Ayer el Centro del 27 trajo a Málaga a Benjamín Prado, a tomar café con sus lectores, y allá que me fui. Voy a los saraos con el libro que lea en ese momento, y ayer iba con "Operación Gladio", no para halagar a nadie (ni me aproximé a Benjamín, soy tímido para estas cosas y para tantas otras), sino porque lo estoy (re)leyendo en estos días.
Benjamín es un poeta sugerente que tiene muchas cosas que contar, y también sobre mucha gente, tiene gracia creativa y atrae, en el fondo y en la forma.
Un rato muy agradable: estuvo contando cosas sobre Alberti (ya le habíamos leído su "A la sombra del ángel", pero... Benjamín se crece en el directo), sobre Sabina ((ya le habíamos leído su "Romper una canción", pero... Benjamín se crece en el directo), sobre Ángel González (sobre esto no le había leído monografía alguna pero... Benjamín se crece en el directo), sobre algunos otros.
Le preguntaron por Jaime Gil de Biedma (Antonio Jiménez Millán pudo ser: vi su mano, únicamente, pero por la voz debió de ser Antonio) y ya me subí a ese carro y le pregunté por mi admirado Carlos Barral. Estuvo pedagógico y ameno en su contestación. Aprendí y me divertí.
En resumen, que ayer estuve tomando café con Benjamín Prado. Hablando de nuestras cosas.