sábado, 30 de noviembre de 2013
sábado, 23 de noviembre de 2013
domingo, 17 de noviembre de 2013
"EL PREMIO"... QUE NUNCA OBTUVE
Convocaron, por esos ciber-mundos de Dios, un concurso literario de relato breve que consistía en escribir algo conectado con un hotel, en sus posibles diversas variantes.
"El premio" es el relato que tuve a bien presentar... Aunque no obtuve nada, creo que es un relato muy digno.
Lo cuelgo esta mañana, martirizado por el teclado que no me deja poner acentos (me siento como si estuviera teniendo que huir de la censura, al evitar las palabras acentuadas...).
Feliz lunes. Ya queda menos para el martes.
EL PREMIO
Tocan a la puerta. “Profesor, en
treinta minutos tendremos a la comitiva en el hotel”. Mi fiel Inma: mis manos y
mis piernas. “Conforme, Inma, ven a buscarme dentro de veinticinco minutos”,
contesto desde dentro de mi habitación, sin abrir la puerta. “Perfecto,
profesor”. Se va: escucho el taconeo que se aleja por el pasillo del hotel. Es
única: un lujo.
Sigo vistiéndome ante el espejo:
he engordado algo y, físicamente, tampoco soy ya el de antes. En fin, la vida,
que hace con nosotros lo que quiere.
No me disgusta esta corbata: ya
tengo corbata para el evento.
Siempre me gustaron las
habitaciones de los hoteles. Me atrae ese clima de provisionalidad que lo
embarga todo, de comodidad aséptica y ajena, que te impide reconocer ese
territorio como propio. La levedad del huésped, que no tiene domesticado el
espacio (como en casa) y está como de paso por allí. Me encanta sentir lo que
siempre denominé la envidiable levedad del huésped. A Sartre le sucedía, pero
me resulta extraño pensar en Sartre estando en calzoncillos y con calcetines
negros, ante un espejo de cuerpo entero de una habitación de hotel. Si me
vieran mis alumnos…
El premio. Muy bien, hombre: pues
muchas gracias. A mi edad uno relativiza mucho estas cosas, y yo ya lo tengo
todo hecho. Además, este tipo de reconocimientos siempre llega cuando uno está
a punto de morir. Fue lo primero que pensé cuando me anunciaron la concesión:
“¿me estaré muriendo?”. Pero hay que ser agradecido, y aquí estoy, con mi mejor
sonrisa y mi mejor disponibilidad.
Me encanta desayunar en el hotel.
Todo tan extraño, tan lejano de tu entorno, pero tan preparado para agasajar al
leve huésped... Me agrada este ambiente. Prensa, saludos de cortesía con
amables desconocidos, tostadas, café rellenado hasta en tres ocasiones, esa
pastillita de chocolate que jamás osarías tomar en casa, por lo del colesterol
o por evitar la subida de algo… Soy un extraño: alguien de paso a quien la vida
colocó aquí y está dispuesto a disfrutar plenamente de este paréntesis
sugerente.
El éxito social provoca cambios, obviamente...
miércoles, 13 de noviembre de 2013
"SIAMESES SENTIMENTALES", VERSOS DE UN JOVEN POETA COMUNISTA
sábado, 9 de noviembre de 2013
miércoles, 6 de noviembre de 2013
¡SEGUNDOS FUERA! BOXEO, VIDA Y ALGUNA OTRA METAFORA RAZONABLEMENTE ACERTADA
Dicen las mentes preclaras que el Mal atrae. Alguna vez he escrito, por ejemplo, que hay que tener un fascista de cabecera, para sentir la llamada de la selva de vez en cuando. En mi caso, Ernesto Giménez Caballero (y alguno que otro, como Foxá o Rafael García Serrano).
Viene esto a cuento de que...
domingo, 3 de noviembre de 2013
LA TARDE EN QUE ME CONVERTÍ EN JEAN PAUL SARTRE
Inserto hoy aquí una columna que he mandado a un par de medios y... como no dicen nada y creo que tiene interés, pues... me concedo la exclusiva.
Es un homenaje a Paris, a Sartre y a mi pesebre cultural. Un paseo por mis santos lugares...
Bonjour!
La
Rochelle y con algún otro, tenía que respirar ese aire
parisino antes o después. Y lo hice, claro está. Y como cada día soy más
esteta, me puse a ello con interés, gozando de París...
Es un homenaje a Paris, a Sartre y a mi pesebre cultural. Un paseo por mis santos lugares...
Bonjour!
LA TARDE EN QUE ME CONVERTÍ EN
JEAN PAUL SARTRE
Así como todo fiel musulmán debe peregrinar a La Meca al menos una vez en la
vida, soy de la opinión de que toda persona mínimamente sensible debe pasear por
París al menos una vez en su vida. En el primer caso la intención es poner las
cosas en orden con una divinidad: en el segundo, algo parecido. Y me atrevo a
asegurar, sin miedo al error, que si esa persona posee esa sensibilidad que
presumo, paseará por París más de una vez. Y más de dos.
Yo,
que eché los dientes filosóficos con Sartre, con Beauvoir, con Malraux, con
Camus, incluso con viernes, 1 de noviembre de 2013
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