Uno de mis mejores paraísos artificiales, muy útil cuando la vida aprieta más de lo normal, es recordar algo bello de alguna de aquellas ciudades que me han marcado y son parte inseparable de mí mismo. No necesito grandes recuerdos: soy de pequeños detalles vividos en cualquier esquina o cualquier rincón. Casi de perfil, incluso. Salgo muy barato...
Avui vull tornar a Vic, i ho faig amb aquest poema. En concreto vuelvo a les Adoberies, esa calle en ruinas, junto al río, en la que me siento tan a gusto entre humedades, ratas, gatos y restos de muchas cosas indeseables para la gente normal. Esa calle en la que nadie reprocha nada a nadie, por cierto, ni se piden explicaciones. Simplemente estás, que no es poco. Salvem les Adoberies!
No sé si la nostalgia es un error, pero... es inevitable. Y en ocasiones, es el mejor opio que encuentro para huir del día a día, ese cabrón que no da tregua.
Sempre les Adoberies
Inevitable,
en Vic:
tornar
sempre a les Adoberies.
Gatos que aúllan, inquietantes,
en les Adoberies.
Casas a medio hundir
en les Adoberies.
Ratas que fabrican su clandestina existencia
en les Adoberies.
Sol, moscas, nadas y ruinas diversas
en les Adoberies.
Humedades, humedades y más humedades
en les Adoberies.
Inmigrants procedents d’arreu del món
en les Adoberies.
I jo,
també
en les Adoberies.
I per molts anys, tu...
ResponderEliminarbon poema, forta abraçada ;o)
ResponderEliminarGràcies, amic Victor, escrit des del cor com a homenatge a Vic...
ResponderEliminarun abrazo fuerte
Vic es una ciudad inolvidable: reviví paseos con tu poema.
ResponderEliminarGràcies, amic. Yo vuelvo a revivirlos con tu comentario...
ResponderEliminaruna forta abraçada