Cómo agobia el día a día: la vida, esa cosa que huele mejor que sabe, como las castañas, es esa emboscada que nos desgasta y nos acaba matando poquito a poco. Pero... menos mal que nos queda la creación artística para subsistir, para huir, para escapar a ese paraíso artificial que no debes perder jamás (si lo pierdes estás perdido...). Leer hasta entrada la noche y en invierno viajar al sur, ya me lo enseñó Eliot hace tiempo (bastante tiempo, casi veinte años; de todo comienza ya a hacer veinte años, me lo enseñó un genial lector de Eliot).
Estoy agotado: harto de aguantar al resto del mundo, tengo cuatro horas seguidas de clase esta tarde martirizando a gente con contratos que no les interesan, el entorno me tiene negro lo mire por donde lo mire, no se ve solución a casi nada, Dios ha muerto y... a mí hoy me duele un poco la cabeza. En fin, que los guapos también sufrimos, como se puede comprobar...
¿Hakuna matata?
ánimo con el día a día, y gracias por animar a otros desanimados por estos lugares ...Un fuerte abrazo , María
ResponderEliminarGracias, querida María, cómo cuesta a veces, pero... habrá que seguir adelante, que quedan mil cosas por hacer,
ResponderEliminar¡un abrazo!
las premuras y las apreturas determinan a veces la navegación, es el momento de tener claro el puerto y dejarse llevar,¡buena suerte marinero!
ResponderEliminarGracias, amigo Vïctor, por tu mensaje. A veces la mar ("que es el morir", según decía Manrique) aprieta y hace la navegación más compleja. Pero hay que doblar Buena Esperanza, no cabe otra...
ResponderEliminarun abrazo fuerte,
... Y leyendo el Prólogo (el "prórrogo", que decía Ana Obregón) que escribió Antonio Saura a "La montaña blanca", de mi admirado Jorge Semprún (el Malraux español), me encuentro con su consideración del arte y la literatura como "refugio final". "No es eso, no es eso", atribuyen a Ortega y Gasset en cierta ocasión. "Sí es eso, sí es eso", creo que me dije a mí mismo cuando leí esa idea en el Prólogo.
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