miércoles, 24 de agosto de 2022

SESENTA AÑOS DE LA MUERTE DE LEOPOLDO PANERO (PUBLICADO EN EL FARO ASTORGANO)

 

LX AÑOS SIN LEOPOLDO PANERO

  

Antonio J. Quesada

Profesor Titular Universidad de Málaga

 

El 27 de agosto es una fecha marcada en el calendario por todos los amantes de la obra de los grandes poetas de la Familia Panero y/o de Astorga: el 27 de agosto de 1962 fallecía Leopoldo Panero. Estamos en 2022: este año, por tanto, se cumplen sesenta años de su muerte. Las cifras redondas siempre resultan sugerentes (no lo conectaré con redondeces corporales porque no están los tiempos para líos), y puede uno sentarse en el camino y meditar sobre la causa de la efeméride, en actitud arrebatadoramente machadiana.

Me da la impresión de que Leopoldo Panero es uno de los escritores más maltratados de la Literatura española (también lo fue su buen amigo Luis Rosales, por otras razones más que conocidas). “Demasiado castigo”, repetía Javier Huerta Calvo en un excelente trabajo sobre su poesía, y llevaba razón. A Leopoldo le han pasado muchas facturas, y sin embargo en el “haber” no se le computan tantos otros méritos también existentes. La simplificación que se hace de la imagen de Leopoldo Panero es irritante, y si eso sucede en la calle, algo que podría ser incluso razonable (pues en la calle se consumen los menús precocinados preparados y servidos por editoriales, periódicos, canales de televisión y todo eso, y la imagen de Leopoldo que difunden es la que es), resulta menos comprensible que también se divulgue desde bastantes Universidades y centros de investigación (aunque, cuando uno conoce cómo funcionan los Departamentos Universitarios y las Universidades, ya no se escandaliza de nada). Y aunque seamos algunos los que reivindiquemos que a un Poeta hay que valorarle por sus versos, y no por sus ideas políticas (del mismo modo en que a un Alcalde se le valora por sus actividades políticas, no por sus sonetos), la batalla está prácticamente perdida. Duele: a los que amamos las palabras como fin nos fastidia aquella frase de que “una imagen vale más que mil palabras”, pero… por desgracia la vida nos enseña que es dolorosamente cierta. Y Leopoldo Panero siempre será ese ausente de “El desencanto” (obra maestra del cine español, pero de la que hay mucha tela que cortar, por eso luzco buenas tijeras en conferencias y capítulos científicos de sesudos libros), esa figura empaquetada y atada que es aludida y criticada en la película y que no puede defenderse, como aquellos personajes de Sartre que nos enseñaron que el infierno eran los otros.

Si quieres triunfar en Literatura no te pelees con la izquierda, aseguran que afirmaba Alejo Carpentier, y por desgracia es otro mantra que tiene mucho de real. Si quisiéramos que Leopoldo Panero pasara un examen de progresismo, pues hay que estar del lado bueno de la Historia o vas mal, podríamos alegar datos como los que siguen. Siéntense y lean, que todo esto que enumero es real: a) el Continental de Vicente Aleixandre invitándole a celebrar con él y con Cernuda la llegada de la II República, el 14 de abril de 1931; b) su romance publicado en el “Faro Astorgano” en homenaje a los héroes de la sublevación de Jaca (4-5-1931); c) su estancia matritense durante el periodo republicano y su labor cultural de aquellos años; d) su relación con Luis Cernuda (antes de la guerra y en Londres, después de la guerra); e) su colaboración poética en el primer número de “Caballo verde para la poesía”, revista de su entonces amigo Pablo Neruda; f) su pasión por César Vallejo, a quien lleva a Astorga durante unas Navidades; g) su insignia de plata con la hoz y el martillo en la solapa; h) su anglofilia durante la Segunda Guerra Mundial (tal y como pudo comprobar el Agregado Cultural alemán Sifauer en Madrid); i) su cercanía con el Socorro Rojo Internacional; j) su casi fusilamiento por el bando nacional durante la guerra; k) su reivindicación de poetas como Miguel Hernández, García Lorca, Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Jorge Guillén, en tiempos en los que el “Centinela de Occidente” ejercía también de crítico literario, con lo que ello conllevaba. Etcétera. Datos biográficos, todo los citados, que no suelen ser valorados por quienes entienden que Leopoldo Panero era el poeta oficial del franquismo, autor del “Canto Personal” y figura criticada por tierra, mar y aire en “El desencanto”: Se acabó el debate.

“No es esto, no es esto”. No. No puede ser esto. Ya lo he dejado por escrito, en libros científicos y trabajos en prensa: mucha culpa de esta situación que vive Leopoldo después de muerto la tiene “El desencanto”, la magistral película de Chávarri que tanto daño provocó, dicho sea de paso. Creo que “El desencanto” era, en realidad, “Los desencantos”: el de Chávarri, el de Querejeta, el de Felicidad Blanc, el de Leopoldo María, el de Juan Luis y el de Michi. Cada uno hacía su guerra: unas guerras que, adecuadamente ensambladas, y gracias a la brillantez, atractivo y encanto de los protagonistas (y al buen hacer técnico de los hacedores de la película), dio a luz a un producto audiovisual de gran potencia e impacto. Y si para hablar de Leopoldo Panero tomamos solamente una parte y asumimos como verdad oficial el juego de espejos (algunos trucados) puesto en marcha magistralmente en una película brillante, mal vamos. Sin ser conscientes (o siéndolo, ¡ay!) de que una obra creativa como puede ser una película debe interpretarse como lo que es, como corresponde a una obra creativa, y no como un Acta Notarial en el que un serio señor vestido de gris certifica esto y lo otro.

Hay que resituar a Leopoldo Panero. Hay que leer a Leopoldo Panero: sus versos son su mejor tarjeta de presentación. Los versos de un poeta nunca suficientemente valorado. En estas fechas, cuando recordamos este aniversario, es buen momento para releer sus textos poéticos. Disfrutemos de sus versos. El resto… es prosa.