LA
BENEFICIOSA
CERCANÍA DE
UN SER DE LEJANÍAS
Antonio J. Quesada
“El hombre es un ser de lejanías”, aseveró Heidegger por
alguna parte. Y, si lo aseguraba Heidegger, sus razones tendría, pues de eso de
pensar sabía lo suyo. El contradictorio y magistral Heidegger, capaz de
deslumbrar al mundo de las ideas allí donde hubiese alguna idea por moldear y,
a la vez, de ser un caganer
metafísico en el pesebre del nacionalsocialismo alemán: Sartre era hipnotizado
por sus textos mientras vegetaba en un campo de prisioneros alemán mientras
Heidegger seducía con sus ideas desde Friburgo, en tiempos de muchas camisas
pardas y de pocas (y malas) ideas.
“El hombre es un ser de lejanías”, por tanto. “Un ser de
lejanías” tituló Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” a uno de sus más
líricos libros en prosa. Bellísima prosa que nada tiene que envidiar en sus
virtudes a su inmortal “Mortal y rosa”, por ejemplo. A medio camino de casi
todo lo que él hacía (prosa lírica de elevadísimo nivel, crónica de sociedad
como si de un Proust castizo se tratase, memorias-autoficción, legítima e
ilegítima defensa literaria, novela de época, etc.), y qué más dará, el libro
proporciona esa “orgía perpetua” que demandara Flaubert. Al menos a mí.
A Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” le tengo muy
leído. De Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” tengo muchas cosas en casa.
De Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” he leído mucho más de lo que tengo en
casa (escribió tanto, y tan bueno, que no es fácil tenerle completo). A
Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” le agradezco todo lo que me dio, fuese
el género que fuese, pues tenía esa varita mágica de los grandes que convierte
en Literatura todo lo que toca: desde un atardecer lluvioso a la peluca de
Carrillo, pasando por la mirada de Carmen Díaz de Rivera, el color verde del
rostro de Pérez Galdós o el acento de Lola Flores, y demorándose, por el
camino, en el pubis de alguna muchacha en flor que frecuentara su presunta buhardilla,
en la elegancia de alguna niña bien de Calle Serrano o en el color de las
chanclas de alguna colega algo rojilla con la que fumara algún porro en la Casa de Campo durante algún
año indeterminado entre el 0 y el 2000. Tocado por su varita mágica, todo se tornaba
literario en cuanto lo rozaba Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral”. Incluso
las injusticias y la mala leche, en su caso, eran literarias: basta releer su
“Diccionario de Literatura” para comprobar cómo despacha a más de uno
insuperable e injustamente (los lletraferits
releemos y subrayamos con pasión, también, “Las palabras de la tribu”;
inevitable). Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” era un género en sí mismo.
Como Manuel Vázquez Montalbán.
Mis libros de Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral”, los
míos propios, están tan subrayados que podría releer lo subrayado durante bastante
tiempo. Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” era un genio del estilo. El
otro día, en un curso con profesores, cité aquello que aseguraba de que “al
autoplagio llaman estilo”, y sonó como a provocación. Será que los profesores
de universidad somos muy provocables.
Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” me sigue dando la
carnaza literaria que demando a un creador, en tiempos de opinadores canónicos,
ortodoxos excesivamente ortodoxos y heterodoxos sorprendentemente ortodoxos en
su heterodoxia. Tiempos de correcciones políticas en ocasiones incorrectas.
Tiempos que incitan al silencio, por aburrimiento. Para mí Francisco
Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” seguirá siendo siempre joven. Los genios no
tienen edad.
Y ahora me van a disculpar, pero vuelvo a meter la nariz en
“Un ser de lejanías”. Así, además de disfrutar con el Maestro, olvido lo que me
rodea. No es poco: pocos pueden darme tanto. Gracias, Francisco Umbral/Paco
Umbral/“Pacumbral”. Maestro.
Muchas gracias, Antonio, por regalarnos tus reflexiones que llegan como un respiro en este mundanal ruido...
ResponderEliminarJose
Gracias, querido Jose, el placer es mío, al comprobar que las botellas que lanzo al mar llegan a alguna costa, no están contaminando aguas y flotando indefinidamente. Y cualquier día salen en el noticiero porque a los cincuenta y tantos años de echarlas al mar alguien de Canadá la encontró...
ResponderEliminarun abrazo muy fuerte,
Hermosa rememoración de Umbral, Antonio. Para los que no lo hemos leído apenas, es un aliciente y empuje con el que abrir raudos algún libro de Francisco Umbral / Paco Umbral / "Pacumbral".
ResponderEliminarUn saludo,
Manuel
Gracias, amigo Manuel... ¿Sabe? Si me travisto de docente... es el más bonito elogio que puedo recibir. GRACIAS, estimado Manuel, un cordial saludo, y gracias por dedicarme un ratito.
ResponderEliminar