Alguna vez anduve junto a la tumba de Gramsci, cuando gozaba de Roma, y lo dejé reflejado en mi "Cuaderno de Roma".
Quedó así...
Junto a la tumba de Gramsci
Cimitero degli Inglesi (acattolico) di Roma, 20 de abril de 2006
Junto a la tumba de Gramsci
me reservo el derecho a soñar
e,
incluso, a errar.
Junto a la tumba de Gramsci
recuerdo
al maestro Pasolini,
que esparció las cenizas del santo laico por el mundo cultural.
Junto a la tumba de Gramsci
se mezclan diferentes aromas,
todos embriagadores:
huele a revoluciones, frustradas o traicionadas;
huele a cambio, tanto tiempo deseado;
huele a buenas intenciones, las mejores, quizá;
huele a… ¿futuro, en el mejor sentido de la palabra?
A Gramsci me encomiendo, al santo laico.
Y escribo todo esto
una tarde de primavera
junto a la tumba de Gramsci.