miércoles, 30 de noviembre de 2011

YO NACÍ, RESPETADME, CON EL FÚTBOL

Me gusta el fútbol, sí señor. Yo nací, respetadme, con el "Carrusel" como música de fondo: dibujaba porterías de fútbol en mis ratos libres en las clases ("Quesada, siempre pinta usted lo mismo", me dijo alguna profesora hace mucho tiempo, demasiado...), pateaba latas de zumos o piedras más o menos redondas (destrozando zapatillas sistemáticamente), jugaba de modo penoso aunque a ratos hacía mis cosillas bonitas, y así fui creciendo, hasta que llegué de la nada a las más altas cotas del más absoluto vacío. Pero me lo paso tan bien jugando que eso compensa mi falta de destreza, y eso me reconforta (sigo a Pessoa: pongo un poquito de mí en todo lo que hago). Y también soy un espectador canónico, cuando ejerzo de futbolero: no entiendo pero monto y desmonto alineaciones y critico tácticas, lanzo equipos al ataque o los encierro atrás según el caso, la cerveza me ayuda a soltar alguna que otra barbaridad al horizonte y, en fin, canalizo mis fanatismos hacia el terreno de juego (está calculado, es mi válvula de escape para no ser fanático en otros campos de la vida, como la política, la religión e incluso la literatura). Es una religión en busca de Dios, que escribía Manuel Vázquez Montalbán. Y poseo triple militancia, mi esquizofrenia es grande: Málaga, Barça y Roma se reparten mi cariño como buenos hermanos (por cierto, también me lo paso en grande viendo perder a Sevilla, Madrid y Lazio: dentro del terreno de juego les deseo todo tipo de males, aunque jamás seré tan estúpido como para sacar estas pasiones irracionales de la hierba, por supuesto).
Decía Galeano que el fútbol era el mayor de los placeres pequeños, lo más grande entre las cosas sin importancia, y llevaba razón. Alguna vez he escrito acerca de la misión terapéutica del "Marca", y estoy convencido de ello. Es largo de explicar, si alguien quiere debate arrojo el guante...
Luis García Montero sintetiza mi opinión profunda con bellas palabras: "Si se compara con los grandes males de la vida (la enfermedad, la muerte, la injusticia, el amor), el fútbol es un vaso de agua, sólo eso. Pero mentiría si no admito que ese vaso de agua me ha quitado muchas veces la sed". Bravo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

"NO SE NACE MUJER: SE LLEGA A SERLO". PRÓLOGO DE UNA MUJER CONCIENCIADA

Hoy incluyo aquí el prólogo que escribí para un estudio del feminismo malagueño, escrito por Aurora Gámez, y que se presentará en Málaga, Madrid y resto de la humanidad.
Reivindico mi lado femenino, mi condición de mujer concienciada de su género.


NO SE NACE MUJER: SE LLEGA A SERLO

Antonio J. Quesada
Poeta-poetisa


Ser mujer, posiblemente, es una de esas pocas cosas serias que todavía se puede ser en este mundo. Ya se sabe, además, que ser mujer, arzobispo de Manila o primera bailarina del Bolshoi son tareas que están al alcance de muy pocas personas en esta vida.
“No se nace mujer: se llega a serlo”, nos enseñó la mítica Simone de Beauvoir, tanto con “El segundo sexo” como con otras obras y con su propia vida, posiblemente su mejor obra (con permiso de mis amados mandarines). Simone, una mujer que tomó las riendas de su vida y que, además de ser una pensadora y una creadora de primer orden, nos enseñó a ser mujeres completas, personas inteligentes y dueñas de nuestras vidas sin necesidad de desarrollarnos gracias a tenerle la comida calentita al tarado de turno, las zapatillas en su sitio, la casa limpia o las cervezas frescas para los días de fútbol europeo. Algún machista con sentido del humor hubiese podido describir a Simone como una mujer “con dos cojones”, y debajo de la poco presentable terminología late una importante verdad. Misterios de la lengua (viperina), que en muchos casos todavía no entiende de estas cosas de género (ahora en serio: debemos asumir el problema, para guerrear también en este frente): mientras hombres públicos y mujeres públicas no tengan la misma o parecida connotación, mientras califiquemos con respeto a alguien como un zorro pero generalmente sea otra cosa hablar de una zorra, o mientras algo muy bueno sea cojonudo y algo muy aburrido sea un coñazo, queda trabajo por hacer. Y las mujeres debemos asumir el reto: nos va la condición en ello.
Por tanto, todavía a estas alturas debemos hablar de feminismo y de ideas de género, ¡cómo no!, pues cuando no se hacen los deberes a tiempo siempre hay que recuperar en septiembre. Ojalá (“Ojalá” cantaba el gran Silvio) no fuese necesario detenernos en estas cuestiones hoy, dejando esta tarea para los historiadores, pero desgraciadamente todavía hay que estar en ello porque la desigualdad se cuela por las grietas de la sociedad y por ahí no debemos pasar, ni la desigualdad ni nosotros (además, corren malos tiempos para algunas conquistas sociales, y no se nos debe olvidar que los derechos sociales no se regalan: se conquistan).
Por otra parte, si meditamos acerca de dónde venimos, la carretera tiene sus curvas: los de siempre ya se encargaron de concebir a la mujer como el reposo del guerrero durante siglos, la mayoría de las iglesias la consideraban la encarnación del pecado para el casto y santo varón (¡ay, Eva, qué guerra les das!), y la publicidad nos recordaba una y otra vez que “la mujer es cosa de hombres”, además de adornar mil y un productos estúpidos con cuerpos de mujer en todo momento. Los concursos de belleza hurgan en la llaga de la mujer empaquetada como un objeto de consumo, algo maquillado actualmente con la existencia de concursos de belleza masculina o con el adobo cultural en ambos tipos de certámenes (resulta peor el remedio que la enfermedad: no parece pretenderse erradicar la esclavitud, sino elevar el nivel de vida de los esclavos; no me gusta). Aristóteles llegaba a considerar a la mujer un hombre incompleto, y Freud, el curandero de Viena, rascó en dicha idea, conectándola con el “hijo predilecto” que el hombre suele lucir en salva sea la parte de su anatomía (con Freud casi siempre acabamos en lo mismo…).
En conclusión, que a estas alturas de la película todavía debemos seguir reflexionando sobre este tema y actuando enérgicamente para erradicar desigualdades por cuestión de género. Aurora, autora de este trabajo que tengo el honor de acompañar con estas modestas líneas, así lo hace, y nos ofrece un sugerente estudio que nos ayudará a entendernos mejor y a trabajar por un mundo mejor. Lo centra en Málaga, sabedora de que, como pretendía Sciascia, describiendo bien Sicilia, describía el mundo. Y eso hace más útil el libro de Aurora: describiendo Sicilia o Málaga bien descrita, seguro que un neoyorquino sabrá entendernos.
Una de las mayores virtudes del trabajo es lo didáctico que resulta en todo momento: estas páginas unen teoría, extraída de los libros más sabios, a práctica, lograda a pie de obra, y eso el lector lo agradece.
Aurora: gracias. Como mujer hecha y derecha te agradezco el esfuerzo que has realizado. Y espero que no te suene a recurso literario mi consideración de mujer: creo haber ganado dicha condición por meritos de guerra, como algunos llegan al generalato.
Gracias, Aurora, por formarnos e informarnos. Por acercarnos, a mujeres y compañeros de viaje, el fuego de los dioses. Con el maestro Benedetti debo terminar, por tanto, dándote las gracias por el fuego. De mujer a mujer.

sábado, 19 de noviembre de 2011

PLATÓN Y LAS BELLAS ARTES, ALGUNAS VIEJAS IDEAS...

Platón y las bellas artes

Antonio J. Quesada

(Publicado en Papel Literario, 4-2-2009)

Suelo decir que no me interesa más filosofía que la necesaria para llegar a la noche, pues lo que me va realmente (y cada vez más) es disfrutar de la belleza literaria, y artística en general. Pero a veces se enreda uno en más disquisiciones de la cuenta, y si encima anda de por medio Platón, la cosa puede terminar regular nada más. Y hay que salir de ellas…

Releer a Platón es siempre un ejercicio excelente para la sanidad mental, pero a veces uno encuentra en sus textos argumentos que chocan, posiblemente porque no aguantan con total dignidad el paso del tiempo, y al leerlos te suenan las tripas del intelecto. No hablo de los comunismos platónicos, del mundo de las ideas, de la caverna mítica y de demás elucubraciones más o menos profundas. No. Quiero referirme a algo aparentemente menor en su obra, anecdótico (o no, ¡ay!) como es la consideración de las bellas artes en el pensamiento platónico. ¿Las apreciaba realmente? ¿No? ¿A ratos? ¿Cómo iba aquello?

Mal empezamos cuando ya expulsaba de su República ideal a la gran mayoría de poetas por razones metafísicas y morales: si “los himnos a los dioses y las alabanzas del bien son la única poesía que ha de admitirse en nuestro Estado” (“La República”, 607 a 2-5), la cosa se pone cruda, de entrada, para los creadores. Me clava la puntilla poco después: “nos encantaría recibirlas (a la poesía y demás artes), sabiendo como sabemos que nosotros mismos somos sensibles a sus atractivos; mas no por esto debemos traicionar a la verdad” (“La República”, 607 c 3-8). Ni Stalin lo hubiese hecho mejor con toda aquella tontería del realismo socialista, vamos, poco nuevo hay bajo el sol. Precedente clásico de aquello que, con el paso de los siglos, diría Fidel, de que “con la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Pero claro, viniendo de alguien que nos dejó “El banquete” o “Fedón”, la cosa es más peliaguda. No se puede despachar en dos líneas.

En otros sitios habla Platón de que todo lo útil es bello (“Hipias Mayor”, 295 c 1 y siguientes), y esto me produce escalofríos metafísicos. La música bella, por tanto, es aquella que consiste en una imitación del bien (“Leyes”, 668, a 9 – b 2), y los que quieran la mejor clase de sones no deben buscar lo agradable sino lo verdadero. Hablamos distintos idiomas…

En lo que toca al arte (“La República”, 597 c 1 en adelante), los pensamientos de Platón están contaminados por su mundo de las ideas, como cabía esperar: si el arte es imitación, y se imita las cosas que se ven, estamos ante copias de segunda generación, pues las cosas visibles son representaciones de las cosas ideales que están en otro lugar. Por tanto, el menosprecio del arte en Platón parece evidente: el pintor es un mero imitador de apariencias, no de lo real, y por tanto su trabajo no es más que un modo más cómodo que otros de ganarse la vida.

No me gusta e, incluso, me inquieta este conjunto de textos, pese a venir de Platón: Platón desprecia el desinterés artístico, y a mí me gusta el arte en sí mismo. El arte porque sí. Si además tiene alguna misión educativa, mejor, pero yo quiero el arte por el arte. El arte por placer: no quiero dejar de gozar con el arte, lo necesito para sentirme ser racional. Si además Giotto me enseña las Sagradas Escrituras o Diego Rivera, Siquieros y los otros me forman en Historia, fenomenal. Pero las artes subordinadas a la correcta educación de la sociedad no me interesan: suena eso regular, nada más.

¿Funciones morales y educativas en las artes? Puede ser, pero no primordialmente. Platón, que te veo venir…

martes, 15 de noviembre de 2011

FEDERICO GARCÍA LORCA EN LA GRUPA DE SU CABALLO AZUL

Este artículo ha sido publicado en “Hachetetepe. Revista Científica de Educación y Comunicación”, Universidad de Cádiz, número 3, noviembre de 2011, pp. 105-110.


FEDERICO GARCÍA LORCA EN LA GRUPA DE SU CABALLO AZUL

De Federico García Lorca (FGL) se ha dicho y escrito, ya, casi todo. Mejor dicho; también casi de todo. Nada parece poder sorprendernos, a estas alturas de la película, sobre su vida y milagros, aunque todavía encontremos algunos puntos dudosos en su biografía y obra. Puntos que no estaría de más aclarar para recuperar la figura del gran poeta en su totalidad. No cabe duda, además, de que su criminal ejecución contribuyó a rodear de misterio algunos aspectos de su existencia (a FGL, como apuntara alguna vez Pacumbral, en último término le mata la envidia, como casi siempre sucede en España, pero los motivos son bastante concretos, como veremos).
Durante el reinado del Centinela de Occidente el tratamiento de la obra de FGL no era precisamente del agrado de la España oficial, vencedora de una guerra para evitar recordar a estos autores, aunque ya por las grietas del tardofranquismo se iba colando su sombra, así como la de algún otro francotirador de la creación. Incluso Francisco Umbral, Pacumbral, empezaba ya a hablar de un poeta maldito allá por 1968, aquel año en que sucedieron tantas cosas en tantas partes del mundo (en unas más que en otras, también es cierto). Pero tratar según qué temas levantaba ciertas ampollas.
La condición homosexual de FGL, hoy, no plantearía excesivos problemas sociales, pero no podemos olvidar que en aquella época, incluso para muchas de las mentes más avanzadas del lugar, la homosexualidad era una desviación, una perversión, una anomalía o algo que resultaba, a lo sumo, un mal tolerable. Y en ese escenario social se vio obligado a moverse nuestro poeta, un hombre tan sensual al que las derechas llamaban, en sus diarios, “Federica García Loca”. El choque, por tanto, entre FGL y su entorno social era inevitable cada mañana. Como genio y como homosexual no podía más que chocar con la dura realidad diaria. El mundo es de las personas normales, no de los genios, pues a lo mejor sería insoportable un mundo hecho para genios. Pero eso provoca que la vida sea de color gris-ceniza, en general, hemos de asumirlo. Y, encima, un genio con gustos “contra natura”, como decían éstos. Casi nada…
En el círculo de FGL era conocida su condición sexual, lo que no le libró de ciertas incomprensiones por parte, incluso, de personas de dicho círculo más íntimo (basta con leer “Mi último suspiro”, del genio Buñuel, para comprobar que la disposición del gran cineasta no parecía la mejor para convivir armónicamente con FGL). Y el genio Lorca volcó muchas de las incomprensiones y problemas de su vida en su obra, como suele hacer todo creador. Resultaría, por tanto, unilateral y, seguramente, incorrecto, intentar entender plenamente al autor y a su obra sin valorar su orientación sexual y los problemas que le produjo. Sobre todo si admitimos que pueda ser cierto aquello que el genio renacentista Pier Paolo Pasolini escribiera alguna vez a su amiga Silvana Mauri en una carta personal: “Los que como yo están destinados a no amar según la norma acaban por sobrevalorar la cuestión del amor”.
No es nuevo este enfoque a la hora de interpretar a FGL, aunque estuvo siempre al margen de la familia y del círculo lorquiano (incluso de España, hasta fechas recientes): en 1956, ya Jean-Louis Schonberg se detuvo en esta faceta de la personalidad de FGL en su trabajo “Federico García Lorca. L`homme, l’oeuvre”, París, 1956. Pero tendremos que esperar ya a los años ochenta para que los estudiosos se ocupen con más detalle de esta sensibilidad tan especial. Así, por ejemplo, Paul Binding (“Lorca: The Gay Imagination”, Londres, 1985), Ángel Sahuquillo (“Federico García Lorca y la cultura de la homosexualidad masculina”, 1991; original, 1986, Universidad de Estocolmo) o, el gran libro que se ocupa de este tema en España, el trabajo de Ian Gibson “Caballo azul de mi locura. Lorca y el mundo gay”, Planeta, Barcelona, 2009.
En 1984 se publican en ABC los allí llamados “Sonetos de amor”, apuntándose el diario conservador un gran tanto (basta leer la expectación que despertó en las Cartas al Director del Diario en días como el 21 de marzo de 1984). Estos poemas no son otros que los míticos e inéditos “Sonetos del amor oscuro”, que se publicaron sin esa original “oscuridad” por deseo del hermano del poeta, que parece que no quería resaltar ninguna sombra del “vicio nefando” en FGL. Esa oscuridad, según algún académico de la casa conservadora y algún crítico de reconocido prestigio, no aludía a condición sexual alguna, sino al “ímpetu indomable, a los martirios ciegos del amor, a su poder para encender cuerpos y almas, y abrasarlos como hogueras que se queman”. Todavía podía escocer el tratamiento de según qué temas en aquella España que se estaba acostumbrando a volver a vivir en democracia. Y más en ABC, hasta ahí podíamos llegar, y se travistió todo un poco. La familia no quería ofrecer según qué visiones, etc. Pero… la obra de FGL está necesitada de una relectura, y Gibson nos aporta bastante luz en este sentido. Aquí pretendemos ofrecer alguna breve pincelada sobre algunos de estos temas necesitados de tratamiento.
Hoy estamos convencidos de dicha necesidad: no se puede entender adecuadamente a FGL sin tener en cuenta su tendencia sexual, pues suele ser aclaratorio, para entender una obra, atender a las circunstancias personales del creador.
Tuvo que salir FGL de su Granada natal y de su ambiente local para poder comenzar a respirar un aire un tanto menos pueblerino y viciado por el incienso de las sacristías y por el perfume de las casas de gente de orden. Gibson nos demuestra en el capítulo primero de su libro citado cómo se pueden espigar en sus primeros textos inquietudes de un aspirante a literato (antes, aspirante a músico), que comienza a descubrir sus gustos, su sexualidad y lo desviado de la misma, conforme a los cánones vigentes en su tierra. Masturbaciones, Verlaine, lo uraniano, el macho cabrío, Afrodita, Wilde… todo eso no cabía en la Granada de principios de Siglo XX (o cabía sólo en sitios proscritos). Era necesario marchar a Madrid para respirar. Aire fresco. Pero llegará un momento en que también el clima de este país se le queda pequeño a FGL (¿Dalí?, ¿Aladrén Perojo?, ¿el homófobo Buñuel?; tanto desengaño…), y es la ancha América la que puede venir a salvarle (y lo hace: el desenfreno personal y literario de Nueva York y Cuba le hicieron mucho bien, de cara a afrontar la II República).
Tantas y tantas aventuras que, en algunos casos, pasarán a su obra y, en otros, sólo serán conocidas por sus implicados (para afrontar esta tarea, el trabajo de Gibson es esencial: las cartas de amor efusivas a Eduardo Rodríguez Valdivieso y a algún otro, “la masonería epéntica”, las intensas relaciones con Cernuda y Aleixandre, etc.). Existen otras especialmente conocidas: por ejemplo, se ha destacado la “naturaleza no germinativa de la relación homosexual”, que escribiera José Ángel Valente, muy presente en la obra de FGL y que alcanza su máxima expresión en obras como “Yerma”, o en la “Elegía”, de “Libro de poemas”, por ejemplo.
Por otra parte, también debemos destacar, con Pacumbral, cómo FGL mitifica sexualmente en su obra tanto a hombres como a mujeres (recordemos cómo ese Camborio del Romancero es “viva moneda que nunca / se volverá a repetir”). Pacumbral es un ferviente defensor del pansexualismo de Lorca (“creemos que pansexualismo, y no homosexualismo, es la palabra necesaria para entender la libido lorquiana”), aunque apunta (con solidez) enmascaramientos sexuales en sus escritos, alusiones equívocas de ambivalencia erótica: las mujeres, por ejemplo, no tienen rostro, posiblemente porque no sean más que hombres enmascarados bajo formas femeninas.
Pretendemos con el presente trabajo, apuntar algunas pinceladitas sobre ese reflejo de la tensión erótica personal en algunas obras de FGL, convencidos de que también ésta influyó no sólo en su vida y en su obra, sino incluso en su muerte (el odio que las derechas sentían por Lorca se cebaba también con su condición sexual, y no cabe duda de que, usando palabras de algunos de sus enemigos, fue también perseguido con saña, torturado y ejecutado “por maricón”).

- No es necesario comenzar con su obra poética para encontrar otro tipo de obras de temática homosexual. En este sentido es destacable un dibujo realizado en Nueva York en el que se ve a un hombre fornido con barba y abundante vello en el pecho que tiene sobre sus rodillas a un joven marinero, guapo y afeminado, a quien agarra por la cintura (en gesto inequívoco). En un balcón, detrás, una mujer protesta gritando y moviendo los brazos (posiblemente indignada ante ese espectáculo tan poco conforme a natura, según la mentalidad del común de la sociedad), y está presente también el alcohol (casa en la que está escrito “vino”). Diversos vicios, todos juntos y revueltos. Bien. Valiente dibujo. Inequívoco dibujo. Destacable dibujo.

- “El público” es una obra de teatro de “tema francamente homosexual”, en palabras del propio FGL. Resulta razonablemente explícita, pues conforme avanza la comedia se acentúa el equívoco sexual: “Romeo era un hombre de treinta años y Julieta un muchacho de quince”, “… se amaban con un amor incalculable, aunque yo no lo justifique”, “… no me queda tiempo para pensar si es hombre o mujer o niño, sino para ver que me gusta con un alegrísimo deseo”.

- Poema “Tu infancia en Menton”, extraído de “Poeta en Nueva York” (véase el comentario que se realiza en el libro de Gibson, páginas 219-226). Parece evidente que el protagonista de estos versos, el oscuro objeto de deseo, es Emilio Aladrén. En este completo poema se aprecia desde la rivalidad de las mujeres hasta la soledad propia de los hoteles (“Sí, tu niñez ya fábula de fuentes. / El tren y la mujer que llena el cielo. / Tu soledad esquiva en los hoteles / y tu máscara pura de otro signo”), pasando por los defectos del amado (“Es la niñez del mar y tu silencio / donde los sabios vidrios se quebraban. / Es tu yerta ignorancia donde estuvo / mi torso limitado por el fuego / Norma de amor te di, hombre de Apolo, / llanto con ruiseñor enajenado, / pero, pasto de ruina, te afilabas / para los breves sueños indecisos. / Pensamiento de enfrente, luz de ayer, / índices y señales del acaso. / Tu cintura de arena sin sosiego / atiende sólo rastros que no escalan”), o el interés en seguir con el empeño amoroso, a pesar de todos los pesares (“Pero yo he de buscar por los rincones / tu alma tibia sin ti que no te entiende, / con el dolor de Apolo detenido / con que he roto la máscara que llevas. / Allí, león, allí, furia del cielo, / te dejaré pacer en mis mejillas; / allí, caballo azul de mi locura, / pulso de nebulosa y minutero, / he de buscar las piedras de alacranes / y los vestidos de tu madre niña, / llanto de medianoche y paño roto / que quitó luna de la sien del muerto”).
No es poco lo que se ha escrito sobre este poema, pero también es bastante lo que debe reescribirse, todavía. Con detenimiento. Sabiendo de dónde venimos y hacia dónde vamos, por qué no.

- “Oda a Walt Whitman”, también de “Poeta en Nueva York”, es otro poema emblemático, algo más estudiado y sobre el que se ha dicho y escrito bastante. En él son diversos los temas relevantes que se entrecruzan: por ejemplo, FGL comienza presentando al hombre como una máquina productiva, no cabe duda de ello: “Por el East River y el Bronx / los muchachos cantaban enseñando sus cinturas, / con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo. / Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas / y los niños dibujaban escaleras y perspectivas”.
Pero si algo se destaca, en versos archiconocidos y archicitados, es la hermosura del poeta Walt Whitman, que tanto dio que hablar en aquellos tiempos: “Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, / he dejado de ver tu barba llena de mariposas, / ni tus hombros de pana gastados por la luna, / ni tus muslos de Apolo virginal, / ni tu voz como una columna de ceniza; / anciano hermoso como la niebla / que gemías igual que un pájaro / con el sexo atravesado por una aguja, / enemigo del sátiro, / enemigo de la vid / y amante de los cuerpos bajo la burda tela. / Ni un solo momento, hermosura viril / que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles, / soñabas ser un río y dormir como un río / con aquel camarada que pondría en tu pecho / un pequeño dolor de ignorante leopardo. / Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho, / hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman, / porque por las azoteas, / agrupados en los bares, / saliendo en racimos de las alcantarillas, / temblando entre las piernas de los chauffeurs / o girando en las plataformas del ajenjo, / los maricas, Walt Whitman, te soñaban. / ¡También ese! ¡También! Y se despeñan / sobre tu barba luminosa y casta, / rubios del norte, negros de la arena, / muchedumbres de gritos y ademanes, / como gatos y como las serpientes, / los maricas, Walt Whitman, los maricas / turbios de lágrimas, carne para fusta, / bota o mordisco de los domadores. / ¡También ése! ¡También! Dedos teñidos / apuntan a la orilla de tu sueño / cuando el amigo come tu manzana / con un leve sabor de gasolina / y el sol canta por los ombligos / de los muchachos que juegan bajo los puentes”.
Apunta en su poema la critica a esos maricas de ciudad en la que incidirá a continuación, dejando claro tanto lo que Whitman no quería (“Pero tú no buscabas los ojos arañados, / ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños, / ni la saliva helada, / ni las curvas heridas como panza de sapo / que llevan los maricas en coches y terrazas / mientras la luna los azota por las esquinas del terror”) como lo que sí buscaba (“Tú buscabas un desnudo que fuera como un río, / toro y sueño que junte la rueda con el alga, / padre de tu agonía, camelia de tu muerte, / y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto”).
En el poema deja entrever, además, sus propias preferencias: “Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman, / contra el niño que escribe / nombre de niña en su almohada, / ni contra el muchacho que se viste de novia / en la oscuridad del ropero, / ni contra los solitarios de los casinos / que beben con asco el agua de la prostitución, / ni contra los hombres de mirada verde / que aman al hombre y queman sus labios en silencio”.
Por último, sí levantará la voz contra los otros, dejando patente que no parece vivir cómodamente su homosexualidad (y teniendo en cuenta su entorno, cuando se conocen aspectos de su biografía, es comprensible que no sea posible esa comodidad en ese asfixiante clima): “Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades, / de carne tumefacta y pensamiento inmundo, / madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño / del Amor que reparte coronas de alegría. / Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos / gotas de sucia muerte con amargo veneno. / Contra vosotros siempre, / Faeries de Norteamérica, / Pájaros de la Habana, / Jotos de Méjico, / Sarasas de Cádiz, / Ápios de Sevilla, / Cancos de Madrid, / Floras de Alicante, / Adelaidas de Portugal. / ¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!”. Es clara la condena a los homosexuales de ciudad y alcoba, esa degeneración que nada tiene que ver con esa homosexualidad de raíz griega que defiende.

- Quizás los versos que más inquietud despertaron, para el tema que tratamos, sean los famosos “Sonetos del amor oscuro”, cuya puesta en circulación ya citamos anteriormente. Todo en ellos levantaba polémica: baste recordar cómo el destinatario de los “Sonetos del amor oscuro” parece ser Rafael Rodríguez Rapún, último amor del poeta, o cómo esa oscuridad sobre la que tanto se ha divagado, para desprenderla de connotaciones homosexuales, está inevitablemente unida a la condición sexual de FGL (Gibson lo demuestra con textos en el prólogo de su sugerente trabajo citado: otros textos lorquianos en los que también expone esta visión erótica homosexual también rezuman oscuridad, como “La bola negra”, también rebautizado como “La piedra oscura”, drama incompleto).
No podemos extendernos, ya, con ellos, pero merecen un estudio sosegado y desprejuiciado. FGL y la Literatura lo agradecerían.

jueves, 10 de noviembre de 2011

¿EL ARTE ES MORIRTE DE FRÍO?

TRANSCRIBO LITERAL...

Una empleada de limpieza de una galería de arte alemana causó un daño irreparable en una valiosa pieza de arte al tratar de limpiar lo que creyó era una mancha.

La mujer tomó por suciedad una parte de la obra de Martin Kippenberger “Cuando empieza a gotear el techo”.

La limpiadora la emprendió contra la pintura, hasta consiguió que desapareciera lo que pensó era una suciedad.

Una portavoz de la galería, situada en Dortmund, comentó que considera que la obra no podrá ser devuelta a su estado original.

La obra, valorada en más de US$1 millón, estaba en la galería en calidad de préstamo.



http://noticiasquecuriosas.blogspot.com/2011/11/noticias-limpiadora-estropea-obra-de.html

sábado, 5 de noviembre de 2011

NO SÓLO DE CAMUS O DE SARTRE VIVE EL HOMBRE

El otro día, en una biblioteca pública, me encuentro con un libro de gazapos. "Lo de siempre", pensé. Pero cuando leo, como banderín de enganche, que una folklórica muy conocida aseguró que era mayor, "pero no tanto como para ser del Parque Jurídico", miré para los lados y me dije... "se viene conmigo".
También estos libros son hijos de Dios... y he descubierto que hay quien espera un parque médico, quien sufre un cólico frenético, quien toma cláusulas para la tos, que existen aspirinas fluorescentes, personas que son desechos de virtudes, otras que reciben clases de adicción o algunos tan cariñosos que mandan un vaso fuerte para todos. Alguno presume de árbol ginecológico, otro esquiva garrafas de viento, hay quien se rasca las vestiduras o quien tiene tanto dinero que nada en la ambulancia (también su opuesto: la hormiga negra de la familia), la que se hace una redundancia magnética por si acaso o a quien un accidente no le deja espuelas, así como quien se queda fumigado del susto (a lo mejor por el accidente, o pensando en la redundancia magnética posterior, que intimida). Si no fuera porque los cerebros que las pronuncian van de divos por la vida, evidentemente, no me reiría.
Pero en fin, pasé un buen rato, bastante entretenido y, después, me puse a cazar moscas. Pero con una sonrisa en la boca. Eso sí.
Feliz fin de semana