Releo, a ratos, sobre Juan Antonio Bardem (adoro a Bardem y a Berlanga; es cuento largo...). Preparo una cosita para septiembre de la que ya informaré (un evento con mi querida cómplice de batallas, Ana: un lujo, trabajar con ella y tenerla cerca). Y encuentro por algún sitio el mítico pentagrama de Bardem, apuntado en las Conversaciones Cinematográficas Nacionales de Salamanca de 1955. Un texto que, leído en aquella época de cine patriótico y folklórico (salvo honrosas excepciones, y tengo en mente "La torre de los siete jorobados", de Neville, por ejemplo), fue revolucionario. No se nos olvide que estas cosas no se podían decir: el Centinela de Occidente desarrolló, entre otras tareas, las de crítico literario y cinematográfico. Ahí va el pentagrama de Bardem:
"El cine español es políticamente ineficaz, socialmente falso, estéticamente nulo, intelectualmente ínfimo e industrialmente raquítico".
Bardem y Berlanga, Berlanga y Bardem: tan lejos y tan cerca, tan cerca y tan lejos. Lograron, cada uno a su estilo, hacernos mejores, provocarnos reflexiones y darnos placer estético. Casi nada.