sábado, 29 de noviembre de 2014

LA BENEFICIOSA CERCANÍA DE UN SER DE LEJANÍAS

Dicen que se publicará un día de estos...




LA BENEFICIOSA CERCANÍA DE UN SER DE LEJANÍAS

Antonio J. Quesada

“El hombre es un ser de lejanías”, aseveró Heidegger por alguna parte. Y, si lo aseguraba Heidegger, sus razones tendría, pues de eso de pensar sabía lo suyo. El contradictorio y magistral Heidegger, capaz de deslumbrar al mundo de las ideas allí donde hubiese alguna idea por moldear y, a la vez, de ser un caganer metafísico en el pesebre del nacionalsocialismo alemán: Sartre era hipnotizado por sus textos mientras vegetaba en un campo de prisioneros alemán mientras Heidegger seducía con sus ideas desde Friburgo, en tiempos de muchas camisas pardas y de pocas (y malas) ideas.
“El hombre es un ser de lejanías”, por tanto. “Un ser de lejanías” tituló Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” a uno de sus más líricos libros en prosa. Bellísima prosa que nada tiene que envidiar en sus virtudes a su inmortal “Mortal y rosa”, por ejemplo. A medio camino de casi todo lo que él hacía (prosa lírica de elevadísimo nivel, crónica de sociedad como si de un Proust castizo se tratase, memorias-autoficción, legítima e ilegítima defensa literaria, novela de época, etc.), y qué más dará, el libro proporciona esa “orgía perpetua” que demandara Flaubert. Al menos a mí.
A Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” le tengo muy leído. De Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” tengo muchas cosas en casa. De Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” he leído mucho más de lo que tengo en casa (escribió tanto, y tan bueno, que no es fácil tenerle completo). A Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” le agradezco todo lo que me dio, fuese el género que fuese, pues tenía esa varita mágica de los grandes que convierte en Literatura todo lo que toca: desde un atardecer lluvioso a la peluca de Carrillo, pasando por la mirada de Carmen Díaz de Rivera, el color verde del rostro de Pérez Galdós o el acento de Lola Flores, y demorándose, por el camino, en el pubis de alguna muchacha en flor que frecuentara su presunta buhardilla, en la elegancia de alguna niña bien de Calle Serrano o en el color de las chanclas de alguna colega algo rojilla con la que fumara algún porro en la Casa de Campo durante algún año indeterminado entre el 0 y el 2000. Tocado por su varita mágica, todo se tornaba literario en cuanto lo rozaba Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral”. Incluso las injusticias y la mala leche, en su caso, eran literarias: basta releer su “Diccionario de Literatura” para comprobar cómo despacha a más de uno insuperable e injustamente (los lletraferits releemos y subrayamos con pasión, también, “Las palabras de la tribu”; inevitable). Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” era un género en sí mismo. Como Manuel Vázquez Montalbán.
Mis libros de Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral”, los míos propios, están tan subrayados que podría releer lo subrayado durante bastante tiempo. Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” era un genio del estilo. El otro día, en un curso con profesores, cité aquello que aseguraba de que “al autoplagio llaman estilo”, y sonó como a provocación. Será que los profesores de universidad somos muy provocables.
Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” me sigue dando la carnaza literaria que demando a un creador, en tiempos de opinadores canónicos, ortodoxos excesivamente ortodoxos y heterodoxos sorprendentemente ortodoxos en su heterodoxia. Tiempos de correcciones políticas en ocasiones incorrectas. Tiempos que incitan al silencio, por aburrimiento. Para mí Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral” seguirá siendo siempre joven. Los genios no tienen edad.
Y ahora me van a disculpar, pero vuelvo a meter la nariz en “Un ser de lejanías”. Así, además de disfrutar con el Maestro, olvido lo que me rodea. No es poco: pocos pueden darme tanto. Gracias, Francisco Umbral/Paco Umbral/“Pacumbral”. Maestro.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias, Antonio, por regalarnos tus reflexiones que llegan como un respiro en este mundanal ruido...
    Jose

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  2. Gracias, querido Jose, el placer es mío, al comprobar que las botellas que lanzo al mar llegan a alguna costa, no están contaminando aguas y flotando indefinidamente. Y cualquier día salen en el noticiero porque a los cincuenta y tantos años de echarlas al mar alguien de Canadá la encontró...
    un abrazo muy fuerte,

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  3. Hermosa rememoración de Umbral, Antonio. Para los que no lo hemos leído apenas, es un aliciente y empuje con el que abrir raudos algún libro de Francisco Umbral / Paco Umbral / "Pacumbral".

    Un saludo,

    Manuel

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  4. Gracias, amigo Manuel... ¿Sabe? Si me travisto de docente... es el más bonito elogio que puedo recibir. GRACIAS, estimado Manuel, un cordial saludo, y gracias por dedicarme un ratito.

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