martes, 18 de octubre de 2011

"LAS PALABRAS", BELLAS, DE SARTRE (un viejo texto repescado con caña)

"LAS PALABRAS", BELLAS, DE SARTRE (http://www.papel-literario.com)

Cada día se aprende algo nuevo: a veces se acaba sacando petróleo incluso de donde ya no se podía rascar nada (o eso parecía). Sartre, ese referente tan importante en mi vida, no dejará de sorprenderme nunca. Y eso que pensaba que lo tenía más o menos calado, qué imprudentes somos: como siempre, disfruto de su teatro de modo apasionado, sus novelas me tratan como ser inteligente, sus textos filosóficos (a excepción de su charla divulgativa “El existencialismo es un humanismo”) se me caen de las manos y sus opiniones políticas encierran errores descomunales, propios del genio que era. Vale, todo en orden. Pero, por ejemplo, no había leído “Las palabras” (peccato!), ese texto autobiográfico del que se decía que era su obra más bella. De alguna manera, como para quedar bien, yo solía repetir esos ilustrados comentarios cuando encartaba y quedaba todo lo bien que puedo quedar en la vida, que supongo que tampoco es demasiado. Perfecto. Como siempre, prefería equivocarme con Sartre antes que acertar con Camus, al que tanto admiro.

Pero no hace mucho compré “Las palabras”: encontré una versión razonablemente barata y me la llevé debajo del brazo (por cierto, versión de Losada, como en los viejos tiempos, aquellos días en los que “la espada más limpia de Occidente” ejercía la crítica literaria y pretendía velar por nuestra sanidad intelectual impidiéndonos leer los libros más interesantes). Comencé a leer esta obra y… Dios santo, es un texto tan bello y lírico que da gusto recrearse en cada línea. No se puede abandonar. Los franceses tienen quinquenios con el tema de la infancia, están muy proustituidos, pero a los latinos un libro así nos puede recordar a una especie de “Celestino antes del alba” con un lenguaje más pulido. Y más europeo, evidentemente.

Entonces era cierto: “Las palabras” era ese texto maravilloso del que algunos hablaban. El arte por el arte, algo genial. El ilustrado tópico que repetíamos todos, como papagayos, era finalmente cierto: “Las palabras” es un texto en el que Sartre recrea, se recrea y nos permite recrearnos en su intimidad, convertida en un auténtico fin. Conozco a un profesor (mentira: a más de uno) que a fuerza de repetir todos los años las mismas bobadas acabó por aprender su materia. Yo he acabado por metabolizar que “Les mots” es un texto único y esencial, como repetía, sartrecillo intrépido, desde hacia años.

El placer que me ha proporcionado “Les mots” ha sido inmenso. Mi reflexión, malévola, era previsible: ¿por qué no más “Les mots” y menos “Crítica de la razón dialéctica”? Personalmente no tengo duda acerca de hacia dónde encaminar mis pasos.

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