Hubo una época en que escribía columna de opinión en la prensa escrita de Málaga. En concreto, en "Diario Málaga-Costa del Sol" (q.e.p.d.). Fue una aventura sugerente: me va eso de meter no sé qué dedo en no sé qué ojo y de verme en el papel mañanero (destello de egocentrismo de creador, disculpe usted). Desgraciadamente, aquello terminó. El Diario murió e intuyo que por esta vez el desaguisado no fue por mi culpa. Pero nadie reclamó mis huesos y me enterraron en una fosa común del columnismo (aunque después me he aparecido por ahí de vez en cuando, como una cara de Bélmez periodística).
En aquella época cada semana eyaculaba algo periodístico con pretensiones de calidad e intentaba, cómo no, reinventarme en cada línea. El día 9 de marzo de 2005 publiqué una columna en verso, titulada "Inquietudes", que con el tiempo recogí en mi poemario "Desde el otro lado del espejo". El otro día la utilicé en una lectura poética y no fue mal acogida, así que la incluyo hoy por aquí. Porque sí. Porque hoy es hoy.
Especialmente claras las referencias a Brecht, Miguel Hernández, Goethe y Benedetti. También a mí mismo, para qué negarlo (tampoco es de extrañar, ya que soy yo quien firma la cosa periodística).
Gracias, ciber-mariner@s, por seguir frecuentando este blog navegable.
Hoy me siento extraño. Siento algo inflamados
los cojones del alma. Vaya al médico
y que le dé un volante para el especialista.
En quince meses la Seguridad Social le habrá recetado algo.
Me desgañito gritando
en el fondo del mar
y los peces de colores ya no me atienden
(prefieren devorar peces de colores más pequeños que ellos).
Es necesario ser un gran pedagogo
para convencer de que
dos por dos es igual a cinco
(algo así escribió Brecht alguna vez en algún sitio;
Brecht, ese aguafiestas).
Grandes pedagogos nos gobiernan:
desde que el mundo es mundo
dos por dos nunca fue cuatro
(que yo recuerde).
Unos están arriba
y no quieren moverse
y
otros están abajo
y sólo desean estar arriba
para comportarse como esos a los que critican.
En vez de dar una patada al sillón
lo que quieren es ponerse cómodos.
Antes injusticia que desorden.
La calle es mía
y, si me da la gana,
tuya también un poquito
(siempre con mi mediación).
Corren rumores de que
se trabaja en la creación
de una nueva hornada de mitos griegos clásicos,
porque
a los poetas se les han acabado los que había
y necesitan comprar héroes al por mayor
para seguir fabricando poemas
que luego venden al por menor.
Un poema sin mitos griegos que llevarse al alma
es menos poema
(no es culto, no es celebrado, te lo echarán en cara).
Las palabras, esas putas:
cuando te llevo la contraria
me llamas demagogo,
pero cuando estamos de acuerdo
es porque he sido capaz de llegar a la raíz del asunto en cuestión.
Niño, dos cervezas y algo para picar.
Los políticos son todos iguales.
No es justo generalizar,
alguno se salvará.
A lo mejor en las Antípodas.
Allí también se cuecen habas,
no se crea.
Le veo pesimista.
Optimista bien informado, diría yo,
pero
llámeme como prefiera:
he visto demasiado en esta vida
y ya me han llamado de todo.
Hasta otro día, amigo.
Hasta otro día.
Es usted demasiado inquieto
y así no se llega a viejo.
Puede ser. Tendré que replantearme mi existencia.
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