sábado, 19 de noviembre de 2011

PLATÓN Y LAS BELLAS ARTES, ALGUNAS VIEJAS IDEAS...

Platón y las bellas artes

Antonio J. Quesada

(Publicado en Papel Literario, 4-2-2009)

Suelo decir que no me interesa más filosofía que la necesaria para llegar a la noche, pues lo que me va realmente (y cada vez más) es disfrutar de la belleza literaria, y artística en general. Pero a veces se enreda uno en más disquisiciones de la cuenta, y si encima anda de por medio Platón, la cosa puede terminar regular nada más. Y hay que salir de ellas…

Releer a Platón es siempre un ejercicio excelente para la sanidad mental, pero a veces uno encuentra en sus textos argumentos que chocan, posiblemente porque no aguantan con total dignidad el paso del tiempo, y al leerlos te suenan las tripas del intelecto. No hablo de los comunismos platónicos, del mundo de las ideas, de la caverna mítica y de demás elucubraciones más o menos profundas. No. Quiero referirme a algo aparentemente menor en su obra, anecdótico (o no, ¡ay!) como es la consideración de las bellas artes en el pensamiento platónico. ¿Las apreciaba realmente? ¿No? ¿A ratos? ¿Cómo iba aquello?

Mal empezamos cuando ya expulsaba de su República ideal a la gran mayoría de poetas por razones metafísicas y morales: si “los himnos a los dioses y las alabanzas del bien son la única poesía que ha de admitirse en nuestro Estado” (“La República”, 607 a 2-5), la cosa se pone cruda, de entrada, para los creadores. Me clava la puntilla poco después: “nos encantaría recibirlas (a la poesía y demás artes), sabiendo como sabemos que nosotros mismos somos sensibles a sus atractivos; mas no por esto debemos traicionar a la verdad” (“La República”, 607 c 3-8). Ni Stalin lo hubiese hecho mejor con toda aquella tontería del realismo socialista, vamos, poco nuevo hay bajo el sol. Precedente clásico de aquello que, con el paso de los siglos, diría Fidel, de que “con la Revolución, todo; contra la Revolución, nada”. Pero claro, viniendo de alguien que nos dejó “El banquete” o “Fedón”, la cosa es más peliaguda. No se puede despachar en dos líneas.

En otros sitios habla Platón de que todo lo útil es bello (“Hipias Mayor”, 295 c 1 y siguientes), y esto me produce escalofríos metafísicos. La música bella, por tanto, es aquella que consiste en una imitación del bien (“Leyes”, 668, a 9 – b 2), y los que quieran la mejor clase de sones no deben buscar lo agradable sino lo verdadero. Hablamos distintos idiomas…

En lo que toca al arte (“La República”, 597 c 1 en adelante), los pensamientos de Platón están contaminados por su mundo de las ideas, como cabía esperar: si el arte es imitación, y se imita las cosas que se ven, estamos ante copias de segunda generación, pues las cosas visibles son representaciones de las cosas ideales que están en otro lugar. Por tanto, el menosprecio del arte en Platón parece evidente: el pintor es un mero imitador de apariencias, no de lo real, y por tanto su trabajo no es más que un modo más cómodo que otros de ganarse la vida.

No me gusta e, incluso, me inquieta este conjunto de textos, pese a venir de Platón: Platón desprecia el desinterés artístico, y a mí me gusta el arte en sí mismo. El arte porque sí. Si además tiene alguna misión educativa, mejor, pero yo quiero el arte por el arte. El arte por placer: no quiero dejar de gozar con el arte, lo necesito para sentirme ser racional. Si además Giotto me enseña las Sagradas Escrituras o Diego Rivera, Siquieros y los otros me forman en Historia, fenomenal. Pero las artes subordinadas a la correcta educación de la sociedad no me interesan: suena eso regular, nada más.

¿Funciones morales y educativas en las artes? Puede ser, pero no primordialmente. Platón, que te veo venir…

6 comentarios:

  1. No podemos expulsar a los creadores como no podemos renunciar a lo que somos. Y somos racionales pero también irracionales. No somos dioses, estamos vivos. Somos racionales y somos pasionales. Y, además, lo último nos atrae con más fuerza. Ha de ser satisfecho. Y el arte ha de estar para el disfrute, para el placer. Para satisfacer esa otra necesidad, la de la sabiduría, sí, de acuerdo, la razón, la ciencia. No podemos empobrecer la vida a términos de sólo verdadero o falso. Y, además, ¿por qué la razón es más fiable para esa búsqueda? Al fin y al cabo es otra creencia más, la creencia en la razón. ¿Por qué no el arte, lo metafórico no nos aproxima mejor a ese mundo desconocido que nos rodea? Cierto es que tampoco podemos quedarnos en la mera animalidad, en la mera satisfacción de nuestras pasiones si queremos ir más allá, si queremos organizar la vida. Pero la represión, la demonización de lo que somos es cobardía, es no querer aceptar la vida con todo lo que implica. Amar lo que somos, lo que vivimos, amar la vida. Y si valoramos tanto la ciencia hasta ésta, hoy en día, nos dice que tras nuestras decisiones racionales hay más irracionalidad de la que sabíamos. Nuestro cerebro, en términos evolutivos, está para permitirnos sobrevivir y no para buscar la verdad. Esta es una aspiración muy “novedosa”. Nuestra primera relación con la vida es de lo concreto, de lo sensible, de lo múltiple, de lo mutable. Sí, de acuerdo, la ciencia va más allá pero el placer está más aquí. Necesitamos humanidad a nuestro alrededor y para eso están las pasiones humanas. Disfrutar, con todo lo que implique, y no solamente moralizar. Ni pura racionalidad ni pura animalidad.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, amiga Mamen, por tu comentario. Para mí, donde se ponga la creación...
    seguiremos pensando, no???
    un abrazo fuerte, GRACIAS por estar cerca
    Antonio J. Quesada

    ResponderEliminar
  3. Suscribo el comentario de Mamen. Los intentos de usar el arte para reforzar la ideología imperante -hablo de los totalitarismos- ha terminado en fracaso y en tragedia. saludos.

    ResponderEliminar
  4. Sin ninguna duda, amigo... Y para los creadores y la sociedad, lo triste que resulta todo,
    un abrazo, GRACIAS por visitarnos,
    Antonio J. Quesada

    ResponderEliminar
  5. Totalmente de acuerdo, necesitamos creadores que nos deleiten con sus creaciones, ¿no nos ha llevado el ideal ilustrado de la fe en la razón a las peores abominaciones en el siglo XX?.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Desde luego que sí, amigo Quique. Y su dosis de provocación, guste más o menos el resultado concreto. Pienso, por ejemplo, en la bloguera egipcia que ha publicado fotos artísticas de su cuerpo y se pide para ella desde 80 latigazos hasta pena de muerte. Por cierto, desnuda realmente no aparece: luce una flor en el pelo, unos zapatos rojos y unas medias.

    ResponderEliminar