Leo por algún sitio (http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130128/54362456026/la-contra-colton-burpo.html) la siguiente entrevista a Colton Burpo, el niño que dice haber estado en el Cielo y... en fin, qué sé yo. Léanla, a ver...
Este chico haría carrera en Intereconomía y compañía.
¿Has estado en el cielo?
¡Sí!
¿Cuándo?
Tenía casi cuatro años y el cirujano me operaba de una peritonitis...
¿Y del quirófano... al cielo?
Estuve al borde la muerte, y salí de mi cuerpo y fui al cielo.
¿Cómo es el cielo?
Espectacular, increíble, maravilloso.
¿Qué viste?
Vi a Jesús, al Espíritu Santo, muchos ángeles... Y los ángeles me cantaban bonitas canciones. Estuve muy a gusto, sentí amor.
¿Qué clima hay en el cielo?
Calorcito, porque la luz de Dios y Jesús ilumina y lo calienta todo.
¿Qué colores tiene el cielo?
¡Todos los colores de la Tierra y más!
¿A qué huele el cielo?
No lo sé. Dios no me permite recordarlo.
¿Cuánto tiempo pasaste en el cielo?Unos tres minutos. Equivalen a dos años y medio: lo calculó luego mi padre. Pero yo creo que no hay tiempo, da igual.
¿Te creyeron tus padres?Pensaron que les contaba un sueño...
Es una posibilidad.Pero me creyeron cuando les dije qué hacían mientras me operaban: mi padre rezaba en un cuarto, y mi madre hablaba por teléfono en otro. Les vi desde arriba.
¿Qué te han dicho los médicos de eso?Mi cirujano dijo que me recuperé de modo milagroso. Y dice que otros pacientes también han visto cosas...
¿Viste en el cielo a algún familiar?A mi hermanita. Me achuchaba, me besaba... Yo era pequeño y eso no me hacía gracia, pero bueno... Luego se lo conté a mi madre y se puso a llorar.
¿Por qué?
Fue un aborto que tuvo tres meses antes de concebirme a mí. Mi hermanita no nacida.
Vaya.
Lo cuento para que los padres que han perdido a un bebé sepan que su hijo está en el cielo y bien. También conocí al abuelo de mi padre, Pop: me contó lo bien que mi padre lo pasaba en su granja, de niño...
¿Le hablaste de Pop a tu papá?
Se asustó: mis padres temían que quisiera morirme y que por eso hablaba del cielo. ¡Tengo ganas de contarlo! De mayor viajaré por el mundo hablando del cielo y de Jesús, y tendré también un grupo de música, cantaremos y tocaremos.
¿Qué contarás?
Que Dios te quiere, ¡hagas lo que hagas! Pides perdón de corazón y te perdona.
Tus padres cuentan lo tuyo en un libro.
Sí: van nueve millones de libros vendidos.
¿Te parece bien?
Está bien compartir algo tan bonito: ¡sé que mi historia ha dado paz a mucha gente!
¿Por qué ha interesado tanto tu cielo?
Porque lo cuento tal como lo viví.
¿Sigues recordando detalles del cielo?
Los recordé de los cuatro a los siete años. Luego, ya nada nuevo.
¿Qué es lo que más te impactó de lo que viste en el cielo?
Las sillitas preparadas para niños, cerca de Jesús. Me senté en una de ellas. Tuve sentado a mi lado al Espíritu Santo.
Ah. ¿Y cómo es el Espíritu Santo?
Medio transparente, medio azul, y se nota su fuerza, su potencia.
¿Y cómo es Jesús?
Alto, con barba, cabello castaño oscuro y ojos de un azul muy celeste. Su sonrisa es bellísima. Es muy bondadoso, amor puro. Y monta en un precioso caballo blanco.
¿Y cómo son los ángeles?
Se parecen a las personas, pero algo más grandes, con alas... Llevan mensajes de Jesús, protegen a las personas, ¡no paran...! El arcángel Gabriel es un bromista, hace reír a todos. Y el arcángel Miguel lleva una gran espada en llamas.
¿Para qué?
Para que no entre el demonio en el cielo, porque el demonio todavía anda suelto.
¿Alguno de esos ángeles te protege?
Tengo siete ángeles de la guarda, me dijo este verano un profeta.
¿Conoces a algún otro niño que haya ido al cielo?
Sí, a un niño de diez años con un tumor cerebral que se quedó inválido. ¡Lo que más le gustó del cielo fue poder nadar!
No te habrás inventado todo esto, Colton, ¿verdad?
Yo sé lo que vi, lo cuento tal cual lo vi y no tengo que demostrar nada. Ya lo demostrará Dios, si quiere.
¿Por qué crees que Dios te ha permitido a ti ver el cielo y no a otros?
Dios ha elegido a mi familia, pero yo no puedo saber por qué.
¿Querrías volver al cielo?
Sería tan agradable... Pero ahora tengo trabajo que hacer aquí, por encargo de Dios.
¿Qué tienes que hacer?
Hablar de Jesús con todo el mundo, hablar contigo: hacer esta entrevista es parte de mi misión aquí.
¿Tienes miedo a la muerte?
¡No! Por que ya sé lo que pasará. ¡Yo ya sé que el cielo es real!
lunes, 28 de enero de 2013
lunes, 21 de enero de 2013
HA MUERTO JUAN ANTONIO CARRILLO SALCEDO
Hay quien dice que no se fía de la presunta muerte de un noble, de un militar de alta graduación o de cualquier otra persona de orden hasta que no ve la esquela en ABC. Yo hoy me enteraba, por la necrológica de "El País", del fallecimiento de Juan Antonio Carrillo Salcedo, persona que no necesita presentación, pues su actividad científica y creadora le preceden.
Me han venido a la mente tanto el curso de verano que hice con él en la UIMP, en Santander, con varias anécdotas entrañables, como el encuentro que tuvimos en la Facultad de Derecho de la Universidad de Málaga, años después, acompañados, por cierto, de Lorenzo Silva. Mi Patria es mi memoria: recuerdos imborrables, ambos.
Generalmente este blog es más o menos bullanguero, ya nos conocemos. Hoy, sin embargo, se tiñe de luto y luce el alma a media asta.
Descanse en paz, Maestro. Gracias por todo.
Generalmente este blog es más o menos bullanguero, ya nos conocemos. Hoy, sin embargo, se tiñe de luto y luce el alma a media asta.
Descanse en paz, Maestro. Gracias por todo.
jueves, 17 de enero de 2013
SEÑORAS Y SEÑORES, CON USTEDES... DON TANCREDO
Soy poco dado (nada) a la llamada "Fiesta Nacional", pues comienzo por poner en duda ambos términos (y muchas más características, pero bueno, no me enredaré en estas disputas a primera hora de un viernes). Pero mi lenguaje está imbuido de lenguaje taurino, supongo que es inevitable, flota en el ambiente.
Y hoy amanecí acordándome de Don Tancredo, no sé si tiene algo que ver con mi día a día: de su pasividad, de su filosófica actitud de ver pasar las cosas sin inmutarse y de sus nervios de acero para no actuar aunque caigan chuzos de punta. Hay a quien le sale fenomenal, como a nuestro Presidente del Gobierno, y hay quien lo practica (quienes lo practicamos), con mejor o peor estilo, cuando encarta.
Feliz fin de semana, desde mi pedestal.
Tancredo J. Quesada
Tancredo J. Quesada
lunes, 14 de enero de 2013
EL ROTO, ESE FILÓSOFO DEL TRAZO
El Roto es ese filósofo que, con sus viñetas amargas, nos ofrece un Máster en Filosofía y otro en Ciencias Políticas cada mañana.
Podemos ver sus viñetas en el siguiente enlace: http://elpais.com/autor/el_roto/a/
Recomiendo hoy una que a algunos les dolerá un poco porque, claro, eso que se refleja no pasa...
un abrazo,
http://elpais.com/elpais/2013/01/11/vinetas/1357918321_179954.html
Podemos ver sus viñetas en el siguiente enlace: http://elpais.com/autor/el_roto/a/
Recomiendo hoy una que a algunos les dolerá un poco porque, claro, eso que se refleja no pasa...
un abrazo,
http://elpais.com/elpais/2013/01/11/vinetas/1357918321_179954.html
sábado, 12 de enero de 2013
MANUEL MOTA Y AUDREY HEPBURN: ALGUIEN DE LA FAMILIA
Se ha suicidado el diseñador Manuel Mota. Siempre que un creador fallece somos un poco peores, lo he escrito tantas veces que me suena a autoplagio (quizás a algo parecido a eso llamemos estilo).
Ha dejado varias notas de despedida: a su pareja, a su familia y a los Mossos d'Esquadra. No tengo mucho que decir, descanse en paz este creador. El tiempo aportará claridad, si es que fuese necesario (soy increíblemente respetuoso con el suicidio, aunque haya lunares importantes que puedan provocar cuchicheos: ¿cuándo un suicidio no los genera?).
Sin embargo, en la noticia recogida en EL PAÍS acerca de su funeral (http://elpais.com/elpais/2013/01/11/gente/1357930705_434764.html), un párrafo me ha llamado la atención poderosamente. Dicen así las autoras del texto, recorriendo los comienzos del diseñador: "Pese a que en un primer momento pensó en dedicarse a la arquitectura, una película, Desayuno con diamantes; una mujer, Audrey Hepburn, y una pasión, la moda, le hicieron optar por el diseño textil". Como soy un devoto de la película y de la actriz, y adoro esos raptos creativos, descubro que, para mí, ha muerto un correligionario. Alguien próximo: un familiar, un pariente.
Como escribiera José Luis Garci sobre Miguel Hernández (créditos de "Asignatura Pendiente", esa gran película que nos ayuda a entendernos mejor), Manuel Mota ha muerto sin que yo supiese que había vivido. Pero... tras conocer este dato, para mí ha muerto un pariente. Sin duda.
Descanse en paz.
jueves, 10 de enero de 2013
"ANTIMEMORIAS" DE MALRAUX
Hoy me voy a parecer a esos exhibicionistas que van contando su vida en Twitter, Facebook ("cara de libro", me lo traducía un amiguete más francófilo que anglófilo), Twenti o como se llamen estas cosas. "Voy a comer" (foto del plato), "he comprado este jersey" (foto del jersey), "mi amigo Tito y yo" (foto del amigo Tito sonriendo a la cámara...).
Hoy me di un homenaje para el cuerpo: después de entrevistar a María Victoria Atencia para una revista que vamos a comenzar en 2013 (y que ya anunciaré cuando tengamos el primer número), UN RATO INOLVIDABLE, me he comprado las "Antimemorias" del Genio Malraux a un precio razonable (no tirado, pero sí razonable).
Hoy mereció la pena abrir los ojos por la mañana.
lunes, 7 de enero de 2013
NAPOLI 4 - ROMA 1
No es buen año para los romanistas (tampoco lo fue el pasado, con nuestro paisano Luis Enrique intentando hacer un fútbol como más barcelonista y fracasando en el intento). Ayer el Napoli nos pegó 4-1, demostrando que el sur también existe, y encima la Lazio sigue por encima de nosotros en la clasificación (esto es para ladrar en colores... el fútbol es así).
Cavani ayer no tuvo piedad de nosotros, y eso que se dice que un uruguayo es un argentino sin complejo de superioridad.
Mamma mia! A la Roma le pasa lo que a la paloma de Alberti, que se equivocaba. Y claro, i romanisti, sufriendo... Y lo que nos queda.
Forza Roma!
sábado, 5 de enero de 2013
AL BARRIO DE LA VICTORIA, BARRIO DE MI NIÑEZ
Hoy tengo el alma de bolero, a veces la tarde viene derecha. Y recuerdo que para no sé qué cosa que me pidieron alguna vez ofrecí este poema en el que hablo del Barrio de la Victoria, el barrio malagueño por el que yo trotaba cuando era niño. Si la infancia es la verdadera patria, como dijo cierto escritor-aviador francés... la mía debe rondar por allí.
Yo creo que la verdadera patria es la memoria, pero hoy no me atrevo a aventurar ideas, pues llevo el intelecto a media asta. Posiblemente durante estas navidades he comido almas en mal estado, y me están sentando mal.
Feliz día de Reyes, si es que existen (hace mucho que lo dudo, pero yo es que dudo de casi todo).
Nada
Al barrio de la Victoria. Barrio de mi niñez
¿Qué sucederá
cuando
vuelvas al barrio de tu niñez,
después de tantos años trabajando lejos,
y
compruebes que
ya no existen muchas de las casas de vecinos de aquella época?
Cuando constates
que
ese barrio, ya,
vive sólo en tu mente.
Que casi nada de lo que ves te recuerda a aquello que era en tus tiempos.
Que ha muerto aquel hombre que te tocaba la cabeza
y siempre olía a anís y, un poco, a tabaco.
Que también falleció
el señor bajito que cada día tenía un duro en su bolsillo para ti
(y tú comprabas chucherías, loco de contento, y siempre te alegrabas de verle).
Y la señora algo rácana que regentaba la tienda de comestibles.
Y el borrachín, siempre sonriente y a punto de caer, aunque nunca cayó.
Y aquel señor que pintaba las fachadas de las casas por nada y menos.
Que la tienda donde ibas con tu madre a comprar el aceite
(el mejor aceite, aceite natural, el de la tienda de Lagunillas),
que tenía un encanto único ya entonces,
es hoy una sucursal bancaria como tantas otras
en tantos otros sitios.
Hasta
la casa, vieja, de tu abuela
es
hoy
un bloque de apartamentos
con una tienda de complementos en la parte baja.
Han desahuciado mis recuerdos.
¡La de juegos, en aquel patio que ya no existe, entre macetas hoy fallecidas!
La de buenos momentos, allí:
cuando ibas o venías de la clase de música
y
pasabas a ver a tu abuela y a tus tíos.
¡Qué alegría: la abuela viene a pasar el fin de semana a casa! ¡Bien!
Ya no queda nada:
ni abuela,
ni tíos,
ni casa.
Nada.
Hoy
gente extraña puebla todas esas calles
ya diferentes.
¿Qué hacer?
martes, 1 de enero de 2013
REIVINDICACIÓN DEL VATE MARTÍN MARCO (Y DE MÍ MISMO)
Por alguna ciber-esquina publiqué hace unos años este trabajito que he pescado con la ciber-caña y creo que sigue de actualidad. Bueno, de toda la actualidad que puede tener alguien como yo, claro.
En fin, yo me entiendo...
REIVINDICACIÓN DEL VATE MARTÍN MARCO
Martín Marco es ese poeta que perdió una guerra y lo acabó pagando con creces, pues ya se encargaban los vencedores de hacérselo ver a cada paso.
Martín Marco es ese poeta al que echaban de los bares del Madrid de la postguerra porque no podía pagar el café, y cuyas deudas eran capaces de convertir al más nietzscheano en un pequeño burgués de tomo y lomo.
Martín Marco es ese poeta que pasaba algunas mañanas en Correos o en el Banco de España, porque había buena calefacción y podía escribir versos detrás de los impresos oficiales.
Martín Marco es ese poeta que vivía, a ratos, de la caridad de su santa hermana.
Martín Marco es ese poeta que no podía ver a su cuñado, ese hombre que se casó con su hermana y que ganó una guerra pero hacía horas extraordinarias como si la hubiera perdido.
Martín Marco.
Como siempre, sigo reivindicando a los perdedores de todas las guerras, cruentas e incruentas. En este caso quiero reivindicar a Martín Marco, el poeta de “La Colmena”. ¿Cómo leer sobre Martín Marco sin verme reflejado en él, aunque sea un poquito?
Martín Marco.
Martín Marco es ese poeta que nunca lleva prisa: “soy un hombre que no merece la pena que ande de prisa”.
Martín Marco es ese poeta que, a lo mejor, lleva un verso a medio terminar en los bolsillos, o el último artículo que ha cobrado y que se ha publicado en provincias, en la prensa del Movimiento.
Martín Marco es ese poeta que lleva en un sobre las colillas de su cuñado, el que ganó la guerra, para tener algo que fumar.
Martín Marco es ese poeta que sabe distinguir ser un romántico de ser, simplemente, un sentimental.
Martín Marco es ese poeta que duerme en una casa de putas. Pero sólo por caridad, allí normalmente no ejerce como hombre.
Martín Marco es ese poeta que no tiene remedio y lo sabe. “¿Sigues haciendo versos? (…) Pues, sí; yo creo que esto ya tiene mal arreglo". ¡Y tan malo!
Martín Marco es ese poeta que prefiere pasear por Madrid cuando termina el metro, porque la ciudad parece más suya y de los hombres que, como él, van por la vida con las manos en los bolsillos y un vacío en el alma que no pueden con él.
Martín Marco es ese poeta al que su artículo “Razones de la permanencia espiritual de Isabel la Católica”, publicado en provincias, salvó de que la policía se lo llevara por delante.
Martín Marco es ese poeta que se queja de que en España a los escritores “no nos conoce ni Dios”, y defiende su supervivencia: “Ni Isabel la Católica, ni la vicesecretaría, ni la permanencia espiritual de nadie. ¿Está claro? ¡Lo que yo quiero es comer! ¡Comer! ¿Es que hablo en latín?”.
Martín Marco es ese poeta que, casi al final, se da el gustazo de volver al café de la bruja de Doña Rosa para pagar las deudas, hacerse limpiar los zapatos y dejar colgado y pagado el café, porque no era bueno. Salió orgulloso y era lógico: “verdaderamente se acababa de portar como un hombre”. Alguna vez en su vida tenía que ser.
Martín Marco es ese poeta que al final se verá perseguido por un edicto cainita del que no es consciente, pues del periódico nunca lee los edictos, los anuncios ni el racionamiento de los pueblos del cinturón. Sus amigos se movilizan: si se ve solo puede hacer cualquier estupidez.
Martín Marco es ese poeta que inventa una oración ante la tumba de su madre y que después no es capaz de recordarla.
Martín Marco es ese poeta que está dispuesto a trabajar en cualquier oficina, pues al principio no, pero después seguro que sacaba tiempo para escribir, a ratos perdidos, sobre todo si había buena calefacción.
Además de Martín Marco, aparece algún otro poeta por “La Colmena”, como aquel cuyo padre aseguraba que su hijo era tonto, “el día que yo desaparezca no sé lo que va a ser de él”. Era “un jovencito melenudo, pálido, que está siempre evadido, sin darse cuenta de nada, para que no se le escape la inscripción, que es algo así como una mariposita ciega y sorda pero llena de luz, una mariposita que vuela al buen tuntún, a veces dándose contra las paredes, a veces más alta que las estrellas (…). El poeta de la vecindad, en algunas ocasiones, cuando está en vena, se desmaya en los cafés y tienen que llevarlo al retrete”. También pasaba por allí Ramón Maello, un chico serio que estaba un poco en la luna, pero que no era malo.
En cualquier caso, quien se lleva mi corazón es Martín Marco, y por eso reivindico su figura aquí, quizá porque soy yo mismo treinta años antes de nacer. Martín Marco posiblemente fuese existencialista antes de que unos profesores franceses de instituto inventaran todo aquello del existencialismo.
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