martes, 20 de octubre de 2020

BACALAO, SALMÓN, RUANO / Y GRAN REFLEXIÓN A MANO

BACALAO, SALMÓN, RUANO / Y GRAN REFLEXIÓN A MANO 
 
Antonio J. Quesada
 
Tenía ganas de volver a González-Ruano. Los creadores en estado puro me regalan goce creativo y, además, incentivan mis ganas de escribir (que nadie se alarme: como casi todo, es un sentimiento tan estéril como las congas de Jep Gambardella, y no caliento a nadie la cabeza con mis textos ni, mucho menos, pretendo publicarlos).
Volví ayer a González-Ruano y... ya me está dando la droga que buscaba.
Leo, además, una frase que incluye en el prólogo el magistral Manuel Alcántara (otro autor en cuyo polígono consigo la mejor droga creativa) y que provoca que uno, inevitablemente, se sienta identificado y aprenda para vertebrar su actitud vital. No porque uno sea un genio como Ruano, sino como persona de a pie que lee a un Genio y aprende de él (¿acaso hay que ser árbol para defender el medio ambiente?). Alude Ruano a sus problemas para conseguir el carnet de Prensa, en tiempos del Centinela de Occidente, es obvio.
"Ya es cómico que se discuta si uno es o no un profesional -tenía cumplidos los sesenta cuando escribió esto-. Cuarenta años de no vivir más que de escribir y para escribir, ¿admiten dudas? Pues parece que sí cuando nadie le discute su profesionalidad a un desdichado que infla telegramas o a un fotógrafo. Me piden que pruebe no sé qué cosas. No estoy dispuesto a probar nada. Si tienen reaños para negarme la condición de profesional, para ellos la perra gorda. No daré un paso. Les emplazo a todos esos robaperas para dentro de unos años. A ver si se habla de ellos o de mí. Periodistas mediocres, matalones, caciques de vía estrecha, cortan el bacalao. ¡Que lo corten! Uno no come bacalao, sino salmón; esto es lo que, en el fondo, les irrita. Hijos de padres desconocidos, padres de obras desconocidas. ¡Que Dios ampare su miseria irredenta! A otra cosa".
(Alcántara, Manuel: "Prólogo" a GONZÁLEZ-RUANO, César: "Memorias. Mi medio siglo se confiesa a medias", Renacimiento, 2004, p. 17)
Sin ser González-Ruano (aunque sea uno de los espejos en que me miro, para mejorar) camino por bastantes mundos en los que el bacalao lo cortan otros. Y, aunque me encanta el bacalao, reconozco que donde se ponga el salmón no se pone nada.
Me alegro de haber vuelto al Maestro: gozo y aprendo. Y respecto de lo otro... Sí: a otra cosa. Lo tenía más que asimilado, pero con palabras más descoloridas.

 

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