lunes, 2 de enero de 2023

RECORDANDO A ÁNGEL DOCTOR

 

RECORDANDO A ÁNGEL DOCTOR: INTERLOCUTOR

 

Antonio J. Quesada

 

Ha muerto Ángel Doctor y… todavía no me he repuesto de la horrible noticia. Ni me repondré: de estas noticias no se repone uno nunca.

Vienen a mi mente tantos buenos momentos que me queda un vacío importante en el alma. Conocí a Ángel por sus escritos, como él me conocía a mí por los míos: ambos pertenecíamos a lo que yo, con mi humor habitual, llamaba “los colgados del Diariolatorre”, pues los columnistas estábamos como flotando en la web, colgados, ofreciendo nuestros escritos a todo lector que se pusiera a tiro, que es lo que debe hacer un columnista de raza (¿se puede decir esto, ahora, o se me acusará de algo por alguna parte?).

Recuerdo que, en aquellos tiempos, no estaba de acuerdo con él en casi nada pero… sentía una vibración positiva hacia ese columnista que me obligaba a pensar y lo hacía con un estilo que me agradaba. Me gustaba aquel señor que escribía bien todo eso con lo que yo no estaba de acuerdo. Con el tiempo, y sin necesidad de cambiar de ideas ni de intuiciones (sino más bien siendo exquisitamente fiel a ellas), sin necesidad de doblar las banderas, como apuntara Luis García Montero, fuimos acercándonos por aquí y por allá.

Cuando nos conocimos en persona la complicidad fue instantánea. Un tesoro. Ángel era de esas personas de las que aprender y con las que gozas. Nos enseñó la “gauche divine” que la cultura puede ser sexy y que la conversación puede ser un Arte, si uno es gentil con el interlocutor, y con Ángel era así. “Lo que no se puede en la vida es ser coñazo”, repetía Michi Panero a quien le oyera, y lo tengo muy interiorizado. Ángel era un lujo.

Juntos rememoramos aquella Catalunya que amábamos, tan distinta de la actual (aquello ya no volverá, si es que existió tal y como la pensábamos), y sus andanzas creativas de muy alto nivel por tan bellas tierras.

Fotógrafo excepcional, era un artista de la cámara (un fotógrafo no es quien hace selfies o toma fotos de los pies en la playa o amaneceres en el paseo marítimo, sin más). Alguna vez, en un ratito de complicidad, le dije que su arte no era para fotografiar a tantos políticos, y nos reímos con aquello. Él podía haberme dicho que yo vivía de explicar la compraventa a chavales que no quieren escucharla, en vez de charlar sobre Pier Paolo Pasolini o Manuel Vázquez Montalbán, y hubiese tenido toda la razón.

Ángel. Querido Ángel. Cada día reconozco a menos interlocutores. Soy muy selecto, que no clasista. Si detecto a arribistas, engolados, creídos, prepotentes o personas con mal fondo, no me siento con ellos ni a tomar café, y por eso me gusta decir que dialogo más con obras de arte (libros, películas, músicas) que con personas. Mis interlocutores son pocos, cada vez menos, pero fieles, y estar con ellos es un regalo.

Ángel era un interlocutor, aunque nos viésemos muy poco. He perdido a una persona de las que hacen que la vida sea digna de ser vivida.

Donde yo esté, amigo Ángel, estarás tú. Descansa en paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario