Así comienza mi relato.
EL PROFESOR PALOMO
Antonio J. Quesada
- Qué alegría, encontrarnos después de tantos años, de
verdad -comenta, pasándome la mano por el hombro, con gesto cariñoso, mientras
bebe otro trago de cerveza.
- Pues sí, la verdad es que sí. Y en qué poco tiempo nos
hemos puesto al día, je, je, je –seguíamos bebiendo, mientras nos poníamos al
día de nuestra vida y milagros, y de la vida y milagros de aquellos que
compartieron aulas y sufrimientos con nosotros, en aquellos años.
- Sí que es cierto, sí. Hemos repasado todo lo repasable, je,
je, je. Por cierto, te tengo que confesar una maldad, ahora que podemos contar
estas cosas: ¿sabes que, cuando estudiábamos, yo pensaba que tú eras maricón?
- ¿Cómo dices? -me extrañé: me llamó la atención la
palabra, que en este contexto sonaba ofensiva (tan diferente al contexto en el
que la empleo con mis amigos), y no dejaba de sorprenderme que concediera valor
de anécdota reseñable a algo que siempre me ha parecido tan secundario e íntimo
como con quién se va uno a la cama.
- Pues sí, yo pensaba que eras homosexual -parece que ha considerado
oportuno rebajar el tono verbal, a la vista de la expresión de mi rostro-.
Hombre, como hiciste tan buenas migas con “el Palomo”.
- ¿A qué te refieres? –pregunté, ya con un tono menos
amistoso y más a la defensiva.
- Hombre, que como hablabas tanto con “el Palomo”, siempre
pensé que eras gay.
... CONTINUARÁ...