Adiós
A Antonio Parra (in memoriam)
Marchaste, Antonio, con discreción,
como siempre fue tu norma,
de una ciudad plena de destapados turistas
en mitad de un verano excesivo.
Agosto debería estar prohibido, ahora con más razón.
El día siguiente
vomitaron en la ciudad fuegos artificiales
para inagurar una Feria, otra,
y los jóvenes bebieron y vivieron
como es costumbre en ellos:
sin pensar en el día de mañana.
La vida siguió para los demás. ¿Ley de-bida?
Pero para quienes te quisimos nada pudo ser, ya, igual.
No.
No más charlas en italiano ni complicidades venecianas.
No más eventos compartidos ni tus posteriores crónicas.
No más elegancia, en tiempo de groserías.
No más delicadeza, en tiempo de brusquedades.
No más grandeza, en tiempo de miserias.
No más, Antonio. No más.
Desafortunadamente, ya no más.
Desafortunadamente, ya no más.
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