martes, 13 de febrero de 2018

UN POEMILLA


Llevo varias semanas de excesivas carreras, de historias laborales por aquí y por allá y de no poder evitar ser movido, más que de ser capaz de moverme. No es bueno, pero de momento es inevitable.
Seguirá el ritmo, seguramente, pero he encontrado algunos huequitos por aquí y por allá, algunos recortes de días laborables, para escribir un poemilla. Se puso pesado y, claro, no quedó más remedio que escribirlo.
Como ya no ejerzo de poeta ni pretendo que mis cosillas las lea, generalmente, nadie más que un servidor (¿a quién van a interesar? Quita, quita, mi reino no es de ese mundo...), todavía es más placentero el goce. Masturbatorio, sin duda, pero, al fin y al cabo, un creador no es más que un masturbador insultantemente fructífero.
Apasionante, el proceso creativo. Retoca por aquí, corrige por allá, que aparente ser sencillo, que acabe siendo complicadamente sencillo, todo eso. Y lo dejo en la nevera. Reposando. No hay prisa, ¿para qué?
En todo caso, compruebo cómo crece el texto. Y eso me agrada.

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