"Sigo escribiendo poco. Sobrevivir lleva su tiempo. Mejor así: la Historia de la Literatura Española jamás podrá agradecerme tanta gentileza, por mi parte.
En un momento de descanso de la prosa jurídica, con la que salgo adelante en la vida (y no mal), extraigo de la estantería el tomo III de los Diarios de José María Souvirón, lo abro por una página al azar (resulta ser la página 365) y leo: “La soledad, de la que tanto me he quejado a veces, se me ha ido haciendo tan “costumbre” que ahora, cuando la voy a romper alguna vez, me detengo antes para ver si prefiero continuarla y casi siempre la continúo. Es decir, que cuando tengo que elegir, suelo elegir la soledad, salvo en muy raras ocasiones de compañía grata y sana. Ya he aprendido a aburrirme en compañía y aún no he aprendido -¿para qué?- a aburrirme en soledad”. Sí. Lleva toda la razón.
Lo devuelvo a la estantería con la sensación de que he tenido un fructífero diálogo con un buen amigo. Y no queda más remedio que volver a la prosa jurídica. The show must go on".
(Antonio J. Quesada: entrada de hoy en ese diario desencantado que tengo por alguna parte)