Con el ensayo "I Sunsin, el héroe", gané en su día el I Concurso de Ensayo sobre Literatura Coreana (2008). Fue un gran honor. Así comenzaba mi trabajo.
I SUNSIN, EL HÉROE
Antonio José Quesada Sánchez
“Al guerrero que pierde su espada, ¿qué le
queda sino la muerte?
“Aun estando en defensa, no dejaba de
atacar;
en realidad, no había distinción entre una
cosa y la otra”
I
Conforme avanza la vida (o, mejor dicho, conforme avanza mi vida, mi
única referencia auténtica) voy interiorizando más profundamente la convicción
de que, en realidad, no existen libros sino que, para ser exactos, los que
existen son los lectores. Puede que esté equivocado, pero todavía confío en
poder rectificar en su caso, si lo considero oportuno.
Leonardo Sciascia, el centinela moral de la Italia de la segunda
postguerra mundial, solía repetir aquello de que mal iba un país cuando tenía
necesidad de héroes. Sabía de lo que hablaba, pues un auténtico siciliano
siempre tendrá necesidad de héroes, ya que la Historia le condenó hace
siglos. Al menos hasta que la solución de Sicilia deje de ser el aeropuerto,
como alguna vez expusiera, de modo gráfico, el desencantado volteriano de Racalmuto.
Todo esto que comento viene a cuento del comienzo de mi ensayo sobre el
libro “El canto de la espada”, biografía novelada del gran I Sunsin, almirante
y héroe coreano. Tras leer el libro, de entrada, no me cabe la menor duda
acerca de que I Sunsin fue un auténtico héroe, y por eso he querido que ese sea
el título de mi ensayo: “I Sunsin, el héroe”.
Todo el mundo estará de acuerdo conmigo en destacar dicha condición
heroica. Sin embargo, seguramente defiendo esta opinión por razones
diametralmente opuestas a las que puedan enarbolar, por ejemplo, los hacedores
de su Patria que, como todos los hacedores de todas las Patrias, suelen estar
más ocupados construyendo himnos, fronteras de alambre, banderas y todas esas
mentiras bélicas más o menos metafóricas.
(CONTINÚA...)
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