Sigue la campaña electoral para las elecciones generales del día 20 de diciembre, porque casi todo en la vida sigue su curso. No cabe duda de que es bueno: por más que nos quejemos, y con razón, allá donde no existen partidos políticos la cosa es bastante más irrespirable. No hace falta poner ejemplos: "in claris non fit interpretatio", decimos los juristas (que, cuando queremos cargarnos de razón, saltamos al latín).
Podremos aburrirnos de tanta mediocridad en el ambiente, de tanta palabra prostituida o de la estatura y calidad de nuestros políticos (por otra parte, una secreción más de la sociedad: no pensemos que somos una sociedad perfecta con esa anomalía llamada "élites políticas", miren bien a su alrededor), pero siempre será mejor que si llaman a la puerta a las cuatro de la mañana sea el lechero.
Y como cada uno, en la vida, se consuela como puede y le dejan, en estos días yo me uno a los poetas y dejo a otras mentes más sabias los sesudos análisis con notas a pie de página, si fuese menester. En el fragor de los mítines, de la reorganización de la galaxia, de las banderas, de los gestos, me voy con los poetas. Permitan salir, por favor. Gracias, muy amables.
Y recuerdo aquel verso de Jaime Gil de Biedma, incluido en "Un día de difuntos", "te acuerdas, María, cuántas banderas…", escuchado ante la tumba de Pablo Iglesias (Iglesias "the real one", que diría Mourinho, no el muchacho de la coleta morada o no sé qué). Sobran banderas, seguramente, en el mundo, como sobran estatuas (entre las que sobran y las que faltan no nos aclararemos nunca). Pero nunca perdamos un referente ético y, si puede ser, estético.
Y recuerdo aquellos versos de Reinaldo Arenas (recuerdo de memoria, pues no tengo el texto delante ahora) en que hablaba de cómo se agitaban las masas, satisfechas porque cambiaba el nombre de sus estafadores. Y reflexiono el texto, porque no está mal reflexionar durante las campañas electorales (aunque nuestro imaginario parece asociar las campañas electorales con la falta de reflexión, hasta el punto de fijar una "jornada de reflexión" justo antes de votar).
Y recuerdo, y este recuerdo sí que me persigue en todo momento y allá donde vaya, aquellos versos míticos de la mítica "Praga" de mi admirado Manuel Vázquez Montalbán, cuando escribía: “mas no os fieis de mi entusiasmo / demasiado distante para creer / todos los días a todas horas / todos juntos”.
Sí, eso es, Maestro. La campaña electoral sigue y yo encantado, es la mejor señal. Pero... no os fiéis de mi entusiasmo, candidatos a lo que sea. Por si acaso.
Podremos aburrirnos de tanta mediocridad en el ambiente, de tanta palabra prostituida o de la estatura y calidad de nuestros políticos (por otra parte, una secreción más de la sociedad: no pensemos que somos una sociedad perfecta con esa anomalía llamada "élites políticas", miren bien a su alrededor), pero siempre será mejor que si llaman a la puerta a las cuatro de la mañana sea el lechero.
Y como cada uno, en la vida, se consuela como puede y le dejan, en estos días yo me uno a los poetas y dejo a otras mentes más sabias los sesudos análisis con notas a pie de página, si fuese menester. En el fragor de los mítines, de la reorganización de la galaxia, de las banderas, de los gestos, me voy con los poetas. Permitan salir, por favor. Gracias, muy amables.
Y recuerdo aquel verso de Jaime Gil de Biedma, incluido en "Un día de difuntos", "te acuerdas, María, cuántas banderas…", escuchado ante la tumba de Pablo Iglesias (Iglesias "the real one", que diría Mourinho, no el muchacho de la coleta morada o no sé qué). Sobran banderas, seguramente, en el mundo, como sobran estatuas (entre las que sobran y las que faltan no nos aclararemos nunca). Pero nunca perdamos un referente ético y, si puede ser, estético.
Y recuerdo aquellos versos de Reinaldo Arenas (recuerdo de memoria, pues no tengo el texto delante ahora) en que hablaba de cómo se agitaban las masas, satisfechas porque cambiaba el nombre de sus estafadores. Y reflexiono el texto, porque no está mal reflexionar durante las campañas electorales (aunque nuestro imaginario parece asociar las campañas electorales con la falta de reflexión, hasta el punto de fijar una "jornada de reflexión" justo antes de votar).
Y recuerdo, y este recuerdo sí que me persigue en todo momento y allá donde vaya, aquellos versos míticos de la mítica "Praga" de mi admirado Manuel Vázquez Montalbán, cuando escribía: “mas no os fieis de mi entusiasmo / demasiado distante para creer / todos los días a todas horas / todos juntos”.
Sí, eso es, Maestro. La campaña electoral sigue y yo encantado, es la mejor señal. Pero... no os fiéis de mi entusiasmo, candidatos a lo que sea. Por si acaso.
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