"En estos días inciertos", como cantaba Celtas Cortos, en esta triste
piel de toro triste todos nos presentamos como los más sabios y
diligentes del lugar. El resto del mundo es negligente, pero la suerte
que tienen de contar con la proximidad de un servidor, ¡ay, amigo!, eso
no lo valoran ustedes. "Yo -¿sabe usté?- es que estoy mu desaprovechao"
Sabemos de todo, y sobre todo tenemos opinión: pasamos sin solución de
continuidad de la Macroeconomía a la física nuclear arrasando
por el camino la medicina deportiva, todo tipo de herencias con sus
flecos tributarios correspondientes y la repostería andina o vietnamita,
si se ponen a tiro. De todo sabemos y, básicamente, de todo opinamos.
"Todo español lleva dentro un seleccionador nacional", dicen los que
entienden más y mejor de fútbol, esa religión en busca de dioses (el
único fanatismo que, a mis años, me permito sin Omeprazol). Voy más
allá: llevamos dentro al más sabio ingeniero de caminos y, en su caso,
de canales e, incluso, de puertos, al más experto politólogo, al mejor
conocedor del aparato digestivo al este del Gualdamedina y al albañil
más experimentado en poner cocinas de gres porcelánico, entre otros.
Llevamos pegada al codo la barra de un bar imaginario donde poder
pronunciar las palabras mágicas: "¿sabes lo que hacía yo con eso?". Por
eso este país tiene tanta tertulia con tanto sabio: somos un país de
tertulia y de sabio de barra de bar que entiende más que nadie de cada
tema. Alfonso Guerra, por ejemplo, corregía a filólogos estudiosos de
Machado en congresos internacionales, en aquellos tiempos "de amor y
Mahler" que, sin duda, nunca volverán, porque la vida iba en serio y no
tiene vuelta de reconocimiento, como la Fórmula 1.
Lo que no se cuenta es que llevamos dentro, también, al Lazarillo, al Guzmán de Alfarache, al Buscón, al Diablo Cojuelo, a la Celestina... Tenemos fondo de armario en el alma, pero somos un pueblo de "refazedores de virgos" conceptuales, algo muy autóctono en entornos mediterráneos.
Y yo aporto mi granito de arena, en estos días inciertos. En mi primera imprudencia poética, la gran imprudencia, incluí este poemilla que a veces releo, todavía. Porque oigo por esas tertulias de Dios a mucho sabio hablando de "democracia formal" y quiero unirme a la fiesta. Qué le voy a hacer si yo... nací en el Mediterráneo.
Lo que no se cuenta es que llevamos dentro, también, al Lazarillo, al Guzmán de Alfarache, al Buscón, al Diablo Cojuelo, a la Celestina... Tenemos fondo de armario en el alma, pero somos un pueblo de "refazedores de virgos" conceptuales, algo muy autóctono en entornos mediterráneos.
Y yo aporto mi granito de arena, en estos días inciertos. En mi primera imprudencia poética, la gran imprudencia, incluí este poemilla que a veces releo, todavía. Porque oigo por esas tertulias de Dios a mucho sabio hablando de "democracia formal" y quiero unirme a la fiesta. Qué le voy a hacer si yo... nací en el Mediterráneo.
Democracia formal
Habla con Miguel:
pide limosna
en la esquina de nuestra calle.
Ve y dile que no se atreva a estropear
las cuentas del gobierno con sus quejas.
Que para que yo coma tres veces al día
es necesario que él ayune.
Que para que no se dispare la inflación,
es necesario que él esté sin trabajo.
Que se sacrifique por la Patria.
Que no sea tan pesimista,
que es libre: no come,
pero puede quejarse,
y votar libremente
para elegir con qué gobierno pasará hambre.
Habla con Miguel:
pide limosna
en la esquina de nuestra calle.
Ve y dile que no se atreva a estropear
las cuentas del gobierno con sus quejas.
Que para que yo coma tres veces al día
es necesario que él ayune.
Que para que no se dispare la inflación,
es necesario que él esté sin trabajo.
Que se sacrifique por la Patria.
Que no sea tan pesimista,
que es libre: no come,
pero puede quejarse,
y votar libremente
para elegir con qué gobierno pasará hambre.
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