Cuarenta años, se cumplen hoy, de la salvaje muerte de Pier Paolo
Pasolini en un tétrico rincón de la Regione Lazio. El brazo ejecutor
silenció la voz dulce pero firme de alguien que resultaba esencialmente
incómodo para casi todo el mundo (porque él sabía, que es peligroso, y
se expresaba, que es temerario).
Si veinte años no es nada, cuarenta años empieza a ser, ya, algo. A partir de los cuarenta años uno es responsable de su cara, según nos enseñó Pavese.
Como sociedad empezamos a ser responsables de que la muerte de PPP siga en esa nebulosa.
Pero no tenemos derecho a no recordar a alguien tan creativo, tan sugerente y tan renacentista.
Si veinte años no es nada, cuarenta años empieza a ser, ya, algo. A partir de los cuarenta años uno es responsable de su cara, según nos enseñó Pavese.
Como sociedad empezamos a ser responsables de que la muerte de PPP siga en esa nebulosa.
Pero no tenemos derecho a no recordar a alguien tan creativo, tan sugerente y tan renacentista.
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/11/01/actualidad/1446413575_577526.html
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