No hace mucho reflexionaba, o algo así, sobre Enric Marco, "El impostor" de Cercas y todo eso de la realidad y la ficción. Es un tema sobre el que vuelvo continuamente: me apasiona. Vuelvo a Welles, vuelvo a la autoficción (Umbral, Barral, Vargas Llosa, Pasolini, ¡tantos!), vuelvo a Martín Patino, vuelvo a... ¿Granada? (con permiso del gran "Mike Rivers").
Hoy recuerdo una divertida anécdota de mi admiradísimo Manuel Vázquez Montalbán ("San Manuel Vázquez Montalbán", mi santo laico de cabecera). Según parece, denunció la desaparición de su coche a la policía y uno de los agentes se le quedó mirando y le comentó, casi ofendido: "hay que ver, que le roben el coche a usted, un detective". Y movía la cabeza una y otra vez, como no dando crédito a lo mal hecho que estaba el mundo, a que en casa del herrero cuchillo de palo o a algo por el estilo.
Carvalho y yo nos miramos y no pudimos evitar esbozar una sonrisa. En ese momento Manuel nos observó con cara de pocos amigos.
Hoy recuerdo una divertida anécdota de mi admiradísimo Manuel Vázquez Montalbán ("San Manuel Vázquez Montalbán", mi santo laico de cabecera). Según parece, denunció la desaparición de su coche a la policía y uno de los agentes se le quedó mirando y le comentó, casi ofendido: "hay que ver, que le roben el coche a usted, un detective". Y movía la cabeza una y otra vez, como no dando crédito a lo mal hecho que estaba el mundo, a que en casa del herrero cuchillo de palo o a algo por el estilo.
Carvalho y yo nos miramos y no pudimos evitar esbozar una sonrisa. En ese momento Manuel nos observó con cara de pocos amigos.
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