, a que en casa del herrero cuchillo de palo o a algo por el estilo.
Carvalho y yo nos miramos y no pudimos evitar esbozar una sonrisa. En ese momento Manuel nos observó con cara de pocos amigos.





jueves, 3 de septiembre de 2015

VIA DEL SEMINARIO


Cuando vengo con Roma debajo del brazo es que soy carne de bolero. Hoy, sin duda, tengo el día...
En la Via del Seminario (vicino Panteon) trabajaba cada tarde, en la Biblioteca de la Camera dei Deputati (las mañanas eran en Via Panisperna y La Sapienza). Y hoy necesité recuperarla, seguramente porque soy carne de bolero, como digo. Han puesto inevitables tiendecitas de recuerdos por allí. No podía ser de otro modo.
Mucho libro jurídico, mucha Gazzetta Ufficiale, mucho repensar para dar con la idea jurídica luminosa, sí, pero... también a ratos miraba por la ventana y me acompañaba la parte superior del Panteon. ¿Acaso puede uno no ser sensible a tanta belleza?