Cada domingo siento la misma tentación: comprar prensa
escrita. No puedo negarlo: pertenezco a una generación para la que leer el periódico,
en papel, sigue siendo interesante.
Sin embargo, antes de decidirme por alguno de los diarios
que ofrecen, me embarga el arrebato de lucidez. Si compro aquellos papeles,
locales o no, voy a encontrar en ellos lo que ya intuyo desde hace muchos años:
a los de siempre (o adláteres) escribiendo sobre lo de siempre (o lo de casi siempre)
o sobre los de siempre (o adláteres). ¿Voy a gastar mi dinero en eso?
Cada domingo siento la misma tentación: comprar prensa
escrita. No puedo negarlo: pertenezco a una generación para la que leer el periódico,
en papel, sigue siendo interesante.
Y tampoco puedo negarlo: cada domingo sigo mi
camino y vuelvo a abrir el libro que lleve esa mañana (hoy, por ejemplo, un
libro de relatos de Junot Díaz).
(Antonio J. Quesada. Extraído de ese Diario que escribo, anárquicamente, y que por fortuna jamás verá la luz)
Cada domingo, llega a mi puerta prensa escrita, prepara café y bebo sorbo a sorbo letra e infusión, entre olor a tinta y tostadas��
ResponderEliminarUna bellísima sensación... Seguimos perteneciendo a esa cultura que se pierde a pasos agigantados.
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