Luego ha llovido tanto con el Diario Sur...
Hoy pesco con la "ciber-caña" un viejo cuento que publiqué en "Sur", que a lo mejor está de cierta actualidad con la crisis y cierto político andaluz que tiene tiempo para las actividades más heterogéneas...
"De librerías". ¿Vienen conmigo?
DE LIBRERÍAS
Mientras mi compañero me esperaba fuera con su cara más fiera, yo entré muy decidido a la librería aprovechando que, debido a la hora que era, no había clientes. Había que hacerlo: necesito leer, no puedo pagar tanto dinero y las bibliotecas no me ayudan del todo (los parados estamos discriminados también en esto, como en tantas otras cosas). Puse mi peor cara de malo y encañoné al dependiente con la pistola, espetándole un chulesco “esto es un atraco y no vaya a hacer tonterías; si sigue mis instrucciones no pasará nada”. El hombre, asustado, acudió mecánicamente a abrir la caja registradora, así que tuve que frenarlo. “¿Quién le ha dicho que la abra?. Siga mis instrucciones, hombre, y no se busque problemas”. En ese momento desnudé mis intenciones: “Va usted a buscar por ahí todo lo que tenga de Benedetti y de Reinaldo Arenas. Y no quiero ediciones de bolsillo si no es estrictamente necesario: para llevarme libros de bolsillo no merece la pena montar este tinglado. Y todo lo que vaya encontrando, me lo va dando, por favor”.
El dependiente comenzó a buscar los libros uno detrás otro y me los iba pasando. “Los cuentos de Benedetti los tiene reunidos aquí hasta 1994, aunque hay que añadirle "Buzón de Tiempo”. “Perfecto, añádalo”. Y me lo pasó también. “Coja por aquí, además, "Quien de nosotros", "La tregua", "Gracias por el fuego", "La borra del café", ah, y "Pedro y el Capitán" también, que es teatro del bueno”. “Muy bien”. “La poesía, en estos dos tomos, tiene hasta 1991, y aquí tiene el Inventario III”. Todo me lo iba pasando, y yo iba guardando en mi mochila. “El Benedetti ensayista imposible, ¿no?” “Totalmente. Y de Benedetti no me queda ya nada más. De Arenas, vamos a ver, no tengo mucho tampoco. ¡Ah, sí!, "Celestino antes del alba" y "El portero”. Yo iba cogiendo también estos libros. “Fundamental para conocerle es "Antes que anochezca", y de interés también "El color del verano" y "El palacio de las blanquísimas mofetas", pero desgraciadamente, ya no me quedan”, me dijo totalmente afectado. Así que cogí las memorias, recordando que sobre esto habían hecho una película de la que todos hablaban pero que nadie había visto del todo, y de la que importaba más el tal Bardem que el propio Arenas. “Y de poesía andamos mal: no tenemos ni las poesías completas ni siquiera la edición de Seix-Barral de "El central”. “Bueno, no se preocupe, ya tengo lectura para un tiempo. Además, ése creo que lo encuentro en la Biblioteca de la Diputación”. “Seguramente”, me confesaba el dependiente, cada vez más integrado y cordial, al ver que mis gestos dejaban de ser los de un atracador para ser los de otro lector cualquiera, aunque un tanto especial.
“Por cierto, de Umbral ¿qué me recomienda?”, le comenté, aprovechando el clima de confianza. “Hombre, para mí es único, pero entiendo que repela, especialmente a las mujeres. Lo puede descubrir como novelista íntegro en "Mortal y rosa" (y me pasó una edición muy buena). Además, le recomiendo que lea "Las ninfas" y "Leyenda del César visionario", así como uno relativamente menor, pero excelente: "Las señoritas de Aviñón” (y me los iba pasando todos). “Si desea profundizar más, venga a verme otro día, pero sin amigos en la puerta, ¿vale?”, me dijo guiñando un ojo. “Sin amigos en la puerta, palabra”, prometí.
A estas alturas, ya teníamos confianza el dependiente y yo, y creo que ya intuía que la pistola que yo llevaba (a la que otros en mi situación llamarían pipa) no era más que un encendedor. Mi compañero, fuera, cumplía su labor: “todavía no está abierto hoy, señora, es que estamos redistribuyendo unos libros” (y no mentía; si lo escogí para esto fue no tanto por su aspecto de portero de bares de copas como por su agilidad verbal). Por eso, creo que se ganó su parte: “oiga, ya que tenemos cierta confianza usted y yo, búsqueme también una edición aceptable de "Crimen y castigo”, le dije con cierta ternura. “Creo que mi compañero se la ha ganado”. Buscó y me sacó una edición bastante decente.
“En fin, amigo, todo un placer tener tratos con usted”, le dije, cargando todos los libros y guardando la pistola. En ese momento, observo cómo se le cae la cartera al suelo, y cómo asoman unos billetes de los grandes de la misma. Obviamente, yo no soy ningún ladrón y le advierto del hecho. “Hombre, muchas gracias”, me comenta sorprendido. “No hay de qué. Si se lo digo es porque hay mucho malo por ahí suelto, no vaya a ser que algún malintencionado se le lleve el dinero. Buenos días, y gracias por la atención”.
“Buenos días”, me responde cortésmente el dependiente mientras salgo de la librería. Supongo que, acto seguido, llamaría a la policía, superando cierto cargo de conciencia. O quizás seguía siendo el romántico que imagino que era y colgó antes de que cogieran el teléfono desde el otro lado. Por otra parte, es lo que yo hubiera hecho.
Una vez en la calle, comprobamos que soplaba viento, e, incluso, que comenzaba a llover. El tiempo es que está loco y no te puedes fiar. Menos mal que llevábamos lectura.
Buen cuento sin duda, con una factura impecable, bien construido, ¿de qué año es? hace unos días llegué de Madrid de pasar un par de días con los paisajes solitarios de Hopper, las cosmogonías de Blake, las cárceles de Piranesi y los delicados trazos de Rafael, un visita única.
ResponderEliminarSaludos desde mi retiro del Rincón.
Gracias por tu comentario, amigo Víctor, pues por las lecturas que cito y así debe tener unos 9-10 años, más o menos. Los 9 no se los debe quitar nadie, seguro. Una paranoia, jeje.
ResponderEliminarAnda que si no fuera por el Arte y la Belleza, esto iba a ser otra cosa. Entre mis lecturas de verano intercalé, para releer, "La novia de Matisse", un canto a la belleza como necesidad vital.
Un abrazo fuerte, querido Víctor,
Carissimo:
ResponderEliminarGracias por hacerme partícipe de tu blog. Lo poco que he leido, hasta el momento, me ha encantado.
Seguiré en ello.
Un abrazo!
Grazie, carissima, per arrivare a questo palazzo un po'pazzo, così particolare, che oggi è migliore grazie a te...
ResponderEliminarEn su día no puse dedicatoria a este cuento, pero aquí quiero incluirle una dedicatoria muy cariñosa.
ResponderEliminarA Janet, librera, que no vendedora de libros, con todo cariño, por sus muchas "Luces" y su encanto personal.
Un buen ejercicio el cuento Antonio, sin duda un magnífico reconocimiento a la profesión. Muchas gracias por tu cariñosa dedicatoria. Me ha sorprendido gratamente mientras leía los comentarios. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, querida Janet, por echar un ratito con este viejo divertimento. ¿Cómo no agradecerte los raticos de complicidad entre estanterías repletas de libros?
ResponderEliminarEs un placer... un abrazo