En breve se inagurará en Málaga la Exposición dedicada a nuestro querido amigo, cómplice, poeta, creador y editor Diego Medina. En concreto, el martes 6 de septiembre a las 20'30 en la Sociedad Económica de Amigos del País de Málaga (Plaza de la Constitución). Comisariada por Francisco Ruiz Noguera, Javier La Beira, Diego Medina Poveda y yo, es un honor hacer un trabajo con tanto cariño y admiración como hemos puesto en esta exposición que, creo, merecerá la pena visitar.
miércoles, 31 de agosto de 2016
miércoles, 24 de agosto de 2016
Mi incapacidad para hablar con los monos
"Mi incapacidad para hablar con los monos".
Espectacular frase de Leopoldo María Panero en su mítica entrevista
en "Infame turba", aquel no menos mítico libro de entrevistas de
Federico Campbell publicado por Lumen.
martes, 23 de agosto de 2016
HAY QUE LEER A SVETLANA ALEXIÉVICH
Hay que leer a Svetlana Alexiévich. Cada uno de sus libros es un estremecedor testimonio de personas que, generalmente, no tenían voz, ni en la vida ni en la Historia (gentes de Chernóbil, mujeres soviéticas combatientes en la II Guerra Mundial, veteranos de la guerra de Afganistán...).
Hay que leer a Svetlana Alexiévich: en sus libros hay estética pero también ética. No es tan frecuente.
Hay que leer a Svetlana Alexiévich, pero intercalando otros textos entre lectura y lectura: teniendo en cuenta cómo construye sus libros, no recomiendo leer dos de ellos seguidos.
Una maldad, después de todas las bondades indicadas y las que vendrán: me parece que Svetlana merece todos los premios literarios habidos y por haber, firmaría donde hiciera falta para colaborar en la concesión, pero en mi modestísima opinión un Premio Nobel debe ofrecer otro producto.
Salvada la maldad, teniendo en cuenta mi modo de ser y de estar, es difícil no estar de acuerdo con este texto, extraído de "Los muchachos de zinc" (página 30): "Después de las grandes guerras del siglo XX y sus muertes masivas, la tarea de escribir sobre guerras modernas (más pequeñas), como la guerra afgana, requiere otra postura ética y metafísica. Hay que reclamar un espacio para lo diminuto, lo personal y lo aislado. Un solo hombre. Único para alguien. El hombre no debe verse desde la perspectiva del Estado sino desde la perspectiva de quién es para su madre, para su mujer. Para su hijo. ¿Cómo recuperar la perspectiva normal?".
A lo mejor, para recuperar esa perspectiva es un buen comienzo leer a Svetlana: hay que leer a Svetlana Alexiévich.
Hay que leer a Svetlana Alexiévich: en sus libros hay estética pero también ética. No es tan frecuente.
Hay que leer a Svetlana Alexiévich, pero intercalando otros textos entre lectura y lectura: teniendo en cuenta cómo construye sus libros, no recomiendo leer dos de ellos seguidos.
Una maldad, después de todas las bondades indicadas y las que vendrán: me parece que Svetlana merece todos los premios literarios habidos y por haber, firmaría donde hiciera falta para colaborar en la concesión, pero en mi modestísima opinión un Premio Nobel debe ofrecer otro producto.
Salvada la maldad, teniendo en cuenta mi modo de ser y de estar, es difícil no estar de acuerdo con este texto, extraído de "Los muchachos de zinc" (página 30): "Después de las grandes guerras del siglo XX y sus muertes masivas, la tarea de escribir sobre guerras modernas (más pequeñas), como la guerra afgana, requiere otra postura ética y metafísica. Hay que reclamar un espacio para lo diminuto, lo personal y lo aislado. Un solo hombre. Único para alguien. El hombre no debe verse desde la perspectiva del Estado sino desde la perspectiva de quién es para su madre, para su mujer. Para su hijo. ¿Cómo recuperar la perspectiva normal?".
A lo mejor, para recuperar esa perspectiva es un buen comienzo leer a Svetlana: hay que leer a Svetlana Alexiévich.
viernes, 19 de agosto de 2016
PERE GIMFERRER
"Pere Gimferrer no era un hombre de Boccacio ni de la gauche divine, sino un estudiante de su propia asignatura. Estudiaba para Gimferrer..."
(Francisco Umbral: "Los alucinados", La Esfera de los Libros, Madrid, 2001, p. 193)
jueves, 18 de agosto de 2016
COLUMNISMO
Hubo
una época de mi vida en la que, con mejor o peor fortuna, practiqué el
columnismo en un Diario en papel. Aquello pasó: el Diario cerró, quiero creer que sin
responsabilidad por mi parte, pero no cabe duda de que pertenecí al
grupo que apagó la luz allí. Fue bonita, aquella época, mientras duró.
Por medio de mi admirado Francisco Umbral (y luego, ya, sin intermediarios) me metí en el cuerpo buenas dosis del gran César González-Ruano, que dijo algo que siempre tuve muy en cuenta cuando escribía columnas: "En una columna sólo cabe una idea, Umbral. No se le ocurra mezclarla con otra, y menos si son de distintas familias. El artículo es una morcilla que tiene que estar bien atada por el principio y por el final. Por en medio mete usted lo que quiera". Sí, me gustó aquello de la morcilla desde la primera vez que lo leí.
Con el tiempo le leería algo que, intuitivamente, yo ya seguía, pero me hubiese gustado atribuírselo a Ruano (da caché atribuirle las cosas a Ruano, queda uno como muy selecto y erudito: conocía a un profesor que lo citaba mucho y yo, que le tengo leído, a Ruano, no al profesor, me cansaba y me iba de sus eventos): para escribir columnas hay que utilizar el reclamo de lo popular y luego literaturizar y decir lo que te dé la gana. Sí, algo así intentaba yo.
Me quité de las columnas como quien se quita de fumar o de ponerle sal a los huevos: a la fuerza. Se murió mi periódico y los otros tienen partidas de guardias armados vigilando la entrada. Y ahí llegamos a una de mis líneas rojas en la vida (son pocas, pero firmes): no querer entrar en un club que no me quiere como socio (no soy tan grouchomarxista como para hacer lo contrario). Si alguien quiere buscarme que haga sonar el timbre: soy educado, se me puede enseñar a las visitas. Pero yo ya no voy a según qué sitios: no tengo edad ni necesidad. Y hay mucho grosero suelto.
Además, la columna exige vivir pegado a la actualidad, también lo pregonaba Umbral, y la actualidad cada vez me interesa menos (aunque la sufra y no me quede otra que montar guardia; pero sin ganas, como el del chiste).
Total, que vaya matraca he pegado esta mañana. Todo porque estoy releyendo a Umbral, y eso siempre tiene efecto literario inmediato.
Por medio de mi admirado Francisco Umbral (y luego, ya, sin intermediarios) me metí en el cuerpo buenas dosis del gran César González-Ruano, que dijo algo que siempre tuve muy en cuenta cuando escribía columnas: "En una columna sólo cabe una idea, Umbral. No se le ocurra mezclarla con otra, y menos si son de distintas familias. El artículo es una morcilla que tiene que estar bien atada por el principio y por el final. Por en medio mete usted lo que quiera". Sí, me gustó aquello de la morcilla desde la primera vez que lo leí.
Con el tiempo le leería algo que, intuitivamente, yo ya seguía, pero me hubiese gustado atribuírselo a Ruano (da caché atribuirle las cosas a Ruano, queda uno como muy selecto y erudito: conocía a un profesor que lo citaba mucho y yo, que le tengo leído, a Ruano, no al profesor, me cansaba y me iba de sus eventos): para escribir columnas hay que utilizar el reclamo de lo popular y luego literaturizar y decir lo que te dé la gana. Sí, algo así intentaba yo.
Me quité de las columnas como quien se quita de fumar o de ponerle sal a los huevos: a la fuerza. Se murió mi periódico y los otros tienen partidas de guardias armados vigilando la entrada. Y ahí llegamos a una de mis líneas rojas en la vida (son pocas, pero firmes): no querer entrar en un club que no me quiere como socio (no soy tan grouchomarxista como para hacer lo contrario). Si alguien quiere buscarme que haga sonar el timbre: soy educado, se me puede enseñar a las visitas. Pero yo ya no voy a según qué sitios: no tengo edad ni necesidad. Y hay mucho grosero suelto.
Además, la columna exige vivir pegado a la actualidad, también lo pregonaba Umbral, y la actualidad cada vez me interesa menos (aunque la sufra y no me quede otra que montar guardia; pero sin ganas, como el del chiste).
Total, que vaya matraca he pegado esta mañana. Todo porque estoy releyendo a Umbral, y eso siempre tiene efecto literario inmediato.
ESCRITOR
"Escritor es el que lo es más allá de sus temas. El que sólo escribe cuando tiene algo que decir es un señor que dice cosas".
(Francisco Umbral)
POESÍA Y PROSA
Aseguraba José Hierro que cuando se dice menos de lo que dice, no hay literatura. Cuando se dice lo que se dice, hay prosa. Cuando se dice más de lo que se dice, hay poesía.
Puede ser. No está mal.
No está nada mal.
miércoles, 17 de agosto de 2016
FEDERICO
Aunque hay cierta duda sobre la fecha exacta, parece que fue en la
madrugada del 17 de agosto de 1936 cuando asesinaron a Federico. Ochenta
años hace ahora de aquel acto criminal. Otra parada
cardiorrespiratoria inducida, supongo.
Las veleidades de alguien que no era nada provocaron que se detuviera y, al final, otros terminaran asesinando al más grande creador del momento (por cierto, las hjias de ese alguien, conocidas actrices, sufrieron injustamente ese pecado original, ese estigma, durante toda su vida). Pero más de uno y más de dos ajustaron sus cuentas.
Muy metafórico todo sobre lo que es este país, esta triste piel de toro triste: el fanatismo, la envidia, la mediocridad y el vuelo gallináceo acabaron con el Genio en estado puro (¿somos consciente de que Federico murió con 38 años? La obra que dejó y lo que hubiera podido escribir...).
Quiero recordarle con los versos de otro gran poeta, al que también mataron de aburrimiento existencial en el exilio (no estaba allí de Erasmus, por cierto): Antonio Machado. Y con el retrato que hiciera de él el gran Gregorio Prieto.
Federico merece ser recordado con genialidades creativas.
Las veleidades de alguien que no era nada provocaron que se detuviera y, al final, otros terminaran asesinando al más grande creador del momento (por cierto, las hjias de ese alguien, conocidas actrices, sufrieron injustamente ese pecado original, ese estigma, durante toda su vida). Pero más de uno y más de dos ajustaron sus cuentas.
Muy metafórico todo sobre lo que es este país, esta triste piel de toro triste: el fanatismo, la envidia, la mediocridad y el vuelo gallináceo acabaron con el Genio en estado puro (¿somos consciente de que Federico murió con 38 años? La obra que dejó y lo que hubiera podido escribir...).
Quiero recordarle con los versos de otro gran poeta, al que también mataron de aburrimiento existencial en el exilio (no estaba allí de Erasmus, por cierto): Antonio Machado. Y con el retrato que hiciera de él el gran Gregorio Prieto.
Federico merece ser recordado con genialidades creativas.
EL CRIMEN FUE EN GRANADA: A FEDERICO GARCÍA LORCA
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
1. El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—
... Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, en su Granada.
2. El poeta y la muerte
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
—Ya el sol en torre y torre, los martillos
en yunque— yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
«Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!»
3.
Se le vio caminar...
Labrad, amigos,
de piedra y sueño en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
lunes, 15 de agosto de 2016
EN ASTORGA, CON LOS PANERO
Un gran honor para mí,
participar en estas Jornadas de la Cátedra Leopoldo Panero durante este verano tan especial. Este verano
paneriano está siendo inolvidable. Sigo también peleando con el capítulo de
libro sobre el tema, en otro frente abierto de tan maravillosa guerra (la extensión,
¡ay, la extensión! Qué difícil es reducir...).
Nos vemos muy pronto.
sábado, 13 de agosto de 2016
ENTREVISTA EN LA RADIO
Me envía mi querido amigo y cómplice de batallas creativas Domingo César Ayala el programa de radio en el que me entrevistó. Si jamás colgaría un programa de televisión en el que interviniera (primero porque no me suelen llamar, y segundo porque no me gusta verme, no soporto esa tortura), no me pesa excesivamente escucharme en la radio. Seguramente ya me estoy llevando la contraria a mí mismo, con respecto a lo que hablé, pero... no está mal. A lo mejor entretengo con mis cosillas. Recuerdo haber pasado un rato muy divertido: me gusta la radio, además.
Por si tienen la bendita paciencia de aguantarme, les dejo el enlace. A lo mejor escucharme les ayuda a abrazar el sueño en las noches calurosas de agosto. O, como estamos en Feria en Málaga, a lo mejor el vino dulce les hace más llevadero escuchar el audio.
Gracias, Domingo, por tu complicidad. Abrazos,
Por si tienen la bendita paciencia de aguantarme, les dejo el enlace. A lo mejor escucharme les ayuda a abrazar el sueño en las noches calurosas de agosto. O, como estamos en Feria en Málaga, a lo mejor el vino dulce les hace más llevadero escuchar el audio.
Gracias, Domingo, por tu complicidad. Abrazos,
http://www.ivoox.com/entranable-transparencia-programa-3-23-7-2016-audios-mp3_rf_12316809_1.html
viernes, 12 de agosto de 2016
ESTAMBUL
Después de haber pasado recientemente por allí, de haber paseado por el
acogedor aeropuerto poco antes de la última barbarie que sufrió y de
seguir los acontencimientos que conocemos cada día (Turquía posee una
historia apasionante), creo que llegó el momento de releer el homenaje
de Orhan Pamuk a Estambul.
Hace bastantes años que lo leí (de todo empieza a hacer, ya, años), y deseaba releerlo desde hace demasiado tiempo, sin encontrar el hueco. Posiblemente llegó el momento. Hoy comencé la relectura teniendo en mi retina, todavía, los cargueros por el Bósforo y los atardeceres de Estambul.
Hace bastantes años que lo leí (de todo empieza a hacer, ya, años), y deseaba releerlo desde hace demasiado tiempo, sin encontrar el hueco. Posiblemente llegó el momento. Hoy comencé la relectura teniendo en mi retina, todavía, los cargueros por el Bósforo y los atardeceres de Estambul.
martes, 9 de agosto de 2016
CONSEJOS DE UN MAESTRO
Dieciséis irónicos consejos sobre cómo no debes escribir.
Si lo comenta el Maestro Borges... por algo será.
http://poetasdelfindelmundo.com/2016/01/15/jorge-luis-borges-consejos/
Si lo comenta el Maestro Borges... por algo será.
http://poetasdelfindelmundo.com/2016/01/15/jorge-luis-borges-consejos/
lunes, 8 de agosto de 2016
"EL CATEDRÁTICO"
El Catedrático
Antonio J. Quesada
Todavía recuerdo
la primera vez que tuve que bajar a clase, como profesor. Y recuerdo cómo se
supone que yo era un gran experto en mi materia, una rama de la Química que no
interesa a nadie fuera de mi despacho, pero cómo también nadie me explicó nada
de cara a dar una clase, afrontar un grupo o lo que fuera aquello.
Me movía por
intuiciones, claro. Y era muy kantiano (siempre lo fui). Tenía mi modo de ser y
de estar y, consciente o inconscientemente, me comportaba también como aquellos
docentes que me habían tratado bien durante mis años como estudiante, y evitaba
las conductas de aquellos que me parecían antiejemplos.
“El Catedrático”
era el caso más claro de este segundo grupo.
He tenido
como docentes a bastantes Catedráticos. Pero “El Catedrático” era uno, que iba
por la vida y por la Historia de eso. De Catedrático.
El
Catedrático logró, incluso, que yo sintiese miedo físico. Con el paso del tiempo,
jamás he entendido que un señor hecho y derecho disfrutase viendo temblar a
niños de trece años. Jamás he sentido el Placer del Poder como docente, y haré
todo lo posible para no sentirlo nunca.
El Catedrático
poesía una gran cultura, pero la utilizaba no para su crecimiento personal, sino
para poder alejarse de toda esa manada de bobos que formábamos alumnos,
profesores y resto del mundo. No es mi concepción de la cultura, aunque supongo que
será perfectamente legítima: conozco a demasiadas personas que la defienden,
por aquí y por allá. Y no les va nada mal.
El Catedrático
debía de ser especialmente inteligente: no se le entendía en clase y citaba constantemente
apellidos muy raros de gente que escribía en inglés o alemán. Estaba muy leído, "El Catedrático".
Debía de ser especialmente inteligente.
El Catedrático
escribía textos con presunto interés literario, incluso, y gracias a sus
contactos lograba que se publicaran y fuesen presentados por personas
prestigiosas, delante de las autoridades competentes y en salones llenos de luces
y espejos. Eran textos ininteligibles, es decir, seguramente muy valiosos (la
Literatura que se entiende no vale tanto, según parece). Con el tiempo descubrí
que había mucho Borges, mucho Umberto Eco, mucho Luis Cernuda (sorprendente: no
era de su camada), mucho Foucault y mucho Barthes dentro. Entre otros. No me
preocupé de seguir rastreando intertextualidad...
El
Catedrático se gestionaba reconocimientos periódicamente, y ya coleccionaba el título
de Hijo Predilecto de su ciudad natal, Hijo Adoptivo de varias otras y alguna
calle (nunca callejón) por algún centro urbano (nunca periferia), quizás en más
de una ciudad.
El
Catedrático apabullaba al resto del mundo, que no estaba a su nivel: fusilaba
con su Cultura.
El otro día
me encontré al Catedrático en los baños de unos grandes almacenes. El tiempo había
hecho mella en él, como en todos nosotros, y me pareció una persona muy
desvalida (aunque con esa mirada altanera de siempre). Sin su Cátedra (“¿los
Catedráticos mearán de otra manera?”, nos planteábamos los becarios cuando yo
empecé a dar clases), sin Borges, sin Eco, sin Kristeva, sin todos esos
cacharros culturales que prohíben meter en un cuarto de baño, parecía una persona casi normal.
Nunca se lo
dije, pues en ninguna ocasión le dirigí la palabra (bueno, él nunca me la
dirigió a mí, claro, pues jamás estuve ni estaré a su altura), pero jamás le
podré agradecer el ejemplo o antiejemplo que supuso para mí. Lo que me ayudó a
crecer como persona y como docente.
Gracias, “El Catedrático”.
Todavía recuerdo
la primera vez que tuve que bajar a clase, como profesor. Y recuerdo cómo se
supone que yo era un gran experto en mi materia, una rama de la Química que no
interesa a nadie fuera de mi despacho, pero cómo también nadie me explicó nada
de cara a dar una clase, afrontar un grupo o lo que fuera aquello.
Me movía por
intuiciones, claro. Y era muy kantiano (siempre lo fui). Tenía mi modo de ser y
de estar y, consciente o inconscientemente, me comportaba también como aquellos
docentes que me habían tratado bien durante mis años como estudiante, y evitaba
las conductas de aquellos que me parecían antiejemplos.
“El Catedrático”,
evidentemente, era el caso más claro de este segundo grupo.
domingo, 7 de agosto de 2016
sábado, 6 de agosto de 2016
ALGUNA VEZ, EN SEÚL
Buscaba no sé qué archivo por algún rincón de mi ordenador y... me encontré una foto en Seúl que me trajo bonitos recuerdos.
Recuerdos de mi compañero de aventuras mexicano, con quien perdí contacto después de nuestra inolvidable complicidad coreana (compañero con quien salgo en la imagen).
Recuerdos de paseos bajo la nieve por una ciudad que nos acogió con los brazos abiertos. En la imagen estamos en uno de ellos, y aparecemos muy trascendentales, como mirando al futuro (si llego a intuir este comentario que ahora hago hubiese mirado hacia el suelo...).
Recuerdos de mi visita al KLTI de Korea, una experiencia única para alguien que no se dedica a traducir (me traduzco a mí mismo al castellano, que no es poco).
Recuerdos de visitas a templos budistas que nos regalaban un bienestar que no había sentido nunca en recinto religioso alguno.
Recuerdos de haber recogido un Premio en un acto muy elegante organizado por el KLTI, tras ser seleccionado entre los ganadores de un concurso convocado por ellos en diversos países del mundo. De entre los ganadores de todo el mundo seleccionaron a cinco ganadores: un español, un mexicano, una italiana, una polaca y una vietnamita. Suena como los chistes antiguos, pero fue así. Curiosa delegación. Entrañables recuerdos.
Recuerdos de una periodista que me entrevistó allí y que se extrañaba de que un profesor de Derecho se metiera en estos berenjenales literarios. Respondí algo, sin duda, porque no me callo ni debajo del agua y porque me gustan las ficciones, pero... seguramente era mentira, pues tampoco tengo yo respuesta, a día de hoy.
Recuerdos de paseos bajo la nieve por una ciudad que nos acogió con los brazos abiertos. En la imagen estamos en uno de ellos, y aparecemos muy trascendentales, como mirando al futuro (si llego a intuir este comentario que ahora hago hubiese mirado hacia el suelo...).
Recuerdos de mi visita al KLTI de Korea, una experiencia única para alguien que no se dedica a traducir (me traduzco a mí mismo al castellano, que no es poco).
Recuerdos de visitas a templos budistas que nos regalaban un bienestar que no había sentido nunca en recinto religioso alguno.
Recuerdos de haber recogido un Premio en un acto muy elegante organizado por el KLTI, tras ser seleccionado entre los ganadores de un concurso convocado por ellos en diversos países del mundo. De entre los ganadores de todo el mundo seleccionaron a cinco ganadores: un español, un mexicano, una italiana, una polaca y una vietnamita. Suena como los chistes antiguos, pero fue así. Curiosa delegación. Entrañables recuerdos.
Recuerdos de una periodista que me entrevistó allí y que se extrañaba de que un profesor de Derecho se metiera en estos berenjenales literarios. Respondí algo, sin duda, porque no me callo ni debajo del agua y porque me gustan las ficciones, pero... seguramente era mentira, pues tampoco tengo yo respuesta, a día de hoy.
Recuerdos de volver enamorado de Corea, y con tantos amigos allá.
Kam-sa-ham-ni-da, Korea.
pd: he subido la foto, ante todo, porque se me ve desde lejos, y así no paso un mal rato estético ni hago pasar un mal rato a nadie...
martes, 2 de agosto de 2016
INTUICIONES
Intuiciones
Yo soy un hombre práctico
no reconozco otra filosofía
que la de mi jefe
por complacer a mis superiores
soy capaz de pararme patas arriba
(Nicanor Parra: Artefactos)
Después de
leer
esa
declaración de
principios
intuyo
que ese muchacho
(o muchacha)
llegará lejos.
A jefe, por lo
menos.
(Antonio J. Quesada: “Poesía a instancia de parte”)
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