domingo, 7 de junio de 2015

EL PERRO DE LA ESTACIÓN DE AUTOBUSES


El perro de la estación



El perro de la estación de autobuses

estaba

solo,

sucio

y

mal dormido.

Vagaba. Estaba. Era.

Miraba todo con ojos de víctima,

con esos ojos que tienen (¿tenemos?) todas las víctimas.

Se rascaba, luchando inútilmente contra sus parásitos,

y

miraba todo con desencanto.

El perro de la estación y yo cruzamos nuestras miradas.

Entiendo perfectamente al perro de la estación.

El perro de la estación me entiende perfectamente.

En el fondo,

yo soy él

y

él es yo.

El perro de la estación. Yo.

 

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