sábado, 9 de noviembre de 2013

CAMILO JOSÉ CELA Y EL DERECHO CIVIL

7 comentarios:

  1. Estaba hoy con la ciber-caña por la red, y encontré un viejo trabajito sobre Camilo José Cela, mi admirado Cela, y el Derecho civil, la cosa con la que me gano la vida.
    Un divertimento. Divirtámanos, pues...

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    1. "Divirtámonos": mal divertimento será / si mal escrito está.

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  2. CAMILO JOSÉ CELA Y EL DERECHO CIVIL

    Antonio J. Quesada

    Soy un gran aficionado a la literatura de Camilo José Cela, CJC, Marqués de Iria Flavia. Por otra parte, soy profesor de Derecho Civil en una Universidad pública (no sé por cuánto tiempo, pero de momento, todavía sí; me siguen pagando el sueldo, será que todavía no me echaron). Uniendo estas dos condiciones, algo que no suelo hacer, hoy quiero practicar un divertimento: he notado que CJC tiene el Derecho civil metido entre ceja y ceja, y a veces lo exterioriza en sus obras. O, al menos, no se puede negar que del Derecho civil hace material literario de primera categoría. Y hoy quiero dedicarle cierta atención al tema. No sé si alguien lo ha hecho ya, aunque puede ser, pues casi todo está ya dicho o escrito. Pero me lanzo a hacerlo yo también, con el arrojo que da la ignorancia. Nota: realizaré diversas menciones a páginas del segundo tomo de Memorias de CJC, “Memorias, entendimientos y voluntades”, en concreto, a la edición de Espasa, del año 2002.

    Por ejemplo, es conocido que CJC recuerda su paso sin pena ni gloria por la Facultad de Derecho, y a los profesores que tuvo. A unos les recuerda con mejores palabras, a otros con peores. Derecho Civil, Parte General, la estudió con Don Federico de Castro y Bravo, “que definía la Ley diciendo que era la expresión de la voluntad directamente dimanada del Caudillo”. Se ganaba el comentario: “el miedo es libre y se despacha sin receta” (p. 478). Los civilistas sabemos que Don Federico de Castro es Dios Padre, así que sólo sonreímos ante el comentario después de mirar de reojo y comprobar que ningún compañero de Departamento nos ha visto pecar, por tomar el nombre de Dios en vano. Nuestra carrera académica está en juego.

    (...)

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  3. (...)

    CJC intentó Derecho Civil II con Pedro Rocamora, un “pobre títere que no pasó de profesor adjunto honorario” (p. 479), y que era “una diáfana mezcla (…) de botarate, chisgarabí, piernas, cantamañanas, vivalavirgen, robaperas, pinchaúvas, pelagatos y cagapoquito (…), todo ello debidamente embutido en una estampa de carita gordezuela, sonrosada y de porcelana” (p. 479). El recuerdo a toro pasado es interesado: el tal Rocamora censuró su Pascual Duarte, y utilizó palabras muy gruesas sobre él. Rocamora fue Director General de Propaganda y escribió a su señorito, el Director General de Prensa, una carta en la que calificaba a CJC de “anormal”, aseguraba haber tenido la satisfacción de haberle suspendido en derecho civil (como docente, jamás entendí esta frase ni la actitud), calificaba su Pascual Duarte como una novela “que predispone inevitablemente a la náusea” (¡qué piropo existencialista!), y por ello “la única novela que ha intentado publicar el genial Sr. Cela siendo yo Director General, he tenido la enorme satisfacción de prohibírsela” (p 480). No cabe duda: el profe le tiene manía. Me indigna el tema, pero lo despacho con otra frase atribuida a CJC: dentro de cien años, nadie se acordará de usted, pero todos recordarán mi Pascual Duarte. Punto pelota.

    También en “La Colmena” el Derecho Civil está muy presente: así, don Ibrahím de Ostolaza y Bofarull tenía perfectamente estudiadas todas las circunstancias configuradoras de la usucapión, y utilizaba ese tema para su nonato discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia, rebatiendo a Don Felipe Clemente de Diego. Bueno, discurso nunca pronunciado en su sitio, pues en la cafetería sí que lo repetía una y otra vez, pagando la ronda de cafés a los poetas desmayados que componían su auditorio. En la película, por cierto, Luís Escobar bordaba a Don Ibrahím. Memorable.

    No es la única mención jurídico-civil que se produce en la genial novela: así, nos encontramos al pícaro Ventura, que preparaba Notarías, pero a conciencia: debía sacar plaza en Madrid, pues el resto era como de menor importancia y no merecía la pena. Sin embargo, no se sabía el Castán de memoria, pues daba mal efecto. Estudiaba de noche, según confesaba.

    Seguramente habrá más menciones civilistas en la obra de CJC. No lo sé, tampoco soy un estudioso. Simplemente quería pasar un rato divertido uniendo CJC y Derecho Civil.

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  4. NOTA: hoy escribiría esto de otro modo (o no lo escribiría, seguramente), pero... me gustó recordarlo.
    ¡Qué joven era entonces!

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  5. Interesante, jugosa y divertida mixtura esta que has hecho, muy bien Antonio.

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  6. Gracias, amigo Victor, por tu mensaje. Fue una pequeña anécdota (no tan pequeña, si se piensa...), que me pillaba de cerca.
    Te cuento un cotilleo... en mi Tesina, hace unos años, inclui algo de Rocamora. Con el tiempo, conoci todo esto...
    un abrazo fuerte,

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