Jaime Gil de Biedma y Manuel Vázquez Montalbán, en su momento, me convencieron de que la razón la tienen los días laborables. Nunca lo olvidemos, pues por desgracia es así (como demandaba Doña Rosa en "La colmena", no perdamos la perspectiva).
Pero... cuando la grisura habitual más aprieta, siempre me aporta un rayito de felicidad recordar que existió este genio sin cuyo trabajo la vida sería infinitamente peor.
Y, durante unos segundos, mi horario de oficina toma un tono como de día festivo. Intento que no se perciba, pero a mí me ayuda.
Pero... cuando la grisura habitual más aprieta, siempre me aporta un rayito de felicidad recordar que existió este genio sin cuyo trabajo la vida sería infinitamente peor.
Y, durante unos segundos, mi horario de oficina toma un tono como de día festivo. Intento que no se perciba, pero a mí me ayuda.
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