El proceso creativo: lo que más me apasiona en la vida. Hoy he vivido una anécdota significativa, y quiero compartirla con quien por aquí pase sus ojos (es mucho aventurar, que algún despistado caminante posara sus ojos por aquí, con la de vida atractiva que hay por ahí fuera, ¡quién creo que soy!).
Las cuestiones laborales aprietan, por razones que no vienen al caso (por otra parte nadie va a creer que esto me suceda en estas fechas, ¿para qué justificarlo?: los profesores tenemos meses de vacaciones y todo eso), pero he salido a hacer unas compras al supermercado. Pese a ser un espíritu puro también compro en el supermercado, como todo hijo de vecino, y hago todo eso que hacemos siempre en el super: mirar la listilla y no entender lo que tú mismo has escrito, meter en el carro algo que no te conviene pero que está muy bueno, intentar desprenderte de los céntimos al pagar, probar en algún stand algún producto fingiendo un interés que no tienes, etc. Todo eso, ya saben. Iba dándole vueltas a un excelente relato de Ribeyro, otro, cuando me ha venido una idea muy chispeante para escribir un cuento y, vaya por Dios, se ha puesto pesada. Por tanto, después de llegar a casa y dejar cada cosa comprada en su sitio, nevera incluida, no he tenido más opción que empezar a escribir el cuento. Y me estoy divirtiendo: vienen curvas en él.
Esto del proceso creativo es una maravilla. El proceso creativo alimenta.
Las cuestiones laborales aprietan, por razones que no vienen al caso (por otra parte nadie va a creer que esto me suceda en estas fechas, ¿para qué justificarlo?: los profesores tenemos meses de vacaciones y todo eso), pero he salido a hacer unas compras al supermercado. Pese a ser un espíritu puro también compro en el supermercado, como todo hijo de vecino, y hago todo eso que hacemos siempre en el super: mirar la listilla y no entender lo que tú mismo has escrito, meter en el carro algo que no te conviene pero que está muy bueno, intentar desprenderte de los céntimos al pagar, probar en algún stand algún producto fingiendo un interés que no tienes, etc. Todo eso, ya saben. Iba dándole vueltas a un excelente relato de Ribeyro, otro, cuando me ha venido una idea muy chispeante para escribir un cuento y, vaya por Dios, se ha puesto pesada. Por tanto, después de llegar a casa y dejar cada cosa comprada en su sitio, nevera incluida, no he tenido más opción que empezar a escribir el cuento. Y me estoy divirtiendo: vienen curvas en él.
Esto del proceso creativo es una maravilla. El proceso creativo alimenta.